Tomado de El País
El capo que actuaba como un
empresario
Joaquín 'El Chapo' Guzmán
controlaba una red de tráfico de droga con presencia en al menos tres
continentes
Por Verónica Calderon
Desde
la muerte de Osama Bin Laden en 2011, Joaquín El Chapo Guzmán (Badiraguato,
1957) era el hombre más buscado del mundo. El capo mexicano es el líder del
cártel de Sinaloa, una gigantesca organización narcotraficante que funciona
como una transnacional: se dedica al cultivo, producción, tráfico y venta de
marihuana, cocaína, heroína y metanfetamina. El tamaño del cártel situó a
Guzmán como uno de los hombres más ricos del mundo del listado de la revista Forbes.
En su ramo, el tráfico de droga, el cártel de Sinaloa es considerado como una
de las empresas más eficaces del mundo y El Chapo, un mote que en mexicano
significa “bajito”, era su CEO.
Las
rutas de distribución del cártel de Sinaloa unen los campos de amapola de
Afganistán con las calles de Chicago. Sus cultivos de siembra en México cubren
al menos 60.000 kilómetros cuadrados, una superficie equivalente al
territorio de Costa Rica, según un artículo publicado en The Economist.
Controla el 45% de la droga que pasa por el país e introduce una cuarta parte
del total de narcóticos que se consume en EE UU.
Guzmán,
un hombre robusto que mide cerca de 1,72 metros según Interpol, nació en una
familia de campesinos pobres en un pequeño pueblo de Sinaloa, al oeste de
México. Estudió hasta sexto de primaria y huyó de su casa cuando aún era un
adolescente. Se ganó la vida como agricultor hasta que en 1980 se unió a las
filas del desaparecido cártel de Guadalajara, controlado por Miguel Ángel Félix Gallardo El
Padrino, capturado en 1989.
En sus primeros años se dedicó a hacer contactos con los narcotraficantes
colombianos en Medellín y Barranquilla para el transporte de cocaína hacia
Estados Unidos, el mayor consumidor del mundo.
El
capo fue detenido en Guatemala en 1993 en una operación conducida por las
autoridades mexicanas. En su declaración frente al juez afirmó que se dedicaba
a la agricultura y que ganaba unos 6.000 dólares al mes. Estuvo preso siete
años. Se fugó en enero de 2001, a los pocos días de iniciado el Gobierno de
Vicente Fox Quesada (2000-2006), de la cárcel de Puente Grande, en Jalisco, que
algunos mexicanos llaman con ironía “Puerta Grande” desde entonces. El Chapo
escapó, dicen, escondido en un carrito de lavandería.
“Es
un hombre muy inteligente”, describe un funcionario mexicano. “Es un hombre de
negocios”. El periodista Malcolm Beith, autor de The Last Narco: Inside
the hunt for El Chapo (El último narco, en el interior de la cacería
por El Chapo), afirma que la principal diferencia entre El Chapo y su principal
socio, Ismael El Mayo Zambada, con el colombiano Pablo
Escobar, el poderoso líder del cártel de Medellín, es que los mexicanos “no
quieren tomar el poder político”, y manejan su negocio con la frialdad de un empresario.
El
Chapo y sus excolaboradores han protagonizado la sangrienta pelea entre
cárteles mexicanos, que en los últimos 10 años ha causado una espiral de
violencia que se ha cobrado al menos 70.000 vidas. Su ruptura con el cártel de
los Beltrán Leyva -otrora sus aliados- y Édgar Valdez La Barbie,
uno de sus exsicarios, propició una batalla por territorios (“control de
plazas”, en el argot criminal) que sumió a un estado de sitio de facto a
ciudades enteras. Su pelea con una organización local por el control de Ciudad
Juárez, la principal entrada de cocaína a EE UU, y su pugna con Los Zetas, un
grupo criminal que controla el noreste del país, causó algunas de las escenas
más crueles de la guerra librada en los últimos años en México. Coches bomba en
Chihuahua, niños de cinco años tirados al suelo en medio de un tiroteo en
Tamaulipas, el incendio provocado en un casino en Nuevo León a plena luz del
día, cadáveres colgados de puentes como recordatorio a los conductores de que
están en un territorio en disputa.
Según las autoridades mexicanas, fueron precisamente los Beltrán
Leyva los que ordenaron el asesinato de uno de los hijos de El Chapo: Édgar
Guzmán, que murió tiroteado en 2008 a los 22 años cuando salía de un cine en
Culiacán, la capital de Sinaloa. Una enorme cruz blanca de cemento marca el
sitio donde el hijo del capo cayó asesinado por un comando de 15 hombres. Hasta
hace muy poco, un grupo de guardias armados no permitía hacerle fotografías.
Arturo Beltrán Leyva, uno de los líderes del cártel que organizó el crimen,murió en 2009 en una operación de captura conducida por
la Marina de México.
Las
leyendas alrededor de El Chapo Guzmán han florecido en los 13 años
transcurridos entre su fuga y su captura este sábado. Cuentan en Sinaloa que
era común que el capo apareciera en lujosos restaurantes y que, al tiempo que
sus guardaespaldas requisaban los móviles de los comensales, ordenaba que se
pagara la cuenta de todos los presentes. Hay quien añade que hasta les invitaba
una copa de coñac. Ha tenido al menos nueve hijos con tres mujeres diferentes.
La más joven, Emma Coronel, una exreina de belleza de 24 años, dio a luz a
mellizos en un hospital de Los Ángeles en 2011.
En
los últimos tres años, 25 de los 37 líderes narcotraficantes mexicanos más
buscados han muerto o han sido capturados. Pero ninguno era más buscado que El
Chapo, el narcotraficante que lideraba el cartel de droga más grande de México,
el que funciona como una transnacional.
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