Tomado de The Wall
Street Journal
Los venezolanos hacen kilométricas colas para hacer compras de artículos de primera necesidad
Mientras Maduro busca ayuda, los
venezolanos sufren más escasez
Por Kejal Vyas
CARACAS—El presidente de
Venezuela, Nicolás Maduro, está acumulando millas por estos días con visitas a
países aliados como China e Irán en una búsqueda frenética de ayuda para su
gobierno, que tiene serios problemas de efectivo.
Para un presidente cuya popularidad se está derrumbando a
mínimos récord, la decisión de emprender una gira mundial para visitar a líderes
aliados podría parecer un error. Pero una visita a cualquiera de los
supermercados de la capital venezolana puede explicar la urgencia.
Las filas interminables de cientos de personas esperando
enfrente de las tiendas por productos básicos de precio controlado como leche,
jabón y papel higiénico nuevamente se han vuelto comunes. A través de redes
sociales, los locales publican fotos de líneas de espera de horas. Incluso
existe un hashtag en Twitter, #AnaquelesVaciosEnVenezuela, dedicado a avisar cuando
los estantes de un supermercado han quedado vacíos.
Mientras el mandatario izquierdista viaja, sus lugartenientes
tratan de mantener la calma en casa, con la esperanza de prevenir un nuevo
brote de protestas callejeras como las que registró el país hace casi un año.
Ernesto Villegas, jefe de gobierno del Distrito Capital,
recurrió a una táctica familiar en una reciente transmisión de televisión:
culpar a los “enemigos” del gobierno venezolano. “Están infiltrando” a la
población nuevamente para desestabilizar y generar violencia, dijo, e hizo un
llamado a sus seguidores para que detengan a los “infiltrados” que ven en las
filas.
Carlos Osorio, a quien Maduro nombró el mes pasado como su
“Vicepresidente para la Seguridad y Soberanía Alimentaria”, adoptó una posición
similar: “Existe una campaña desestabilizadora”, dijo en una de sus apariciones
recientes. “Algunos se han dado a la tarea por las diferentes redes sociales a
quererle mandarle al pueblo inestabilidad, intranquilidad, mandando Twitter que
en Venezuela no hay comida”, agregó.
Pero en el supermercado Excelsior Gama, en el barrio de estrato
alto Santa Eduvigis, los residentes dijeron que los problemas eran más
profundos que los detractores del gobierno.
Miembros de la Guardia Nacional con equipo antidisturbios
monitoreaban a empleados el jueves mientras distribuían rollos de toallas de
papel y paquetes de papel higiénico a clientes que sólo podían comprar uno de
cada uno. Las personas empezaron a empujar cuando llegó un cargamento de jabón
al supermercado.
“Esta es la Venezuela de Maduro”, gritó Wilson Oviedo, un
anciano que sarcásticamente aplaudió la muestra de desesperación antes de
meterse dentro de la multitud para comprar cuatro barras de jabón.
La espera de horas para adquirir bienes básicos no es nada nuevo
para los venezolanos que viven en uno de los pocos países que raciona las
compras para sus ciudadanos. Pero la escasez está golpeando a los residentes
más duro que en meses previos debido a una economía que sufre de una inflación
que ronda 64%, el colapso de la producción interna y controles estatales.
El colapso reciente de los precios del crudo (que contribuye con
96% de los ingresos en dólares del país) se sumó a los problemas económicos de
Venezuela.
Una muestra de lo mal que se han puesto las cosas es que
recientemente Maduro se ha referido públicamente a los problemas financieros
del país y espera recibir asistencia de China, Rusia e Irán. Después de
reunirse el miércoles con su homólogo chino, Xi Jinping, el mandatario
venezolano dijo que las dos partes habían acordado inversiones chinas por el
orden de los US$20.000 millones en el país latinoamericano.
Pero Maduro ofreció pocos datos específicos y no mencionó ningún
préstamo nuevo, lo cual habría dado el muy necesitado efectivo a las arcas del
gobierno. Sus asesores dijeron a la agencia de noticias oficial, AVN, que el
presidente daría más detalles de su gira al regresar a Venezuela.
El costo del viaje, aunque no está claro ya que los detalles no
se hicieron públicos, también ha provocado la ira de los críticos que dicen que
Maduro está despilfarrando recursos escasos y endeudándose más con China, que
ya es el principal acreedor de Venezuela. Carlos Berrizbeitia, un legislador en
Caracas que se enfoca en finanzas estatales, estima que el viaje ha costado
US$1,3 millones, contabilizando la tarifa por hora del jet cubano que
transporta al presidente y otros 60 funcionarios. “No hay justificación para un
viaje tan costoso en momentos como este”, afirmó.
El fin de semana, el mandatario venezolano visitó Irán y Arabia
Saudita y el lunes llegará a Argelia, todos miembros de la OPEP, con la
esperanza de discutir formas de detener el desplome de más de 50% del precio
del petróleo desde mediados de 2014.
En noviembre, Venezuela no logró convencer a sus colegas
exportadores de que redujeran la producción en una apuesta por revivir los
precios. El petróleo venezolano se vende ahora por alrededor de US$47 el
barril, frente a los US$117 por barril que Deutsche Bank estima necesita
Venezuela para equilibrar su presupuesto.
Independientemente de si Maduro tiene suerte en asegurar ayuda,
los venezolanos anticipan que las condiciones empeorarán ya que se espera una
devaluación del bolívar en los próximos meses, lo que encarecerá
inevitablemente los bienes de consumo, incluso los básicos que están sujetos a
controles de precios.
“No quiero correr riesgos”, dijo Rosaly Núñez, una ama de casa
de 46 años, que llevaba esperando dos horas en una fila frente al supermercado
Excelsior Gama con cuatro miembros de su familia. Núñez añadió que como todos
estaban en vacaciones esa semana aprovecharon para comprar todo lo que pudieran
ya que tienen que ser precavidos.
No es difícil ver la desigualdad de la economía venezolana
dentro de un supermercado. Los compradores se pelean por conseguir los bienes
baratos, como detergente y aceite de cocina, pero ignoran los estantes y
neveras llenos de yogures, queso importado y bienes cuyos precios no están
controlados y son muy costosos para la mayoría de los habitantes que ganan alrededor
de US$2 al día a la tasa de cambio del mercado negro.
Para aquellos venezolanos que pueden costearlos, hay una forma
fácil de evitar las largas filas. Simplemente le pagan a alguien que la haga
por ellos y compren lo que puedan.
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