martes, 13 de julio de 2010

Copa del Mundo 2010: el particular punto de vista de Jaime Bayly

Por Jaime Bayly
Indudablemente muchos estamos tristes porque la copa del mundo se terminó y habrá que esperar 4 años para ver una nueva edición del deporte más popular del mundo, el fútbol, mismo que empieza a reflejarse incluso con altos índices de audiencia en países que tradicionalmente han disfrutado más de otros deportes como es el caso de Estados Unidos.

Sin lugar a dudas, Jaime Bayly, laureado escritor peruano es un virtuoso de la pluma y la palabra, quien contagiado por la ola de la copa del mundo y a pesar de que los deportes no son su fuerte ha tenido a bien publicar tres interesantes columnas las cuales compartiré con usted a partir de este día. Que las disfrute.

El mundial
Por JAIME BAYLY


VIERNES, UNO. El arquero mexicano, ¿mide más de un metro? ¿Trabaja en un circo? ¿Es mimo? ¿O es del cartel de Sinaloa? Las pelotas que cabeceó Franco tuvieron que ir a buscarlas al lago Tanganica. Ese Aguirre, el entrenador, parece villano de una novela de Televisa, debe tener un aliento a la pura enchilada. Malos los mexicanos.
Malos también los sudafricanos, pero al menos corren como motos robadas. Saca el arquero y ya hay dos motos silbando el viento cual balas perdidas. Cómo corren esos negros, a veces corren tan deprisa que se olvidan de la pelota.

VIERNES, DOS. Francia no es un equipo, es un hombre, Ribéry. Ribéry no es un hombre, es una criatura contrahecha, una cara en la que están dibujados los crímenes más abyectos. Su cara es un museo de la maldad y el terror. Esa cara pudo pintarla Picasso. En su cara, como en el Guernica, hay gente que agoniza, madres que lloran con sus hijos muertos, la suma del sufrimiento humano. Esa cicatriz que rasga su rostro terrorífico es como un río en el que flotan cadáveres. Sus ojos torvos resumen toda la miseria, todo lo que es y será innoble. Francia tiene entonces una estrategia simple: Ribéry te arrima esa cara espeluznante, te recuerda que será tu verdugo y tu cuerpo mutilado flotará en su cicatriz hedionda, y no hay rival que no salga corriendo espantado, chillando de miedo, presa del pánico, del pavor, de la demencia. Ribéry no juega exactamente con los pies, juega a sabiendas con la cara: te empuja la cara, te obliga a mirarla, y entonces los defensores, humanos al fin, flaquean, tiemblan, huyen despavoridos. Ha sido un mérito inhumano que los uruguayos planten cara a ese esperpento inhumano.

SABADO, TRES. No es justo que nos obliguen a despertar a las ocho de la mañana para ver a Argentina. Breves apuntes del juego: Romero, impecable, bien con los puños; Jonás, perdido; Samuel, con altibajos, un par de errores gruesos; Demichelis, el mejor atrás; el ruso Heinze, el gol lo redime de su natural condición de tronco añoso; Mascherano, no guapeó como se esperaba; Verón, lento, perdiendo pelotas, le frena salida rápida al equipo; Tevez, una sombra, enredado, ¿qué espera Maradona para poner a Milito, que está tocado por la gracia? De María, pálido, ausente, no engancha bien con Heinze; Higuaín, si quiere ser titular no puede comerse el gol que falló a pase de Messi, imperdonable; Messi, el mejor de todos con mucha diferencia, la suma de todos no alcanza siquiera a la mitad de mini Messi: brillante, genial, atrevido, debió irse con tres goles pero se encontró con un arquero colosal. Qué pedazo de arquero: debe de haber matado jaguares y panteras con sus manos ásperas, infinitas, y entonces Messi le parecía un ratón, un pericote, y cómo diantres ese diminuto roedor zigzagueante iba a meterle miedo a ese tremendo moreno que habrá matado cocodrilos, tigres de bengala y soldados ingleses cuando Nigeria era colonia.

SABADO, CUATRO. Si Mr. Green es el mejor arquero de todos los que Capello podía elegir, entonces los ingleses están hundidos. Pero si no es el mejor arquero de los que Capello podía disponer, y habiendo mejores puso a Mr. Green para que cometiera ese bochornoso error en el debut, entonces Capello no es el gran entrenador que dicen que es.

DOMINGO, CINCO. Impecable el juez argentino Baldassi al cobrar penal para Ghana. Fue mano deliberada del serbio. Los serbios han sido muy malos, fueron aliados nazis, luego cuando se desmembró la Yugoslavia de Tito los genocidas serbios mataron a miles de croatas y albaneses. Menudos bribones estos serbios, bien que perdieran en su debut. Mi corazón estaba con Ghana. No deja de ser curioso, sin embargo, que el entrenador de Ghana sea un serbio de mala cara, Milovan Rajevac, blanco por supuesto (que lo investiguen). Lo mismo que es blanco, sueco, Lars Lagerback, el entrenador de Nigeria. Lo mismo que es blanco, sueco, el entrenador de Costa de Marfil, Sven Goran Ericsson. Lo mismo que es blanco, francés, el entrenador de Camerún, Paul Le Guen. Cuatro ex colonias africanas negras eligen seguir siendo colonizadas mentalmente por blancos europeos.

DOMINGO, SEIS. Alemania tiene una selección formidable o Australia es un mamarracho. Pareció lo primero, pero puede que sea lo segundo. Con los alemanes no se juega. Es una guerra. Hay que machacarlos o te machacan ellos. No son neonazis los que juegan (son nietos de nazis, supongo), pero tienen un gen nazi perdido por ahí y por eso son depredadores y siempre quieren un gol más, gasearte a goles. Para los alemanes el fútbol no es un juego, una fiesta, el waka-waka: es la tercera guerra mundial

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