Recientemente todos los medios de
comunicación se han hecho eco del caso de un latino, en Estados Unidos, que
mantuvo secuestradas a tres jóvenes durante diez años, sometiéndolas a toda
clase de vejaciones y abusos de todo tipo. No era difícil asumir que este
señor, a su vez, estuvo sometido a abusos en su niñez o adolescencia.
Efectivamente, se han encontrado pruebas de que así fue.
En
general, el niño o adolescente que es abusado por un familiar suele quedar
atrapado entre el afecto y la lealtad debidos a esa persona, y la
inconveniencia del abuso de que es objeto. En muchos casos, es también objeto
de amenazas para que no diga nada; otras veces, tanto más fácilmente cuanto
menos es el niño, es convencido por el agresor de que eso es una muestra normal
de cariño. A todo ello se agrega el posible temor a la ira y vergüenza de los
padres cuando el agresor no está entre ellos, la vergüenza propia cuando el
agresor es el padre, y la sensación de impotencia cuando
existe complicidad de la madre, lo que le provoca permanecer sufriendo en
silencio su humillación.
Algunos niños que han sido abusados
sexualmente se convertirán en adultos que abusen de otras personas, niños o
adolescentes sobre todo. Muchas niñas abusadas se prostituirán. Cuando el abuso
ha sido prolongado, la pérdida de autoestima llega a tal grado que jamás se
recuperará; por el contrario, se convertirá en víctima de un cúmulo de
circunstancias, a veces también relacionadas con la sexualidad, que le impedirán
disfrutar una vida normal. La sensación de que no vale nada, y una perspectiva
anormal de la sexualidad le acompañarán permanentemente, pudiendo contemplar el
suicidio como única solución. El protagonista de esta reciente historia se
declara a sí mismo como “un depredador sexual”.
Externamente, indicios de que un menor es
abusado podrían ser las pesadillas, depresión, aislamiento, llanto
injustificado, negación a asistir a la escuela, etc. El comportamiento sexual
posterior del niño abusado probablemente tomará uno de dos caminos opuestos
entre sí, y ambos anormales; o bien mostrará un interés desmedido en torno al
sexo, como que la vida girase exclusivamente alrededor de él; o bien sufrirá
fobia al tema de la sexualidad, que se manifestará en evitación de todo
contacto con el aspecto sexual, y miedo, rechazo y odio al sexo opuesto. Podrá
ser, por otro lado, una persona aparentemente normal en su vida laboral y
social, como sucedía con este hombre; pero guardando un lado muy oscuro del que
nadie sospecha.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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