Tributo ilustrado sobre el atentado terrorista cometido en Francia, en contra de la revista Charlie Hebdo
Una nueva
muestra de barbaridad humana se hizo patente en París recientemente con el
ataque terrorista a un semanario satírico. En realidad, lo de humana sobra,
pues solo los humanos son capaces de esto. Tiende a pensarse que es sobre
religión; tiende a pensarse que es sobre los musulmanes; pero en el fondo es un
error. A lo largo de la historia tanto argumentos religiosos como políticos, o
de otro tipo han servido de pretexto a creyentes de diferentes grandes
religiones y de pequeñas sectas, a partidarios de ideologías políticas de
cualquier color, o a organizaciones de cualquier otro carácter, para cometer
semejantes atrocidades o aún peores. Es, pues, sobre el ser humano. La
política, la religión, la ideología, en general, son solo pretextos.
El
pensamiento que me viene a la cabeza es sobre las causas que originan esta
barbarie. O mejor dicho, la causa; porque cualquier motivo se puede resumir en
uno solo: intolerancia. Pero es un error pensar solamente en la intolerancia de
un lado hacia la crítica que viene del otro lado, sino, en algún modo, también
a la inversa, porque aunque la crítica en sí misma es completamente legítima,
sana, y hasta necesaria, cuando no se sabe manejar adecuadamente, puede llegar
a ser muy dañina para todas las partes; no hace falta mencionar ejemplos.
Cuando la crítica no tiene más fundamento que la diferencia ideológica, o la
diferencia cultural, no es crítica, sino intolerancia. Y aún cuando tenga
fundamento racional, si no tiene un mínimo de respeto, si incluye la mofa, la
burla despiadada, además, se convierte en provocación.
Para nuestra
cultura, ni la provocación, ni nada justifica semejante barbaridad; nada
justifica la violencia; y muchas veces, amparándonos en eso, y en una quizás
errónea interpretación de la libertad de expresión, llevamos la provocación más
allá de ciertos límites, y, como se ve, la barbaridad viene como consecuencia.
No todas las culturas interpretan las cosas de la misma manera; no todas las
culturas reaccionan de la misma manera. Lo que para unas es sagrado, para otras
no lo es tanto. Para la cultura
occidental, en general, la libertad de expresión es más importante que la religión.
Para alguna otra cultura es al revés.
Hay una línea
muy fina entre la sátira y la burla, que no todos saben reconocer. Sátira ha
habido siempre, y es sana y positiva porque nos hace ver nuestros defectos con
sutileza y en clave de humor. La serie “los Simpson” es un ejemplo de sátira
que sabe estar en su lugar. En El Salvador tenemos a nuestro querido Ruz como
ejemplo de cómo debe ser la sátira. Pero a veces, lo que pretende ser sátira se
torna demasiado agresiva y se convierte en burla. Y a veces esa burla es sobre
temas especialmente susceptibles y se dirige a sectores especialmente
susceptibles, queriendo disfrazarse de humor, con la clara intención de
provocar. La libertad de expresión no puede servir de parapeto a la mofa y la
provocación. Son dos cosas muy diferentes que nada tienen que ver. Una acción
agresiva de intolerancia no puede esconderse detrás de un derecho fundamental.
Sé que habrá
muchos que, además de respuesta a una provocación, vean en este atentado una
batalla planteada por una organización político-religiosa-terrorista, llamada
ISIS, o Estado Islámico, y puede que tengan razón. Y habrá muchos que piensen
que no hay proporción entre la provocación y la respuesta, y tienen razón
también, pero esa desproporción no necesariamente da validez a la burla extrema
y la provocación. ¿Qué clase de sociedad es esta, que necesita mofarse y
provocar para divertirse? ¿Qué clase de sociedad es ésta, que, en base al
respeto a los derechos humanos, a nivel personal tiende a evitar cualquier
expresión que suene discriminatoria, a la vez que a nivel social justifica
cualquier expresión provocadora y discriminatoria?
Acerca de la Dra. Mendoza
Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y
Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas
en la Universidad Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993,
en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el
ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la
colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones
también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad
de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra
infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas
especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también
con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir,
Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador.
He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la
atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de
reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El
Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido
en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con
otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido
establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a
distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo
cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque
esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en
ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos.
Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.
Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la
prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y
dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de
experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el
desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy
fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió
en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se
independizó, e incluso después.
Estoy absolutamente convencida del rol fundamental
que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.
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