sábado, 15 de junio de 2013

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: "El padre visto por su hijo"


Con ocasión del día del padre es oportuno profundizar en el tema de la paternidad. Analicemos ahora cómo evoluciona la visión que un hijo tiene de su padre. Normalmente, en la primera y segunda fase de la niñez, hasta como los seis o siete años, el padre de cada niño es el mejor padre del mundo. El niño no ve al padre objetivamente, ni le compara con otros padres, o con un patrón ideal, sino consigo mismo; por tanto, es un sabio, porque cualquier cosa que el niño le pregunta, la sabe. Es enormemente habilidoso, porque sabe hacer de todo, y todo lo hace bien. Es, en definitiva, casi un superhéroe, al que sólo le falta volar. El padre es objeto de una intensa admiración por sus “capacidades”.

En la etapa de latencia, hasta la pubertad, la visión del padre es en un plano más realista. Sigue en alguna medida teniendo esa magia, pero ya no en la misma manera. Empieza a cuestionarse muchas de sus supuestas capacidades, y empieza a ver defectos, pero no hay una decepción por ello, porque, a la vez, también se da cuenta de que los superhéroes sólo existen en la fantasía. En la realidad, y junto con la madre, el padre es quien está ahí, protegiéndole, dándole seguridad, y un modelo de referencia para su educación, el cual, aunque a veces rechace aparentemente, en el fondo acepta y lo reconoce como necesario. Por ello lo quiere.

En la adolescencia, aquel superhéroe suele pasar a ser “ese viejo que no se entera de nada”; el padre es un ser anacrónico, desactualizado, que no está en la onda; una especie de fósil que no entiende las modas o la música de hoy, que le limita sus libertades, y que le regala sermones trasnochados que no van con él. “Definitivamente, el padre se equivoca”. Aquí el hijo vuelve a ver al padre con gran subjetividad. Chocan dos mundos diferentes: el del adolescente, actual, idealista, subjetivo e inexperto buscando su propia autonomía; y el del padre, más objetivo, realista, y experto, aunque tal vez no tan actual, buscando el mejor futuro para su hijo. La relación tiende a ser más distante; muchas veces se hace tensa, y en ocasiones se rompe. En esta etapa es importante que el padre sepa conjugar flexibilidad y tolerancia con firmeza, lo cual no es fácil para todos. A la vez, se pone de manifiesto el nivel de comunicación que haya habido entre ambos en las etapas anteriores. Si ha sido adecuado, lo normal es que ese distanciamiento sea leve, o sólo pasajero; de lo contrario, puede llegar a ser definitivo.

Por último, pasada la adolescencia, y ya en plena juventud, el hijo vuelve a ser más realista y a ver a su padre con más objetividad. Aunque no es ningún héroe, y puede estar desactualizado en algunas cosas, empieza a reconocer el valor de su experiencia, y recurre a ella para fortalecer su conocimiento, que, junto a la energía de su edad, le va a ser muy útil en la vida. Empieza a valorar en su justa medida también todo lo que el padre ha hecho por él hasta ahora. Por su parte, el padre, que ya dio de sí todo lo que podía, tiende a proyectarse sobre la capacidad de su hijo. Ahora es el padre el que empieza a ver al hijo como un héroe que será lo que él no pudo ser, y hará lo que él no pudo hacer.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

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