lunes, 12 de enero de 2015

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: REFLEXIONES SOBRE LA BARBARIDAD


Tributo ilustrado sobre el atentado terrorista cometido en Francia, en contra de la revista Charlie Hebdo  

Una nueva muestra de barbaridad humana se hizo patente en París recientemente con el ataque terrorista a un semanario satírico. En realidad, lo de humana sobra, pues solo los humanos son capaces de esto. Tiende a pensarse que es sobre religión; tiende a pensarse que es sobre los musulmanes; pero en el fondo es un error. A lo largo de la historia tanto argumentos religiosos como políticos, o de otro tipo han servido de pretexto a creyentes de diferentes grandes religiones y de pequeñas sectas, a partidarios de ideologías políticas de cualquier color, o a organizaciones de cualquier otro carácter, para cometer semejantes atrocidades o aún peores. Es, pues, sobre el ser humano. La política, la religión, la ideología, en general, son solo pretextos.

El pensamiento que me viene a la cabeza es sobre las causas que originan esta barbarie. O mejor dicho, la causa; porque cualquier motivo se puede resumir en uno solo: intolerancia. Pero es un error pensar solamente en la intolerancia de un lado hacia la crítica que viene del otro lado, sino, en algún modo, también a la inversa, porque aunque la crítica en sí misma es completamente legítima, sana, y hasta necesaria, cuando no se sabe manejar adecuadamente, puede llegar a ser muy dañina para todas las partes; no hace falta mencionar ejemplos. Cuando la crítica no tiene más fundamento que la diferencia ideológica, o la diferencia cultural, no es crítica, sino intolerancia. Y aún cuando tenga fundamento racional, si no tiene un mínimo de respeto, si incluye la mofa, la burla despiadada, además, se convierte en provocación.

Para nuestra cultura, ni la provocación, ni nada justifica semejante barbaridad; nada justifica la violencia; y muchas veces, amparándonos en eso, y en una quizás errónea interpretación de la libertad de expresión, llevamos la provocación más allá de ciertos límites, y, como se ve, la barbaridad viene como consecuencia. No todas las culturas interpretan las cosas de la misma manera; no todas las culturas reaccionan de la misma manera. Lo que para unas es sagrado, para otras no lo es tanto.  Para la cultura occidental, en general, la libertad de expresión es más importante que la religión. Para alguna otra cultura es al revés.

Hay una línea muy fina entre la sátira y la burla, que no todos saben reconocer. Sátira ha habido siempre, y es sana y positiva porque nos hace ver nuestros defectos con sutileza y en clave de humor. La serie “los Simpson” es un ejemplo de sátira que sabe estar en su lugar. En El Salvador tenemos a nuestro querido Ruz como ejemplo de cómo debe ser la sátira. Pero a veces, lo que pretende ser sátira se torna demasiado agresiva y se convierte en burla. Y a veces esa burla es sobre temas especialmente susceptibles y se dirige a sectores especialmente susceptibles, queriendo disfrazarse de humor, con la clara intención de provocar. La libertad de expresión no puede servir de parapeto a la mofa y la provocación. Son dos cosas muy diferentes que nada tienen que ver. Una acción agresiva de intolerancia no puede esconderse detrás de un derecho fundamental.

Sé que habrá muchos que, además de respuesta a una provocación, vean en este atentado una batalla planteada por una organización político-religiosa-terrorista, llamada ISIS, o Estado Islámico, y puede que tengan razón. Y habrá muchos que piensen que no hay proporción entre la provocación y la respuesta, y tienen razón también, pero esa desproporción no necesariamente da validez a la burla extrema y la provocación. ¿Qué clase de sociedad es esta, que necesita mofarse y provocar para divertirse? ¿Qué clase de sociedad es ésta, que, en base al respeto a los derechos humanos, a nivel personal tiende a evitar cualquier expresión que suene discriminatoria, a la vez que a nivel social justifica cualquier expresión provocadora y discriminatoria?

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

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