Tomado de The Wall
Street Journal
Los motivos que nos
llevan a tomar riesgos
Los motivos que nos
llevan a tomar riesgos
Investigaciones demuestran que experimentar discriminación o
rechazo fomenta la osadía, que las mujeres no tienen
un menor apetito de riesgo que los hombres, que los adolescentes no son tan
atrevidos como se cree, que los osados en un ámbito podrían ser tímidos en otros.
Por Sue
Shellenbarger
Paul Cusma administra el
dinero de sus clientes con cuidado, para que los que son jubilados "no
tengan que volver a trabajar", expresa el asesor financiero de Florida. En
el ámbito de las inversiones, "siempre estoy haciendo planes para un día
lluvioso", dice.
Pero fuera del trabajo,
tenga cuidado. Cusma, de 36 años, maneja una de las motocicletas más rápidas en
la autopista para disfrutar de "un impulso de adrenalina", comenta, y
agrega: "Si pierdes la concentración por un segundo, te estrellas y te
mueres".
Quizás usted no se
considere una persona que toma riesgos. Considérelo de nuevo. Estudios
recientes que usan nuevas herramientas experimentales están cambiando la vieja
creencia de que el apetito de riesgo es principalmente innato e inmutable. De
hecho, las razones por las que la gente hace apuestas locas son mucho más
complejas. La gente que es cautelosa en algunos contextos podría aceptar el
riesgo en otras, dependiendo de factores como la familiaridad de la situación y
sus emociones en ese momento. Los hallazgos están destruyendo estereotipos
tradicionales, como que las mujeres son por naturaleza más cautas que los
hombres, o que los adolescentes son inevitablemente arriesgados.
"Ha sido sorprendente
conocer la amplia variedad de razones que la gente tiene para tomar
riesgos", indica Elke Weber, profesora de negocios internacionales en la
Universidad de Columbia y una investigadora destacada sobre riesgo. Comprender
las raíces de la toma de riesgos puede guiar a la gente a tomar mejores
decisiones, apunta. Algunos anhelan avanzar sus carreras o disfrutar de nuevas
aventuras pero sobreestiman los peligros. Otros avanzan demasiado rápido sin
considerar riesgos peligrosos.
Conocer el entorno puede
cambiar la forma en que uno evalúa el riesgo. "La mayoría de la gente
exagera la probabilidad de que algo salga mal" cuando incursionan en
territorio desconocido, sostiene Margie Warrell, una autoridad en el tema que
vive en Australia y ha asesorado a ejecutivos y empleados. "También
sobreestiman las consecuencias de que las cosas salgan mal", añade. Con la
experiencia, se vuelven más realistas, y aprenden a lidiar con las consecuencias
del fracaso. "Mientras más salgamos de nuestra zona de comodidad, más
desarrollamos nuestra tolerancia para la toma de riesgos", expresa.
El ambiente puede influir
en la habilidad para tomar riesgos. Jennifer Bellinghausen, una madre de 39
años que vive en Texas, no es una persona atrevida y nunca consideró hacerse un
tatuaje. Le aterran las agujas y dedica su tiempo a su familia. Pero cuando
entró a la tienda Mom's Tattoos hace unos años con una amiga que se iba a
tatuar, la dueña de la tienda era tan amable que sintió que "eran mejores
amigas instantáneamente", dice. Bellinghausen al final se hizo un tatuaje
de un gatito en su tobillo. "Me sorprendió; no soy una persona
atrevida", afirma.
Efectos de la 'Cultura de
Honor'
Las emociones fuertes
también alientan la toma de riesgos, demuestra la investigación. Los hombres
convencidos de que deben defender su masculinidad son más propensos a discutir
o agredir a un conductor en un ataque de ira en la calle, según un estudio de
2012 publicado en la revista académica Social Psychological and
Personality Science. Otras investigaciones demuestran que experimentar
discriminación o rechazo fomenta la osadía.
Ione Fletcher Kleven —una
abuela de 67 años que no apuesta, le disgusta volar y lleva 49 años casada con
el mismo hombre— normalmente no asume riesgos. Pero cuando se encontró con un
niño de 14 años que estaba siendo acuchillado y golpeado por dos hombres en la
puerta de su casa, sintió "una ola de calor por su columna", jaló al
niños de sus agresores y les gritó en su cara, "¡Fuera de aquí!". Su
esposo Oliver salió de la casa y los atacantes huyeron. El niño se recuperó
meses después. "No quiero herir a nadie", dice Kleven. "Pero esa
noche les hubiera arrancado la cabeza".
Los investigadores han
desarrollado nuevas herramientas para indagar en los matices de la conducta
arriesgada, y sus hallazgos han eliminado el estereotipo de estudios anteriores
que sugerían que las mujeres tienen un menor apetito de riesgo que los hombres.
Una escala elaborada en la Universidad de Columbia mide el riesgo no sólo en el
ámbito financiero sino también en el social, ético, recreativo y médico. Los
investigadores descubrieron que los osados en un ámbito podrían ser tímidos en
otros.
Las mujeres se sienten más
cómodas que los hombres tomando riesgos sociales, como mudarse a otra ciudad o
lucir atuendos inusuales, según estudios que usan la nueva escala de riesgo.
Cuando los investigadores toman en cuenta las diferencias entre hombres y
mujeres en la forma de percibir distintos tipos de riesgo, las mujeres tienen
una tolerancia al riesgo similar a la de los hombres, anota Weber.
Decisiones en frío vs. en
caliente
Otra herramienta
experimental, llamada Columbia Card Task (o ejercicio de cartas de Columbia),
le permitió a los investigadores descubrir que los adolescentes no son tan
atrevidos como se cree. El ejercicio ofrece a los participantes una imagen en
la computadora de varias filas de cartas boca abajo. Ganan dinero si voltean
una carta con una cara sonriente, pero pierden mucho dinero si voltean una
carta con una cara fruncida. La versión "fría" del ejercicio motiva
decisiones tranquilas y racionales al dejar que los participantes elijan de una
vez por todas cuantas cartas voltearán. La versión "caliente" provoca
mayor pasión al obligar a los jugadores a voltear las cartas una a la vez.
El creador del ejercicio,
el profesor de psicología Bernd Figner de la Universidad Radboud, en Holanda,
dice que la versión fría es como tomar una sola decisión sobre pólizas de
seguro con varias opciones de cobertura. La versión "caliente" es ir
a un bar y decidir después de cada trago si se va a tomar otro más.
Los adolescentes toman
muchos riesgos en la versión caliente, pero se vuelven muy racionales en la
versión fría del ejercicio. Ayudarles a comprender cómo influyen sus emociones
sobre las decisiones que toman —por ejemplo cuando experimentan presión social
o una fuerte tentación— podría reducir su toma de riesgos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario