Este es el titular con el que bastantes
medios de comunicación han recogido la noticia de la aprobación por el
parlamento británico de la ley que permite la modificación genética de un óvulo
con información genética de otro óvulo a fin de evitar graves enfermedades
degenerativas previsibles en un futuro hijo. El parlamento británico ha sido el
primero en el mundo en dar semejante paso, y las reacciones a nivel mundial no
se han hecho esperar, de la misma manera que pasó otras veces en que el avance
científico cuestionaba dogmas éticos de buena parte de las sociedades, como la
fecundación in vitro, que hoy es una práctica habitualmente aceptada.
Son cuatro, fundamentalmente, los
aspectos críticos que separan a los defensores de los detractores de la
aplicación de este avance. El primero es la esencia ética de la manipulación
genética, algo siempre tabú. Mientras que los científicos se frotan las manos
por la osadía de profanar un terreno hasta ahora reservado a Dios, la mayoría
de la sociedad muestra, en principio, resistencia y rechazo; y no siempre por
convicciones religiosas, sino también por esa tendencia natural que tenemos a
resistirnos al cambio, a entrar en lo desconocido; por eso de que “más vale lo
malo conocido que lo bueno por conocer”. Esto es algo que se cura con el
tiempo.
Los argumentos éticos basados en
convicciones religiosas son otra cosa. Cada quien tiene derecho a mantener sus
convicciones, y a interpretar a su manera lo que Dios quiere o no; pero debe
recordarse que las convicciones religiosas son libres, subjetivas y personales,
y no compartidas necesariamente por muchos otros; y permiten tomar o dejar lo
que la ley permite o puede permitir solo a nivel personal, pero no deben
impedir que otros se beneficien de ello, siempre que nadie salga perjudicado.
Se supone que esa capacidad que tiene el ser humano para resolver sus problemas
es también un don divino.
Otro aspecto crítico es la puerta que
se abre a la “fabricación de bebés a la carta”. Interesante punto. En lo
personal, me horroriza la idea del bebé a la carta, pero considero que esta
sería una aplicación demasiado frívola de este avance científico. Por el otro
lado, me fascina la idea de que la ciencia permita evitar el sufrimiento que
supone una enfermedad degenerativa que en un plazo de tiempo termina en la
muerte, más aún habiendo pasado por una amarga experiencia de este tipo tiempo
atrás. Está en la mano de los seres humanos darle la aplicación adecuada, como
casi todo lo que tenemos a nuestro alcance. Y para eso se hacen las leyes, para
regular, no solo para permitir o prohibir. En este caso la propia ley es muy clara
en que únicamente permite (no obliga) el uso de esta técnica para evitar
enfermedades degenerativas.
Un tercer argumento de los detractores
se basa en que aun estando enfermo y sufriendo se puede ser feliz, y que el
estar sano no garantiza la felicidad. Por supuesto, la felicidad depende de
otros factores también, y hay quien luchando y sobreponiéndose al sufrimiento
encuentra una realización personal que quizás no había encontrado antes, pero
son casos particulares que pueden extrapolarse. No nos engañemos; yo no conozco
a ningún enfermo que no quisiera estar sano, ni a ninguna persona sana que
quisiera estar gravemente enferma. La enfermedad la prevenimos, la evitamos,
nos inmunizamos contra ella; y cuando la tenemos luchamos contra ella, casi
siempre sirviéndonos del avance científico; aplicando las técnicas que sean
necesarias, técnicas algunas, que aplicadas de otro modo podrían ser dañinas. Y
nadie clama por ello. Entonces, si se tiene la posibilidad de elegir desde un
principio entre la salud y la grave enfermedad, ¿Cuál es el problema?
Por último, un cuarto argumento que he
leído al respecto hace referencia a que, como siempre, con esta técnica se
verán beneficiadas solo aquellos económicamente solventes para pagarlo, pero no
la mayoría de la población. Yo también me quedé pensando en ello hasta que me
di cuenta de que el propio argumento dice “como siempre”. Así es, como siempre.
Ello significa que eso pasa siempre a todo nivel. Unos sectores sociales pueden
estudiar en los mejores colegios y universidades; otros ni siquiera sueñan con
ello. Unos tienen acceso a la tecnología más avanzada; otros solo a lo que
llamamos “tecnología apropiada”, que no es más que la que se tiene a mano a
mínimo o nulo costo. Unos viajan y vacacionan en cualquier parte del mundo;
otros nunca tuvieron una vacación, ni la tendrán. Me temo que esto no es un
problema de la ciencia, sino de la desigualdad económica y social existente y
que se incrementa año tras año.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui
la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en
ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo
acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la
Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia
regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes
que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos
acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario