Los esquemas familiares en los que
abundan condiciones tan desfavorables para la convivencia familiar, tales como
alcoholismo, droga, prostitución, abusos, etc., en muchísimos casos tenderán a
repetirse en la siguiente generación; como en una especie de círculo vicioso,
del que no es tan fácil escapar. En un post anterior, un lector comentaba que
son las condiciones las que hacen al individuo y no al revés. Este comentario
parece explicar por qué no es fácil romper ese círculo vicioso.
Las condiciones de vida desfavorables
enseñan a los hijos “cómo es la vida”. A veces, a penas tienen oportunidad de
tomar conciencia de que hay otras formas de convivencia; otras veces sí son
conscientes de que las cosas pueden ser de otra manera, pero no encuentran el
suficiente estímulo para tratar de cambiar ese esquema; no saben cómo, y se
refugian en ese dicho de “más vale lo malo conocido...”. A fin de cuentas, ya
están acostumbrados a esa forma de vida, y así han sobrevivido.
Sin embargo, hay personas que sí toman
conciencia de que no se trata simplemente de sobrevivir de la manera que sea, y
se proponen buscar otras formas diferentes, y en bastantes casos lo consiguen.
¿Cómo encontraron ese estímulo estas personas? No hay una respuesta general.
Normalmente se trata de personas con un nivel de conciencia superior al normal,
lo que les permite encontrar el estímulo naturalmente, o con ayuda de alguna
otra persona, o incluso de alguien de la propia familia, que aun envuelta en
las condiciones desfavorables, es autocrítica con ellas. Como sea, estos casos
muestran que sí es posible escapar de ese círculo y no repetir los mismos esquemas
en el futuro, al mismo tiempo que parecen quitar la razón a ese comentario de
que son las condiciones las que hacen al individuo.
La conclusión de todo ello es que si son
las condiciones las que hacen al individuo, o es a la inversa, no son dogmas. A
veces las condiciones son las que hacen al individuo; otras veces es al revés.
Pero lo importante es que las cosas no son de una forma o de otra
caprichosamente, sino que las personas pueden sobreponerse a la situaciones
desfavorables y crear las condiciones; de lo contrario, normalmente son las
condiciones las que hacen al individuo. Si se tiene un objetivo claro, con
mayor o menor dificultad se puede alcanzar; si no, será el viento el que lo
lleva a uno en la dirección que sople.

Insisto,
un cierto nivel de conciencia y estímulo es necesario para establecer
esos objetivos. Sin embargo, no es frecuente que surjan espontáneamente.
Normalmente se inculcan en las personas, y la edad ideal para hacerlo es la
niñez, la adolescencia, y la temprana juventud, cuanto antes mejor. Y lo ideal
es que lo haga la propia familia. Y a ello me refería en otro post cuando
hablaba de la claridad de objetivos de la familia para con los hijos. Un lector
comentaba que es solo la claridad de objetivos que el propio individuo tiene en
la vida lo que determina el éxito o el fracaso. De acuerdo solo en parte, Don
Edgar Benjamín. Si los padres no trabajan en estimular a sus hijos y en
despertar su conciencia, es bastante más difícil (no imposible) que los hijos
lleguen a tener esa claridad de objetivos.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones
en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y
Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi
actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos
direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica
privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de
comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de
extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su
tradicional estigma.
Fui la
primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer
dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente
he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas,
Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o
Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de
U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora
en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable
Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la
salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo
mi actividad profesional con otras actividades.
La
tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y
teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del
mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente
aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en
ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.
Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que
juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.