sábado, 24 de enero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: BISEXUALIDAD




      La apertura cada vez mayor en el tema de la sexualidad saca a la luz situaciones y conductas que, habiendo existido siempre, encuentran ahora una ventana a la que asomarse dentro de la oscura habitación en la que siempre han vivido. Más aún, dicha ventana permite conductas que, de otro modo, hubieran quedado reprimidas en el encierro. Y más todavía, dicha ventana provoca conductas incluso actuadas, forzadas solo por el interés en experimentar sensaciones diferentes en esa búsqueda de satisfacciones que muchas personas no son capaces de encontrar en su vida cotidiana. Entre ellas, cada vez está más de actualidad el tema de la bisexualidad.

Aunque el debate sobre la existencia o no de la bisexualidad no es tan viejo, tampoco es nuevo. Hace ya algunos años que ha empezado a investigarse, aunque todavía no de forma profusa. Las primeras investigaciones tendían a dar la razón a los que pensaban que la bisexualidad no existe, sino que es una forma de enmascarar la homosexualidad, o un paso intermedio para reconocer la homosexualidad cuando ésta era más tabú que actualmente. En la actualidad las investigaciones tienden más a dar la razón a quienes defienden que la bisexualidad sí existe, que hay personas que sienten atracción sexual hacia ambos sexos.

Llama la atención que las conclusiones de las investigaciones tienden a seguir la corriente de cada momento. Cuando la bisexualidad era tabú, la conclusión era que la bisexualidad no existía; cuando va dejando de ser tabú, la conclusión es que sí existe. Esta contradicción se da incluso en investigaciones realizadas por una misma institución, como la Northwestern University de Chicago, para la que lo que ayer (2005) era una cosa, hoy es otra. Ello pone en duda la objetividad y la validez de las investigaciones sobre el tema.

Y es lógico; la propia metodología empleada es, a mi modo de ver, de muy dudosa validez, porque se basa en el análisis de la respuesta sexual de personas que han experimentado la bisexualidad ante estímulos de videos tanto de hombres como de mujeres en actitudes sexuales. El resultado fue que en ambos casos existía una respuesta sexual, captada por unos sensores en los genitales; por tanto, existía la bisexualidad. ¿Y qué esperaban? Parece que conocen muy poco sobre la biología de la sexualidad, y menos aún sobre la psicología de la sexualidad.

La capacidad para excitarse ante un estímulo sexual explícito, independientemente de que sea del mismo o de diferente sexo, existe de forma natural, en mayor o menor medida, en casi todo ser humano, y eso no implica homosexualidad ni bisexualidad. Así que tranquilos todos los que se sienten identificados y han sentido alguna (reprimida) confusión al respecto. Incluso aquellos o aquellas que han experimentado la relación con ambos sexos por las razones que sean. La orientación sexual se determina no tanto por respuestas biológicas o conductas sexuales, sino por mecanismos psicológicos, aun cuando éstos tengan vínculos biológicos. La identificación psicológica que se siente con uno u otro género, la atracción que se siente, en general, por uno otro género, que es mucho más completa y va mucho más allá de una simple atracción física por un cuerpo masculino o femenino, sin necesidad de tener actitudes sexuales como estímulo; la capacidad de enamorarse de una persona de uno u otro género, es lo que determina la orientación sexual de la persona.

Y no, no veo compatible que todo ello pueda suceder indistintamente con uno u otro género. La persona que se siente identificada con el género opuesto a su género biológico y siente atracción y capacidad de enamorarse de alguien de su mismo sexo, es simplemente homosexual. Y el hecho de que pueda tener relaciones sexuales con personas del otro sexo no lo hace bisexual. De la misma manera, una persona psicológicamente heterosexual no se convierte en homosexual o en bisexual por el hecho de tener alguna relación homosexual. La bisexualidad puede existir en la conducta, pero no en la mente.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

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