miércoles, 11 de agosto de 2010

Mujeres latinoamericanas responden a vituperios de Chavez en contra de Condoleezza Rice

Por Luis Montes Brito
Recientemente, con la frase “Así es como se frena a un demente!” como preámbulo, recibí en diferentes correos provenientes todos de respetables señoras hispanas residentes en Long Island, la siguiente carta atribuida su autoría a la Doctora Condoleezza Rice, anterior Secretaria de Estado de los Estados Unidos de América.

Francamente hablando, yo no puedo dar fe de la autoría de la misma, sin embargo he sido testigo al igual que millones de personas de los múltiples vituperios que el dictador venezolano profirió contra la señora Rice.

Chávez en un intento burdo de causar hilaridad emitió sus comentarios públicamente generando el efecto contrario al deseado, pero creo que eso no le preocupa a él ya que su narcicismo, su embrutecimiento con el poder y su falta de sensibilidad evidentemente le impiden la capacidad de razonar.

Independientemente de la certeza de la autoría de la carta, la misma tiene un objetivo de reivindicación a la mujer y a cualquier ser humano que haya sido insultado. Esa es la intención de las señoras que están distribuyendo el correo electrónico. Ciertamente todas las mujeres, así como millones de hombres, nos sentimos ofendidos por los injuriosos comentarios del aprendiz de dictador bolivariano. Nadie debe ser ridiculizado por motivos de género, raza o credo.

Dejo con usted a continuación la bofetada con guante de seda asestada al majadero presidente venezolano, en la carta atribuida a la Doctora Condoleezza Rice.

Traducción y Versión libre de Gustavo Coronel

Sr. Presidente Chávez:

Había estado esperando mi salida del gobierno, a que transcurriese un tiempo prudencial para enviarle esta misiva. Aunque desde el punto de vista geopolítico sus expresiones desconsideradas contra mi persona fueron deleznables, por lo cual no fueron respondidas oficialmente, no puedo negar que me produjeron malestar. Ningún ser humano puede dejar de molestarse cuando alguien se refiere a él o ella en términos procaces y desconsiderados. En el caso que nos ocupa ello estaba magnificado por el hecho de que: (1) usted era el presidente de un país con el cual mi país tiene relaciones diplomáticas; (2, usted violó el viejo dicho español que reza: “a la mujer, ni con el pétalo de una rosa”y, (3), sus comentarios tenían un componente racista que en mi país es ya definido como “politicamente incorrecto”, pero que usted aún practica con entera impunidad en el suyo.


Se refirió usted a mi escasa cultura y a una pretendida atracción que yo sentiría por usted. En primer lugar, debo decirle que anoche tuve el honor de tocar con la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, como solista, el concierto número 20 para piano de Wolfang AmadeusMozart, KV.466 (sabe usted el significado de KV? No lo creo). Soy una de las más destacadas concertistas no-profesionales de los Estados Unidos. Estudié piano al mismo tiempo que me graduaba de politóloga en la Universidad de Denver. Y usted, Sr. Chávez? Me dicen que aparte de haber sido un estudiante mediocre de la Escuela Militar de Venezuela, aparentemente el refugio de quienes no dan la talla en la universidad, usted no tuvo otra educación formal. Parece ser que ello es la razón por la cual insiste en que 8x7=52 y que el hombre llegó al planeta Tierra hace 2000 años. Sin olvidar que su ortografía parece dejar bastante que desear. Sus pomposas citas son cursilonas y con frecuencia inexactas. Fíjese que solo es ahora que le digo esto, ya que jamás le hubiera echado a usted en cara su incultura y patanería, a no haber mediado su agresión a mi persona.

En segundo lugar, no creo que sentiría atracción por alguien como usted. No me refiero a su aspecto físico, el cual ciertamente no es de concurso sino, digamos, simplemente sub-standard. Me refiero a sus maneras, a la pobre calidad de su lenguaje y a la agresividad que muestra hacia el sexo femenino. Estoy informada de su manera de tratar a su ex-esposa, hasta en público, de sus ofertas machistas por televisión acerca de ‘darle lo suyo” y de la violencia que usted utilizó contra las mujeres con quienes tuvo relación en el pasado. Afortunadamente hoy no se le conoce relación con fémina alguna, excepto alguna que otra zalamería ocasional hecha a algún travestís brasileños. Por ello no podría sentir atractivo alguno por alguien que, más bien, me causa repulsión. Tampoco me sentiría muy a gusto con alguno de sus acólitos, llámese Cabello o Istúriz, apenas marginalmente más aceptables.

Usted se mofó de mi nombre, Condoleezza, relacionándolo con condolencias y tristeza. No es tal cosa, Sr. Chávez. Mi nombre es derivado de la expresión musical italiana “con dolcezza”, es decir, con dulzura. Se lo explico porque es evidente que sin esa explicación usted no tendría la menor idea de su verdadero significado. Los idiomas no son su fuerte, como lo recuerdo bien de su intento de insultar al Presidente Bush en una curiosa versión del idioma Inglés, algo que sonaba como “iu ar a donki”.

He tenido la suerte de llegar a los más altos niveles del gobierno de mi país debido a mi formación intelectual. No me hice notoria liderando un golpe de estado sangriento que dejó más de 200 venezolanos muertos, algo de lo cual usted se ha jactado, al decir “yo si estuve en un golpe, echando plomo de verdad”. En mi país generalmente (hay excepciones) la gente intelectualmente sólida entra al gobierno buscando reconocimiento y no tiene necesidad de robar. Entiendo que en regímenes como el suyo, ustedes llegan al poder sin muchas credenciales intelectuales y lo usan para enriquecerse o, como dicen algunos, “para comer completo”. Fíjese que no compartimos filosofías de la vida y que mientras yo toco a Mozart con la Orquesta Sinfónica de Filadelfia usted canta rancheras mexicanas a capella, es decir, a palo seco. Mientras yo doy conferencias en las universidades usted cuenta sus peripecias peristálticas, sus retortijones en un túnel.

Bien,

creo haber puesto las cosas en su sitio. Usted ha elegido su camino, junto a los estados forajidos y grupos terroristas y narcotraficantes del planeta. Esa ha sido su decisión. Pero ella lleva consigo responsabilidad indelegable. Usted ha podido ser un discípulo de Mandela y eligió ser un discípulo de Mugabe. Ha podido sentirse orgulloso de Jose Maria Vargas y decidió sentirse orgulloso de Ezequiél Zamora. Usted eligió su camino. Su régimen terminará, como decía T.S. Eliot (un poeta de mi país, Sr. Chávez) acerca del fin del universo: “no con una conmoción sino con un susurro”. No tendrá donde esconderse.

A continuación dejo con ustedes el el concierto número 20 para piano de Wolfang Amadeus Mozart, Köchel Verzeichnis (KV) 466, el mismo que ejecutara la Doctora Rice como solista en compañía de la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, la noche antes de escribir la carta al grosero comandante Chávez.




2 comentarios:

  1. Luis: ciertamente cabe la duda sobre la autoría de esta carta... me llama la atención la frase "mientras yo toco a Mozart con la Orquesta Sinfónica de Filadelfia usted canta rancheras mexicanas a capella"; me parece que esta frase no la diría la Dra. Rice, pues estaría ofendiendo a un grupo, en su mayoría mexicanos, que cantan sus rancheras con mucho orgullo. Alguien por allí que pueda confirmar la procedencia de esta carta??

    Zaira B.

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  2. Estimada Zaira, como lo expreso en mi introducción a la carta en discusión, francamente hablando no puedo dar Fe de la autoría de la misma, es más la pongo muy en duda.
    Generalmente hablando, este tipo de documentos apócrifos que circulan, como por ejemplo la supuesta descripción de los salvadoreños atribuida a Gabriel García Márquez, son escritos de personas que se valen de la fama de otros para llamar la atención a los de ellos.
    Más sin embargo, la publiqué por dos razones:
    1. Es chocante ver a un hombre y sobre todo siendo presidente de un país expresarse de una dama de la manera que lo hizo repetidamente Chávez.
    2. La carta me la hicieron llegar en diferentes correos varias señoras no relacionadas entre sí, que como mujeres se sienten reivindicadas por la misma. Lo cual me parece justo de su parte.
    Pero si, por la duda que comparto completamente contigo, dediqué la mitad de mi introducción a señalar la falta de certeza sobre la autoría.
    Saludos hasta Canadá.

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