Creo
que la causa fundamental de la pérdida de valores y principios en la sociedad
es el consumismo cada vez más atroz que vivimos, como consecuencia de una
equivocada forma de entender conceptos como el desarrollo, el bienestar, y la propia
felicidad, y de ver lo material y no lo espiritual como instrumento fundamental
para alcanzarlo. Pero como lo material sólo se consigue con dinero, éste se
convierte en un valor fundamental que va desplazando a los valores mencionados
anteriormente. A ello contribuye en gran medida la presión comercial. Una vez
que se empieza a valorar el dinero más que cualquier otra cosa, la manera
socialmente aceptable de conseguirlo es produciendo y vendiendo más y más, lo
que sea y como sea, pero hay que vender.
Ello provoca una presión comercial que tiende
a convencernos de necesidades que no tenemos, a deformar nuestros valores hacia
lo material, y a entrar en el círculo vicioso del consumismo, en el que como
para satisfacer esas “innecesidades” materiales necesitamos dinero, nos vemos
obligados a entrar poco a poco en el mismo juego. Esta dinámica genera a la
vez, al no encajar en esos parámetros artificiales, múltiples frustraciones que
degeneran en infinidad de actitudes insanas hacia uno mismo y hacia los demás.
Cuando
se entra en esta vorágine no es fácil recuperar los valores. Para ello hace
falta una conciencia clara del problema, y creo que aún estamos un poco lejos
de ello. Las sociedades suelen tomar conciencia de este tipo de problemas y
empiezan a buscar salidas cuando los problemas tocan fondo, y creo que, por
ahora, aún nos hace falta caer más para tocar fondo. Esto no es algo nuevo; la
historia tiene ejemplos de sociedades poderosas que llegaron a desaparecer por
el mismo problema, de las que la más conocida, tal vez, es el del imperio
romano de occidente.
En cualquier caso, tocando fondo o sin
tocarlo, no hay más salida que la conciencia de que es a través de los valores
espirituales fundamentalmente, y no de los materiales, como se consigue el objetivo
del ser humano. La religiones tradicionales pueden ser una forma, porque todas,
en el fondo, proponen dichos valores, aunque de diferentes formas. Pero no
necesariamente es cuestión de religión. Los valores están en un plano superior
aún; las religiones los adoptan: Pero no es necesario acceder al plano de los
valores a través de las religiones. Los valores son accesibles directamente a
todos y cada uno de nosotros. Sólo hace falta ser conscientes.
Más aún, no siempre las religiones son el
camino acertado; muchas personas tratan de buscar en las religiones no los
valores en sí mismos, sino la redención que sienten necesitar por no encontrar
dichos valores en su vida, y hay iglesias que practican una “religión” de
dudosa ética, convenciendo al inocente fiel de que sin importar lo que haga en
su día a día, tiene garantizado el perdón de Dios acudiendo a la iglesia y
“colaborando” económicamente con la misma; vendiendo el perdón de Dios, en
definitiva. En base a ello, no es difícil encontrar personas con doble moral,
que dañan permanentemente a su entorno, a la vez que viven convencidas de tener
abiertas las puertas del cielo.
Acerca
de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en
Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia
de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad
profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones
fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la
segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación
nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la
conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional
estigma.
Fui la primera
Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas
especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología
actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario