Por Jason Zweig
Recientemente, el Promedio Industrial Dow Jones superó los 10.000 puntos, otra vez. Ahora, muchos se preguntan si el índice bursátil se alista a repetir la historia de las 1.000 unidades.
Desde el 16 de marzo de 1999, cuando tocó por primera vez los 10.000 puntos durante una jornada de negociación, el Dow ha rebotado por encima y por debajo de ese umbral 63 veces. El viernes 11 de junio, el índice cerró 219,6 puntos por debajo de donde se ubicaba exactamente hace 11 años.
Esta no es la primera vez que las acciones se quedan atascadas en lo que parece un interminable zigzag. El 18 de enero de 1966, el Dow alcanzó un pico diario de 1.000,5 puntos. Superó la barrera de los cuatro dígitos tres veces más entre enero y febrero de ese año, y luego se desvaneció. Alcanzó las 1.000 unidades otra vez en 1972 y 1976, y luego volvió a caer en ambas ocasiones. No fue hasta diciembre de 1982 que el Dow finalmente superó los 1.000 puntos y se quedó allí.
Los veteranos de Wall Street incluso acuñaron un término para el comportamiento del mercado: "cuadrafobia", o el miedo a que el Dow cierre en cuatro dígitos.
Por supuesto, la historia financiera no se repite, e incluso cuando parece que los hechos se asemejan, la realidad suele ser bastante distinta. La inflación en Estados Unidos, en cerca de 7% anual, era mucho más alta entre 1966 y 1982 y devoraba todos los rendimientos que generaban las acciones. Durante la década del 70, el Dow capturó sólo alrededor de 15% del valor total de las acciones de EE.UU., contra 30% en la actualidad, según un análisis realizado por Wharton Research Data Services, de la Universidad de Pensilvania, para The Wall Street Journal.
Aun así, una mirada en retrospectiva al Dow de 1.000 puntos podría ayudarnos a pensar con más claridad sobre el Dow 10.000.
Durante el mercado alcista entre 1982 y 1989 que separó los dos períodos, las computadoras e Internet despegaron y las tasas de interés cayeron. Esas fuerzas redujeron el costo de la investigación y el desarrollo, lo que permitió que empresas estadounidenses innovaran a un ritmo admirable.
Sin embargo, según muestra la investigación de Wharton, los períodos antes y después de ese lapso —del Dow 1.000 al Dow 10.000— están marcados por un declive en la inversión e innovación corporativa. Durante el período del Dow 1.000, las bolsas se estancaron porque la economía y la mayoría de las empresas también estaban estancadas.
Los inversionistas, no obstante —mal acostumbrados por el sólido crecimiento de la década del 50—, habían impulsado los precios de las acciones hasta 18 veces más que sus ganancias a comienzos del Dow 1.000. De la misma manera, en 1999, cuando el Dow cruzó los 10.000 puntos, la relación entre el precio y ganancia del mercado bursátil subió por encima de 33, el doble de su promedio a largo plazo. Las grandes expectativas son uno de los principales fundamentos de los bajos rendimientos.
Los inversionistas necesitan recordar que los mercados bursátiles pueden quedarse estancados por largos períodos, como sucedió en EE.UU. entre 1929 y el final de la Segunda Guerra Mundial; en Alemania entre 1900 y 1957, y en Japón a partir de 1989.
En mi opinión, es probable que las acciones y los bonos estadounidenses registren un desempeño inferior al promedio de sus rendimientos históricos durante muchos años más.
De todos modos, por más probable que ese escenario pueda parecer, está muy lejos de ser una certeza.
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