domingo, 29 de mayo de 2011

Adoptando al que mató a mi hijo

Por Waldemar Serrano

Poniéndome al día con las noticias en TV –admito que cada día veo menos- me percaté de una noticia que captó mi atención inmediatamente, ya que no era una de esas historias de cuantos años le estaban dando a un individuo que mató a alguien, ni era el francés que trató de “seducir” de una manera “innovadora” a la que le limpiaba la habitación, tampoco era la que más me causó risa, que se iba a acabar el mundo un sábado a las 6pm.

Era la historia de una madre que le habían matado al hijo a los 15 años en la ciudad de Miami y quien lo había hecho, era nada menos que un amigo de infancia, tuvieron una rencilla y le quitó la vida. La noticia comenzó dando el preámbulo de lo que realmente era la noticia y era que el joven, el asesino, estaba a punto de salir de la cárcel, después de haber cumplido su sentencia de 15 años.

La madre por espacio de 13 años no había podido sacarse el dolor de su alma y el vacio que le había causado la repentina muerte de su único hijo. Todo ese tiempo pensamientos negativos rodeaban diariamente la cabeza de esta noble mujer, hasta que un día ella se armó de valor y decidió el enfrentar a ese “bandido” como ella le decía, quien le había quitado lo más que ella amaba.

Ella comentó durante la entrevista que ese primer encuentro fue uno doloroso y sanador a la vez, y que enfrentó directamente a quien había sido condenado a vivir tras las rejas por la muerte de su primogénito.

Después de esa reunión en donde confesó su arrepentimiento de lo que le había hecho a su hijo y a ella, fue el comienzo de una serie de vivitas de parte de ella, durante los últimos meses que le quedaban a él en la cárcel.

Lo extraordinario de esta historia no es que el convicto consiguiera el perdón de la madre de quien él le arrancó la vida con un disparo, sino que la entrevista concluyó –con una escena sacada de una película- en donde se están despidiendo en el área en donde los presos ven a sus familiares. El se despidió diciéndole “nos vemos y te quiero mucho” y ella concluyó contestándole “yo también te quiero hijo”.

Al concluir la historia apagué el televisor ya que con eso que había escuchado era lo único que necesitaba de ver, una historia positiva, inspiradora, llena de drama y a su vez con una enseñanza extraordinaria de amor y de perdón.

Al otro día estaba meditando en la mañana cuando me acordé de una historia similar, pero esta vez en Sur África. Después que el Apartheid fue derrocado y exterminado de esa nación, se crearon unas cortes especiales para trabajar con los asesinatos de cientos de miles de personas inocentes durante el periodo más horrible de la historia de ese país.

Fueron miles de casos que se presentaron en contra de personas inescrupulosas que asesinaban por el mero hecho que alguien les caía mal.

Este fue el caso de una mujer que le asesinaron a su marido y a sus dos hijos a plena luz del día en su residencia. El juicio de los policías, que le habían causado tan profundo dolor incalculable a esta señora duró unos cuantos días.

El último día del juicio después de haber escuchado la prueba contundente que trajo la fiscalía y los testimonios de los vecinos que presenciaron esa vil masacre, el juez tomó unos minutos para preguntarle a la víctima que cual era el castigo que ella entendía que sería razonable.

La mujer que durante el juicio llegaba temprano y se sentaba en la misma silla todos los días, callada, observando todo lo que sucedía y con un temple que las personas que estaban a su alrededor no entendían. Ella al escuchar al juez echó a un lado lo que tenía en su falda y lentamente se levantó y le dijo al juez:

“La única sentencia que desearía, si así usted así me lo permite su señoría, es que el caballero sentado en esa banca me adopte como su madre, que me visite semanalmente sin excusas y que me dedique tiempo de lo que me queda de vida; ya que perdí a toda mi familia”.

Esa fue la única petición de esta humilde señora, que no solo dio un ejemplo de amor, sino de una sensibilidad inexplicable y sobre todo de una capacidad inmensa de perdonar.

Está de más decir que hasta el día en que sacaron la historia por el NY Times el guardia estaba visitando semanalmente a la señora la cual llamaba mamá de cariño.

Concluyo con una sola pregunta, si estas personas pudieron sacar el valor para perdonar a unas personas que le arrebataron a sus seres queridos ¿Qué es lo que te impide a ti hoy perdonar a esa persona que te hizo daño?

Hoy es un buen día para sanar el alma y empezar una nueva vida llena de amor. Te exhorto a que hagas este acto de reflexión con esa simple pregunta y cuando llegues a una respuesta, actúes con amor.

Waldemar Serrano-Burgos, CEC, ACC es Life Coach Certificado Internacional, que trabaja en los mercados de Miami, Orlando, Nueva York, Puerto Rico y Republica Dominicana. Puede contactarlo al 305.335.4044 o por email wsbcoaching@gmail.com

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