lunes, 2 de febrero de 2015

Mi versión de lo que ocurrió en la historia un día como hoy 2 de Febrero

Compilado por Luis Montes Brito
Un día como hoy 2 de Febrero de 1709 Alexander Selkirk es rescatado del archipiélago Juan Fernández , hecho que inspiraría el libro Robinson Crusoe, de Daniel Defoe. Alexander Selkirk, nacido Alexander Selcraig, fue un marinero escocés que estuvo durante cuatro años y cuatro meses como un náufrago en una isla desierta en la zona central de Chile; es probable que sus viajes junto con la historia de Pedro Serrano proporcionaran inspiración a Daniel Defoe (él lo entrevistó) para Robinson Crusoe. Aunque en su primera edición de 1719 la isla se ubica cerca de la desembocadura del río Orinoco y no en el océano Pacífico. En octubre de 1703 estaba en el galeón Cinque Ports, que tocó el archipiélago Juan Fernández, Chile. Selkirk discutió con el capitán el cual lo castigó y lo dejó . Allí permaneció durante cuatro años. El Cinque Ports se hundió poco después. El rescate llegó un día como hoy (viernes) 2 de febrero de 1709, con el barco Duke. Regresó al Reino Unido, donde al parecer se casó con una viuda. Se embarcó nuevamente en 1717 y murió a las ocho de la noche del 13 de diciembre de 1721 mientras servía como teniente a bordo del barco de la Armada Weymouth. Probablemente sucumbió a la fiebre amarilla. Fue enterrado en el mar en la costa occidental de África. El 1 de enero de 1966 la isla en la que estuvo Selkirk fue oficialmente rebautizada como Robinson Crusoe. Al mismo tiempo, la isla más occidental del archipiélago Juan Fernández fue rebautizada como Alejandro Selkirk, aunque es probable que Selkirk nunca la viera, ya que éste habitó la isla mayor oriental. En torno al año 2000 una expedición dirigida por el japonés Daisuke Takahashi encontró instrumentos náuticos del siglo XVIII en la isla, que probablemente pertenecieran a Selkirk.
Un día como hoy 2 de Febrero de 1841 en San Salvador, ciudad capital de El Salvador, una Asamblea Constituyente proclama la separación de El Salvador de la República Federal de Centroamérica. El 15 de septiembre de 1821, en una reunión en la Ciudad de Guatemala, los representantes de las provincias centroamericanas declararon su independencia de España. Dos años después, se constituyeron las Provincias Unidas de Centroamérica, que incluían cinco estados y eligieron al salvadoreño Manuel José Arce como primer presidente de la República Federal. Entre 1826 y 1840 tuvieron lugar una serie de enfrentamientos entre los nuevos estados, según estuvieran en el poder liberales o conservadores, quienes imponían legislaciones en sus estados, de acuerdo a sus diferentes orientaciones ideológicas. El hondureño Francisco Morazán fue el último presidente, cuyos esfuerzos por mantener unida la Federación fracasaron, al ser derrotado por las armas del conservador guatemalteco Rafael Estrada Cabrera. Un día como hoy 2 de febrero de 1841, una Asamblea Constituyente proclamó la separación de El Salvador de la Federación Centroamericana y aprobó la primera Constitución de El Salvador como Estado soberano e independiente de la República Federal, la cual contemplaba la posibilidad de efectuar la reorganización de la desaparecida Federación. El grupo menos favorecido siguió siendo el indígena. Roque Dalton señala que la situación de este sector no cambió en lo más mínimo con la independencia ya que los criollos y los mestizos desempeñaron el papel de explotadores. "Las masas indígenas bien pronto cayeron en la cuenta de que lo único que había cambiado eran las personas de los amos." Entre los años de 1832 y 1833 y bajo el lema "tierra, medio de producción y libertad", hubo una rebelión indígena como respuesta a la usurpaciones de tierras, al reclutamiento militar forzoso y al incremento de impuestos. Las comunidades nonualcas dirigidas por Anastasio Aquino, antiguo jornalero de una hacienda añilera, se levantaron en armas logrando tomar las ciudades de Zacatecoluca y San Vicente. La rebelión motivó a otros sectores y de 3000 hombres el ejército de los nonualcos llega a sumar 10,000. Anastasio Aquino fue sorprendido por las fuerzas del ejército y fusilado en San Vicente el 21 de abril de 1833.
Un día como hoy 2 de Febrero de 1848 Guerra de Intervención Norteamericana: firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo. México cede a EEUU. más de la mitad de su territorio: la totalidad de lo que hoy son los estados de California, Arizona, Nevada y Utah; así como parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming; se estableció al Río Bravo del Norte o Río Grande como la línea divisoria entre Texas y México. El Tratado de Guadalupe Hidalgo puso fin a la guerra entre Estados Unidos y México. Fue firmado un día como hoy 2 de febrero de 1848 y constituye el tratado más antiguo que todavía está en vigencia entre Estados Unidos y México. Como resultado del tratado, Estados Unidos adquirió más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados de valioso territorio y surgió como potencia mundial a fines del siglo XIX. Más allá de las ganancias y las pérdidas territoriales, el tratado reviste importancia en la conformación de la historia nacional e internacional de México y Estados Unidos. Durante la guerra entre Estados Unidos y México, los dirigentes estadounidenses adoptaron una actitud de superioridad moral en sus negociaciones del tratado. Vieron la incorporación forzosa de casi la mitad del territorio nacional de México como un acontecimiento predefinido por la providencia, que cumplía el destino manifiesto de difundir los beneficios de la democracia estadounidense a los pueblos inferiores del continente. En virtud de su victoria militar, Estados Unidos prácticamente dictó los términos del acuerdo. El tratado estableció un patrón de inequidad política y militar entre los dos países y, desde entonces, esta relación asimétrica ha acechado las relaciones entre Estados Unidos y México. El borrador del tratado fue llevado a México por Nicholas P. Trist, el comisionado de paz estadounidense, en el verano de 1847. Básicamente, exigía la cesión de Alta y Baja California y Nuevo México, el derecho de paso por el istmo de Tehuantepec y el río Bravo como frontera sur de Texas. A cambio, Estados Unidos pagaría hasta $20 millones a México y se haría cargo de hasta $3 millones de dólares por concepto de reclamos de ciudadanos estadounidenses en contra de México. En las siguientes negociaciones se abandonó la demanda de Baja California y el derecho de paso. Después de la campaña militar, que había acarreado la ocupación estadounidense de la mayoría de ciudades de México, el gobierno mexicano acordó reunirse con Trist para discutir los términos de la paz. Sin embargo, justo antes de que comenzaran las negociaciones, Trist recibió instrucciones del presidente James K. Polk de volver a Washington D.C. No obstante, Trist decidió quedarse y reunirse con los representantes mexicanos pese a que no disponía del estatus oficial. En enero de 1848, las negociaciones comenzaron en serio. El gobierno mexicano, dirigido por el presidente mexicano interino Manuel de la Peña y Peña, pronto llegó a un acuerdo en cuanto a los problemas limítrofes: el límite sur de Texas sería el río Bravo, la cesión de Alta California incluiría el puerto de San Diego y México renunciaría al territorio comprendido entre Texas y California y el límite quedaría por trazar. Los comisionados de paz mexicanos Luis G. Cuevas, Bernardo Couto y Miguel Atristain dedicaron bastante tiempo a redactar varios borradores de los Artículos VIII y IX, que trataban los problemas de los derechos de propiedad y la ciudadanía estadounidense para los ciudadanos mexicanos de las regiones recientemente cedidas. Los comisionados mexicanos lograron ampliar los textos de los dos artículos. Además introdujeron el Artículo XI, que daba a Estados Unidos la responsabilidad de controlar las incursiones hostiles de los indios que se originaran del lado estadounidense de la frontera. (El Artículo XI resultó ser un motivo de irritación entre las dos naciones y fue posteriormente anulado en el Tratado de Gadsden de 1854). Por iniciativa propia, Trist ofreció una indemnización de $15 millones de dólares porque consideraba que eso serviría para la aceptación del tratado entre quienes sentían que Estados Unidos ya había pagado suficiente en "sangre y bienes". Después de llegar a un acuerdo en todos esos temas, Trist redactó un borrador del tratado en inglés y Cuevas lo tradujo al español, preservando los modismos y las ideas antes que el sentido literal. Finalmente, un día como hoy 2 de febrero de 1848, los representantes mexicanos se reunieron con Trist en la Villa de Guadalupe Hidalgo, al otro lado de la capilla de la santa patrona de México. Firmaron el tratado y luego celebraron juntos una misa en la basílica. La firma del tratado fue sólo el comienzo del proceso; todavía tenía que ser ratificado por los congresos de Estados Unidos y México. Nadie podía prever cómo recibiría la administración de Polk un tratado negociado por un agente no oficial, ni podían saber los giros y virajes de la escena política mexicana de los próximos meses. En ambos gobiernos, el estadounidense y el mexicano, hubo oposición al tratado. En Estados Unidos, los abolicionistas del norte se oponían a la anexión del territorio mexicano. En el Congreso mexicano, una minoría considerable estaba a favor de continuar la lucha. De todos modos, ambos países ratificaron el documento. La firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo marcó el fin de una guerra y el comienzo de un largo debate político en Estados Unidos acerca de la esclavitud en los territorios adquiridos, así como de la continuación del conflicto limítrofe con México. El Tratado de Guadalupe Hidalgo reviste una importancia más amplia y desafiante para la historia de México que la que tiene para la historia de Estados Unidos. En parte, por la pérdida de territorio valioso, el tratado aseguraba que México seguiría siendo un país subdesarrollado hasta bien entrado el siglo XX. Los historiadores y los políticos mexicanos ven a este tratado como una amarga lección sobre la agresión estadounidense. Como resultado de la humillación de la guerra y la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, los jóvenes mexicanos de la época se embarcaron en un movimiento reformista, encabezado por Benito Juárez, gobernador de Oaxaca, quien se había opuesto al tratado. En la década de 1850, los reformistas llegaron al poder en México con la promesa de fortalecer el sistema político del país para nunca más ser víctimas de la agresión de Estados Unidos. La reforma de Benito Juárez fue el inicio de un proceso de modernización política y económica que continúa hasta el presente en México. El Tratado de Guadalupe Hidalgo ha tenido implicaciones no sólo para las relaciones entre los dos países sino también para el derecho internacional. Las interpretaciones de las estipulaciones del tratado han sido importantes en disputas sobre límites internacionales, derechos sobre aguas y minerales, y derechos civiles y de propiedad de los descendientes de los mexicanos en los territorios cedidos. Desde 1848, ha habido cientos de casos judiciales que citan el Tratado de Guadalupe Hidalgo como el sustento de reclamos de tierras, pero pocos querellantes mexicanos tuvieron éxito en conservar su tierra. Desde 1848, los indios estadounidenses y los estadounidenses de origen mexicano han luchado por lograr la igualdad política y social en Estados Unidos y a menudo han citado el Tratado de Guadalupe Hidalgo como documento que prometía derechos civiles y de propiedad. Aunque el tratado prometía la ciudadanía estadounidense a los ex ciudadanos mexicanos, los indios estadounidenses de los territorios cedidos, que en realidad eran ciudadanos mexicanos, no recibieron la plena ciudadanía estadounidense hasta la década de 1930. Los ex ciudadanos mexicanos casi siempre fueron considerados extranjeros por los colonos estadounidenses que se habían mudado a los nuevos territorios. En la primera mitad del siglo después de la ratificación del Tratado de Guadalupe Hidalgo, cientos de entes legales estatales, territoriales y federales produjeron un complejo tapiz de opiniones en conflicto y decisiones que tenían que ver con el significado del tratado. Los derechos de propiedad aparentemente garantizados en los Artículos VIII y IX del tratado (y en el Protocolo de Querétaro) no eran lo que parecían. En los tribunales estadounidenses, los derechos de propiedad de los ex ciudadanos mexicanos de California, Nuevo México y Texas demostraron ser precarios. En una generación, los estadounidenses de origen mexicano se convirtieron en una minoría privada de derechos y golpeada por la pobreza.
Un día como hoy 2 de Febrero de 1851 se da la Batalla de la Arada, la mayor victoria militar de Guatemala. (Con información de la cronica.com) En la que el General guatemalteco Rafael Carrera y Turcios derrota la coalición invasora de El Salvador y Honduras. El 28 de enero de 1851, el Presidente de El Salvador, Doroteo Vasconcelos, exigió que el presidente Rafael Carrera abandonara el mando. Esta histórica batalla derivó de anteriores conflictos, la declaración y posteriores acontecimientos. Durante el inicio de la segunda mitad del siglo XIX, ocurrió un hecho bélico, que enfrentó prácticamente a la región centroamericana, pero, que tuvo como protagonistas principales a Guatemala, Honduras y El Salvador. Recordemos que en ese año gobernaba Rafael Carrera, político conservador, quien dirigió al país, con algunos periodos de interrupción, entre 1844 a 1865; mientras que en El Salvador, Doroteo Vasconcelos gobernó durante dos ocasiones, entre 1848 a 1851. Profundo admirador de Francisco Morazán, con quien se unió al partido liberal. Por lo anterior y si tomamos en cuenta que, entre Guatemala y El Salvador, existían anteriores roces debido a que los salvadoreños se habían convertido, desde finales del siglo XVIII en una importante región económica, por lo que desde un inicio habían abogado por la separación.  Estas dos razones, tanto las ideológicas, como las económicas, habían sido un caldo de cultivo para que ocurriera la conocida Batalla de la Arada. El historiador Ralph Lee Woodward, Jr., en su texto El Régimen Conservador y la Fundación de la República, publicado en Historia General de Guatemala, expresa al respecto que la enemistad surgida de estas luchas históricas había sido explotada por Frederick Chafield para presionar a favor de los intereses comerciales británicos en El Salvador. Por otro lado, agrega que la elección de Vasconcelos a principios de 1848, significó el ascenso al poder de un liberal con fuertes sentimientos antiguatemaltecos. El Presidente Vasconcelos había apoyado la reforma en 1848 contra Carrera. Además, había favorecido la restauración del Estado de Los Altos y había protegido a los desterrados liberales de Guatemala que habían sido desterrados por Carrera, tal y como lo apunta Lee Woodward, Jr. Otro factor determinante sería la influencia de José Francisco Barrundia y Cepeda, político liberal guatemalteco, opositor a la unión con el Imperio Mexicano y quien había sido Presidente de Guatemala en 1829. Barrundia influenció al gobierno de Vasconcelos y tras presentar pruebas de que el presidente salvadoreño protegía a los liberales había ocurrido algunas escaramuzas, al mando de Carrera, con El Salvador. Lindo, en Honduras. El ingreso al conflicto por parte de Honduras, ocurrió cuando esta nación tenía como gobernante a Juan Nepomuceno Fernándes Lindo y Zelaya (1847–1852), conservador, quien por diversos hechos ocurridos en su país, se alió con Vasconcelos para declararle la guerra al gobierno de Guatemala. Los liberales que habían sido expulsados por Carrera, utilizaban los territorios de Honduras y El Salvador. Un 12 de noviembre de 1850, el Ejército Nacional de José Dolores Nufio invadió Guatemala y tomó Esquipulas. Seguidamente avanzó hacia Jocotán, hasta que esa invasión fue controlada por una fuerza enviada por Vicente Cerna. A partir de ese momento hubo movilizaciones de ejércitos y alianzas. Guatemala con Costa Rica, mientras que Nicaragua con El Salvador y Honduras. Otro de los intentos lo realizaron representantes de los Estados (Nicaragua, El Salvador y Honduras), quienes se reunieron en Chinandega, donde escogieron a Barrundia. El 22 de enero de 1851, salió desde Santa Ana, un ejército con la intensión de tomar la ciudad. La batalla de La Arada. Rafael Carrera se enfrentó a los invasores un día como hoy 2 de febrero de 1851. Según los historiadores se conoce como la más importante de su carrera militar. El informe de las bajas del ejército de Guatemala: se perdieron 3 oficiales y 20 soldados. Además, siete oficiales y 42 soldados heridos. El ejército invasor: 528 hombres muertos y un número indeterminado de heridos. El ejército carrerista capturó 200 hombres, 1000 rifles. Los demás miembros del ejército invasor se dispersaron en territorios salvadoreños y hondureños, mientras que para Carrera, su triunfo propició el derrocamiento de Vasconcelos y que terminaran los intentos de los liberarles por protagonizar. Carrera, junto al dictador costarricense Juan Mora, impuso el dominio conservador en la región.
Un día como hoy 2 de Febrero de 1887 en Punxsutawney, Pensilvania, Estados Unidos se celebra por primera vez el Día de la marmota. El 'Día de la Marmota es un rito basado en la observación del comportamiento de la marmota cuando termina su estado de hibernación para anunciar el fin del invierno. Según la creencia, si la marmota sale de la madriguera y no ve su sombra porque el día está nublado, abandonará la madriguera y esto significará que el invierno concluirá pronto. Pero si, por el contrario, el día está soleado y la marmota ve su sombra y regresa a la madriguera, la interpretación en este caso es que la estación invernal durará seis semanas más.El Día de la Marmota se celebra el segundo día de febrero en ciudades y poblados de Estados Unidos y Canadá. La más popular es la que se realiza en Punxsutawney, donde una marmota llamada Phil es sacada del abrigo de su madriguera en un tronco de árbol cerca del amanecer. Según la tradición, si Phil ve su sombra, habrá seis semanas más de invierno en Norteamérica. Si no es así (porque esté nublado, por ejemplo), la primavera llegará pronto. Phil fue inmortalizada en la película 'Atrapado en el tiempo', protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell. La tradición del Día de la Marmota tiene orígenes religiosos. Todo comenzó con el Día de la Candelaria, una fecha festiva en la tradición cristiana en la que, hace cientos de años en Europa, los sacerdotes bendecían velas y las repartían. Los que participaban declararon que si el cielo estaba despejado ese día, el invierno sería largo. Los romanos llevaron la tradición a los alemanes, quienes concluyeron que si el sol aparecía ese día, un erizo podría ver su sombra y eso indicaría que habría seis semanas más de frió, o un "segundo invierno". Un día como hoy 2 de Febrero de 1887 los alemanes que inmigraron a Pensilvania llevaron la tradición con ellos a ese estado donde las marmotas habitan en varias partes. Y fue entonces cuando la marmota reemplazó al erizo como pronosticadora meteorológica. Para los que creen en esta tradición, la marmota acierta la predicción de la llegada del invierno entre un 75 por ciento y un 90 por ciento de los casos. Para el National Climatic Data Center de EEUU en cambio, el nivel de acierto es del 39 por ciento, y un estudio realizado en varias ciudades canadienses durante un largo periodo de tiempo lo establecen en el 37 por ciento.

Un día como hoy 2 de Febrero de 1913 Se inaugura en Nueva York la Grand Central Terminal, la mayor estación ferroviaria del mundo. Un día como hoy 2 de febrero de 1913 se inauguró la estación de tren más famosa del mundo. Visita obligada en Manhattan, se convirtió en el centro de un nuevo Midtown y en la entrada y salida del país. Hoy sigue siendo un concurrido lugar de paso pero también un lugar donde pasar el rato lleno de restaurantes, tiendas, curiosidades y secretos. A continuación varios datos interesantes: SE CONSTRUYE POR ACCIDENTE. Por uno en concreto. El peor de la historia de la ciudad: la noche del 5 de enero de 1902, un maquinista harto de que los trenes siempre llegaran tarde a la antigua Grand Central Station se saltó un semáforo y chocó con otro tren. Murieron 60 personas. Antes de que se recogieran los restos del desastre dos magnates de la familia Vanderbilt y el jefe de la estación decidieron que era el momento de modernizarla. Demolieron la antigua estación, introdujeron la electricidad (no sólo en los trenes sino en todo el vestíbulo con más de cuatro mil bombillas) y soterraron las vías hacia el norte, a lo largo de lo que poco después sería el lujoso y exclusivo bulevar de Park Avenue. NO ES GRAN CENTRAL STATION, ES GRAN CENTRAL TERMINAL. O en todo caso Grand Central, como la llaman cariñosamente los neoyorquinos. Grand Central Station era la estación de tren anterior a 1913, que, efectivamente, era una estación y no una terminal, o parada final de una línea ferroviaria como es ahora. EN CIFRAS. “Cada gran ciudad del mundo tiene su gran estación, pero la más grande, la más gloriosa de todas es, sin duda, Gran Central Terminal”, al padre del Nuevo Periodismo, Tom Wolfe se le llenó la boca hablando de la estación neoyorquina. Y en parte tenía razón. Gran Central es la estación con más andenes del mundo: 44. Más de 10 mil obreros trabajando al mismo tiempo construyeron sus 67 vías subterráneas (en dos niveles) y su colosal edificio clásico. Los Vanderbilt, que amasaron su fortuna primero gracias a los barcos y luego al tren, no escatimaron en lujos: recubrieron el enorme vestíbulo central (de 38 metros de altura) de mármol de Tennessee, lo sostuvieron sobre 1.500 columnas y lo reforzaron con acero. ¿Exagerados? Quizá ahora sí, pero en el proyecto inicial tenía sentido: por encima de ese techo iba un rascacielos. La obra costó, al valor de hoy, más de dos mil millones de dólares. La criticaron por sus exageradas dimensiones. Pero estaba todo pensado. Cuando la crearon dijeron que por allí podrían pasar 100 millones de pasajeros al año. Hoy, tras recuperarse de algunos baches en los 60 y los 70, la usan más de 82 millones. A los que hay que sumar los más de 21 millones de turistas y los 40 que pasan por allí para coger el metro o simplemente comer algo. EL CIELO ESTÁ AL REVÉS. Poco más de un mes después de que se inaugurara la estación, un viajero de vuelta a su ciudad dormitorio, aficionado a la astrología, se dio cuenta: el cielo que habían diseñado J. Monroe Hewlett y Helleu en la bóveda del gran vestíbulo, con más de 2.500 estrellas y las constelaciones (de Acuario a Cáncer), estaba al revés. Durante años se intentó dar mil explicaciones simbólicas, pero fue un error de quienes lo dibujaron, que pusieron el boceto en el suelo, mirándolo desde arriba, en vez de mirarlo desde abajo, como normalmente vemos el cielo. Muy inspirados y místicos ellos nos quieren hacer creer que es la visión que Dios tiene del cielo. ¡Ajá! Y ADEMÁS TIENE AGUJEROS. No sólo ves el cielo como si lo viera Dios, sino que además tiene un agujero justo encima de Piscis, hecho en 1957, en plena Guerra Fría, para sujetar un gran misil que enorgulleciera a los miles de americanos que pasaban por ahí cada día. Y al otro lado, encima de Cáncer, una mancha negra para recordar a los pasajeros y visitantes lo sucia que estaba la bóveda antes de la restauración de los años 90. Negra como el carbón y no, precisamente, por el carbón sino por la nicotina que tragó durante años de los “mad men” fumadores compulsivos. EL OYSTER BAR. Y hablando de Mad Men. Aunque nunca lleguen a mencionarlo, por ahora. Está bastante claro que tanto Don Draper como Roger Sterling son clientes habituales de uno de los restaurantes más antiguos de Nueva York: el Grand Central Oyster Bar. Les pillaba a tiro de piedra de la oficina en Madison Avenue y era el lugar perfecto donde comer unas ostras o un cóctel de cmarones con un buen martini, antes de coger el tren para volver a casa con sus mujercitas. El restaurante que aún vende más de cinco millones de ostras al año también cumplió 100 años el mes de febrero de 2013. Sigue resistiendo la fuerte competencia de los últimos 10 años, desde que instalaron el patio de comida rápida (con Magnolia Bakery, comida china, pizza…), el Grand Central Market con puestos de delicatesen o el Steakhouse de Michael Jordan en el vestíbulo superior. ¿El próximo en abrir? Un Shake Shack. ES LA ESTACIÓN MÁS CINÉFILA. ¿O recuerdas otra estación que salga en más películas? Kitchcock fue el que mejor la rodó, primero en Recuerda (1942) y después para el principio de la huida de Cary Grant en Con la muerte en los talones (1959). Sam Mendes seguro que se fijó en aquel plano aéreo para reconstruir la atmósfera de los commuters (viajeros diarios que vienen a Manhattan a trabajar) de los años 50 entre los que se camuflaba Leonardo DiCaprio en Revolutionary Road. Más bonita la hemos visto en El rey pescador o en ¡Olvídate de mí! Y medio destruida en Los vengadores o en Soy leyenda. Y así podríamos seguir… película tras película. De Brian De Palma a Don Draper o Superman. LA VÍA FANTASMA. O vía 61. Originariamente era la que llegaba hasta debajo de una central eléctrica. Pero cuando aquella central y su almacén fueros sustituidos por el exclusivo hotel Waldorf-Astoria la vía y sus andenes se mantuvieron. ¿Para qué? Pues para poco. La verdad. Según informes del servicio secreto, Roosevelt la usó por primera vez como “vía de escape” mientras se hospedaba en el hotel para, quizás, ocultar su discapacidad. Desde entonces se tiene en cuenta como salida de seguridad en caso de ataque a los presidentes que se han alojado allí. Andy Warhol le dio un uso mucho más divertido en 1965 en su “Underground party”. UN PUNTO DÉBIL. Grand Central Terminal está llena de secretos que han ido manteniendo con los años. Uno de los que conservaran intactos, tal y como se creó en 1913, es la sala de máquinas con la fuente de alimentación de toda la red ferroviaria. Es apretar un botón y todos los trenes se ponen a chocar como en una maqueta. La sala es conocida como M-42, está por debajo de las vías y se accede a ella por un único ascensor y una pequeña escalera. Al parecer se construyó a prueba de bombas atómicas. Paranoias de la guerra. Según cuentan, los nazis intentaron sabotearla en 1942 y desde entonces está protegida por guardias armados. EL RINCÓN DE LOS BESOS Y LOS SUSURROS. Baja por alguna de las rampas hacia las vías de la planta de abajo, justo delante de la entrada del Oyster Bar, colócate contra una de sus columnas y di algo en bajito. Si en ese momento pasa alguien por la columna contraria te oirá. Se llama The Whispering Gallery (Galería de los susurros) y la diseñó el arquitecto valenciano Rafael Guastavino, basándose en la bóveda catalana. Luego está La galería de los besos entre las vías 39 y 42. No es que sea el único sitio donde poder besarse pero sí el más histórico porque ésas eran las vías por las que llegaban los trenes de larga distancia (que ya no salen de esta estación desde 1991), donde se despedían o recibían las parejas que estarían tiempo sin verse. NO TE FÍES DEL HORARIO. El gran letrero con las salidas y llegadas de los trenes fue hasta 1967 una pizarra en la que un trabajador iba apuntando con su tiza. Entonces y hasta 1985 el tren salía justo después de que el maquinista avisara al revisor para que este cerrara las puertas del andén. Ahora ya no existe este aviso ni nadie cerrando puertas, así que el viajero rezagado aún puede correr para entrar en el vagón hasta el último segundo antes de la salida del tren. De hecho, está comprobado que todos los trenes salen un minuto después de lo que marca el nuevo cartel digital encima de las taquillas. Lo que sí es muy fiable es el enorme reloj de la fachada principal o el central del vestíbulo: están controlados por un complejo sistema del Observatorio Nacional y son extremadamente exactos. LA ESTACIÓN DE LAS ESCALERAS. Será cuando en 2019 se acabe la ampliación de los nuevos túneles (a 42 metros de profundidad) a los que se accederá a través de 47 escaleras y 22 ascensores. Y eso que Grand Central Terminal nació como la primera estación sin escaleras, a pesar de tener el sótano más profundo de todo Nueva York. Para bajar o subir de las vías construyeron gigantes rampas. Y sólo había una única e imponente escalera (visible): la escalinata oeste, inspirada en el Palais Garnier de París. Pero en la restauración de 1998 incluyeron otra escalinata justo enfrente, en el lado este del vestíbulo, casi gemela (salvo porque los escalones son más anchos) que, supuestamente, estaba en los planos iniciales cuando ambas iban a servir como acceso al edificio que coronaría la estación. ¿Y la invisible? Una estrechísima de caracol por la que entran al puesto central de información.

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