domingo, 8 de mayo de 2011

¿Seré una buena madre?

Por Waldemar Serrano-Burgos

Esa fue la pregunta que mas me llamó la atención después de haber hecho un sondeo durante esta semana a varias amigas que tienen la distinción de ser madres.

En ese sondeo –no científico- honesto y preciso, me enteré por primera vez que esa pregunta es un denominador común entre miles de otras preguntas que se hicieron ellas durante el primer mes de gestación.

El sondeo fue uno muy diverso e interesante, ya que hubo madres de niños con bendiciones particulares –como diría mi amiga Coral-, una que escogió la adopción, otra que no estaba en sus planes serlo y mucho menos con la persona de quien se convirtió en el “donante” –como ella le llama-, otras que literalmente empezaron al terminar su secundaria, una que es madre no solo de una chica, sino de un centenar de animales; y otras que tuvieron la oportunidad de planificarlos.

Lo que sí les puedo decir es, que cada una de ellas son mujeres: luchadoras, comprometidas, con un corazón más grande que la luna, perseverantes, dedicadas, detallistas, empresarias o empleadas, esposas, novias, solteras, hijas, hermanas, tías, nietas, multifacéticas, guerreras y sobre todo; maestras de sus decisiones y estudiantes de la vida.

En la semana en donde las tiendas se llenan desde que abren hasta que cierran y en donde los “moles” gastan millones de dólares en publicidad para que todos –incluyéndome- de una forma u otra vayan a comprar regalos materiales, para esas que son las únicas que tienen la autoridad divina de crearnos; he notado que se ha perdido un poco el sentido real que fue por el cual se creó ese día de celebración.

Durante esta semana me le acerqué a mi madre para preguntarle que ella deseaba para ese día en donde ella iba a ser la homenajeada y ella en cuestión de segundo me contestó con una simple oración, “lo que tú quieras, ya que mi regalo mayor es el tenerlos a todos ustedes aquí a mi lado”.

Esa simple conversación dio pie para escribir la columna de esta semana, ya que ella con esa simple oración me acordó que el mayor regalo que le podemos dar, es estar a su lado amándolas y reconociendo el impacto que ellas han tenido en nuestras vidas; que es el verdadero significado del porque celebramos ese día.

No es para darles regalos –que aunque digan que no, les encantan-, flores o una simple tarjeta con un dibujo, es realmente un día en donde cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de reconocer todo el esfuerzo, trabajo, empeño, dedicación y las largas horas que ellas nos han dedicado en el transcurso de nuestras vidas para darnos lo que ellas dan incondicionalmente, AMOR.

Hoy quiero recordar lo que es importante para mí, quiero agradecerle no solo a las cientos de mujeres a las que he tenido el placer de conocer y compartir; y que me han enseñando con sus acciones, gestos y sacrificios lo que el amor de madre es capaz, sino quiero darle las gracias a mi progenitora, a la que me tuvo en sus entrañas a la que se desveló por mis lloriqueos; a la que estuvo ahí en cada una de mis caídas en las cuales –no sé porque- me cogieron más de 100 puntos; a la que luchó incansablemente para ofrecerme todas las oportunidades que estaba a su alcance; a la que me arropaba en las noches cuando me quedaba dormido en su cama; a la que me cuidaba cuando estaba enfermo; a la que me cocinaba mis antojos; a la que de mirarme fijamente a los ojos sabes qué me pasa algo; a la que me enseñó a amar incondicionalmente; a quien es mi gran maestra de la vida; a la que le debo tanto y no se algunas veces como pagarle; a la que me dio la vida y por la cual yo solo la daría; a esa que derramó lágrimas porque me vio pasar por momentos difíciles y no podía hacer nada, ya que era mi proceso y que ella era solo una observadora y que lo único que me podía decir era que estaba ahí para mí; a la que en momentos de alegrías es la primera que llamo para celebrar; a esa que solo puede tener el título de ser mi madre.

Hoy no solo quiero reconocer a mi madre a la cual amo profundamente; sino a todas aquellas mujeres valientes que se han atrevido a aprender caminando; que luchan –solas o acompañadas- por superarse diariamente no importa las circunstancias; a esas que aman incondicionalmente sin mirar las bendiciones especial que tengan sus hijos; a esas que aunque no sepan cómo, se lanzan a hacerlo; a esas que tienen su norte muy claro, y es uno simple, ser un ejemplo para sus hijos y amarlos hasta el último día que estén con oxígeno en sus pulmones.

Termino diciéndoles a ustedes, que aunque esa sea la pregunta que todas se hicieron en un momento determinado, creo que la vida se ha encargado –en la inmensa mayoría de los casos- de contestarles y de demostrarles, que si lo son unas excelentes madres.

Waldemar Serrano-Burgos, CEC, ACC es Life Coach Certificado Internacional, que trabaja en los mercados de Miami, Orlando, Nueva York, Puerto Rico y Republica Dominicana. Puede contactarlo al 305.335.4044 o por email wsbcoaching@gmail.com

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