martes, 27 de julio de 2010

Gobiernos latinoamericanos de la izquierda radical retroceden en democracia. Parte II

Por Luis Montes Brito
Para
Gurú Político, México

Continuando con la saga de artículos referentes al endurecimiento en la posición adoptada por ciertos gobiernos latinoamericanos identificados con los sectores radicales de la izquierda en contra de sus opositores democráticos, procederé en esta segunda parte a analizar las medidas tomadas por los gobiernos de Nicaragua y Ecuador.

En la primera parte presenté los casos de Venezuela, Cuba y Bolivia. Dejaré para una tercera entrega a un par de gobiernos, el de Argentina y El Salvador, que si bien no participan de todas las medidas adoptadas por los 5 países antes mencionados, pero si implementan algunas de ellas orientadas en el sentido de pretender alterar la democracia inclinando la balanza a su favor y cargando los dados en contra de sus opositores.

Nicaragua

Los anhelos de ser reelegido como presidente del sandinista Daniel Ortega y de su esposa Rosario Murillo han desatado una crisis institucional. Sus antiguos compañeros de lucha se han ido separando de él cada vez en mayor número. Sergio Ramírez, Ex vicepresidente del Gobierno de Ortega de 1979 a 1990, se expresa de esta manera: “No veo ninguna luz para Nicaragua. La oposición se encuentra desarticulada y asediada por un gobierno que busca comprar votos en la Asamblea Nacional para la reforma que permita la reelección continua de Ortega”.

En octubre de 2009, magistrados sandinistas de la Corte Suprema de Justicia declararon, en una sesión celebrada sin los magistrados liberales y con sustitutos, que el artículo de la Constitución que limita a dos el número de mandatos de un presidente es inaplicable. Con lo cual dejaron el camino sin obstáculos a las ambiciones de Ortega.

Decisiones como ésa, relató Ramírez, aunque permiten desde ya la reelección de Ortega, el líder sandinista “pretende que sea la propia Asamblea Nacional la que bendiga'' la solución aplicada y “no piensa reparar en ningún obstáculo jurídico o político que se lo impida”.

Otros destacados ex guerrilleros sandinistas, 31 años después del triunfo de la revolución que puso como Presidente a Ortega por primera ocasión, ahora lo tildan de autoritario a la vez que expresan estar desencantados con el estilo de dirección del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y con su gobierno.

Hay más grupos de sandinistas disidentes que se oponen a Ortega entre ellos: el Movimiento por el Rescate al Sandinismo, cuya principal líder es la diputada y ex guerrillera Mónica Baltodano y el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), dirigido por la ex guerrillera Dora Téllez.

Ortega llegó al período actual de la presidencia con el 62% del total de los votos en contra, esto fue posible como producto de modificaciones a las leyes electorales que realizara en períodos anteriores a través de negociaciones entre la fracción sandinista y la fracción de los liberales seguidores de Arnoldo Alemán, quienes a cambio recibieron la absolución del ex presidente Alemán condenado por actos de corrupción.

Los anhelos de democracia en Nicaragua han quedado relegados a meros deseos ya que la institucionalidad del país ha sido sustituida por el atípico contubernio entre Ortega y Alemán, quienes a través de negociaciones turbias se confabulan para repartirse el poder a favor de Ortega y la libertad para disfrutar los millones por parte de Alemán.

Ecuador

El gobierno de Ecuador, al igual que el resto de países liderados por Venezuela, tiene una maquinaria propagandística bien aceitada. Dicha maquinaria se comporta como la de cualquier otro régimen autoritario de tiempos pasados. Uno de sus objetivos es domesticar o destruir a la disidencia política y en especial a la prensa independiente a la que ven como oposición.

Rafael Correa, por mucho el líder más inteligente y con una mejor preparación académica que sus demás colegas que conforman el grupo de gobiernos radicales, se vale de su aparato propagandístico para impulsar desde el palacio de gobierno la modificación del marco jurídico electoral, adecuando las leyes que le permiten extender su mandato y ejercer a su antojo la forma de gobernar. La muestra más reciente es la ley de hidrocarburos, la cual a la fecha de circulación de este artículo habrá mandado a publicar a pesar de la oposición del congreso.

Ante este choque de poderes del ejecutivo y el legislativo, Correa de forma autócrata expresó: "Así que, el lunes, si quieren reúnanse el domingo (a las) siete de la noche, hagan lo que quieran, pero el lunes, en estricta defensa de la Ley y la Constitución, enviaré esa ley para que se publique en el Registro Oficial y será Ley de la República, no nos vamos a prestar a las payasadas de ciertos asambleístas", sentenció.

"Con esta ley petrolera, (el) que no cumple con las políticas del Estado se le nacionaliza el campo y se van del país (refiriéndose a los inversionistas extranjeros), me dan mejores instrumentos para nacionalización", concluyó Correa.

Recientemente, en una actitud eminentemente populista, compitió con los productos de consumo masivo durante el reciente mundial de fútbol, gastando una millonaria cantidad de los fondos públicos en una campaña de propaganda televisiva en los horarios de mayor sintonía, acuñando el slogan “La libertad de expresión ya es de todos; la revolución ciudadana está en marcha''. Aprovechó la misma campaña para acusar a los medios de comunicación social en general de mentir, fomentar la violencia, desestabilizar al gobierno y ejercer el periodismo con el único fin de ganar dinero.

Con su estilo característicamente insolente, Correa siempre asume una postura de confrontación y revanchismo con los medios tratando de restarles credibilidad a la vez que se justifica a priori, ante denuncias e investigaciones sobre corrupción y opiniones críticas, que la prensa, debido a su función social, está obligada a formular. Además, se ha convertido en el más férreo impulsor de una Ley de Comunicación que dará al Estado amplios poderes sobre los medios, dejando al desnudo su autoritarismo y antipatía por el periodismo y la crítica independiente.

A Correa se le acusa dentro de los círculos opositores ecuatorianos de ser autoritario e intolerante, sosteniendo además sus críticos que esa actitud dista mucho de la que demuestra ante Hugo Chávez. Recientemente en una entrevista sobre el tema se le preguntó a Fabricio Correa, hermano del presidente ecuatoriano, perseguido por éste por supuestos delitos de corrupción, respondiendo lo siguiente:

“Rafael es colérico y soberbio. Pero, el 15 de enero del 2007, en uno de sus primeros encuentros en su calidad de presidente ecuatoriano con su colega venezolano, llega Chávez y le dice: ‘Vengo a saludar a este muchachito. Todavía me recuerdo cuando fue de rodillas a Venezuela a pedirme que lo ayude’ ” recordó Fabricio. “Eso era para que le meta un puñete y se lo mamó todito”. Finalizó, dejando las conclusiones para la prensa.

Correa al asumir como presidente generó una crisis institucional, cambiando las reglas bajo las que fue electo, coyuntura que aprovechó para modificar las leyes que le permitieran reelegirse para un segundo período, dejando la puerta abierta para futuras reelecciones consecutivas.

En la tercera y última parte de este artículo analizaré desde mi óptica las situaciones que se dan en Argentina y El Salvador en cuanto a los intentos y movimientos para reformar los sistemas políticos a favor de los partidos gobernantes y de la persecución a sus opositores.

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