domingo, 4 de julio de 2010

El hombre que marca la hora en Swatch

Agencias Noticiosas


Nicolas Hayek no sólo creó un imperio de los relojes en Suiza, sino que también revolucionó la manera como opera la industria

Quizá se imagina que Swatch amasó una pequeña fortuna gracias a los relojes plásticos que vende desde hace 30 años y con los que cosecha elogios en todo el mundo. Y tendría razón, pero la historia no termina allí. La marca de relojes que parece modesta es propiedad de Swatch Group, un poderoso conglomerado que participa en la fabricación de casi todos los relojes con designación de "suizo". Hasta hace ocho años, el presidente de la junta directiva, el multimillonario Nicolas Hayek, de 82 años, recibía el crédito por ser el salvador de la industria suiza de relojes. En 2002, sin embargo, el ejecutivo tomó una decisión que fue percibida como la inspiración de un genio con visión o el interés de un obsesionado con aplastar a la competencia. De cualquier modo, Hayek se convirtió en noticia en todo el mundo y produjo un temblor sin precedentes en la industria.

La compañía de Hayek, el mayor fabricante de relojes del planeta, tiene 19 marcas, incluidas Jaquet Droz, Hamilton y Omega, junto con su colorida megaestrella, Swatch. La empresa fue fundada a comienzos de los años 80, resultado de una fusión ideada por Hayek entre dos alicaídos gigantes suizos de los relojes, SSIH y ASUAG, como una estrategia para impedir que la japonesa Seiko se quedase con empresas suizas. Además de tener prestigiosas marcas de relojes, ASUAG era dueña de ETA, un conocido fabricante de mecanismos, y Nivarox-FAR, fabricante de componentes. Este bastión manufacturero fue lo que le permitió a Hayek amenazar a la industria suiza de relojes, cuando en 2002 tomó la decisión de suspender el suministro de las partes fabricadas por Swatch.

En la sede central de Swatch, en la ciudad de Biel-Bienne (a 90 minutos de Ginebra), encontramos a Hayek sentado detrás de su escritorio en su enorme oficina, sin chaqueta, con la corbata floja y con sus habituales dos relojes en cada muñeca. "No está en la oficina de un hombre de negocios, está en el estudio de un artista". Es un espacio suntuoso, pero Swatch es un mundo corporativo como ningún otro, en especial si se toma en cuenta la cultura de precisión clínica de la mayoría de las marcas suizas de relojes. Aquí la vestimenta es casual, sólo las visitas lucen trajes ejecutivos. La mayoría de las marcas de relojes se esfuerza por mantener una calidad del aire que los astronautas en la Estación Espacial Internacional envidiarían, pero sorprendentemente, aquí algunos empleados fuman dentro del edificio. "Yo no trabajo", dice Hayek. "Sólo me entretengo durante ocho a 14 horas por día".

Y tiene razones para estar entretenido. La revista Forbes lo ubicó en el puesto 232 en su ranking de 2010 de los multimillonarios del mundo, con activos valorados en US$3.900 millones. El Grupo Swatch —con 24.000 empleados, filiales en 37 países y más de 500 tiendas independientes— es la base de la fortuna de Hayek. En 2009, se produjeron unos 1.200 millones de relojes en todo el mundo, según una estimación de la Federación Suiza de la Industria de los Relojes: 559,4 millones en China, 334,3 millones en Hong Kong y 21,7 millones en Suiza. Además, según cifras de la citada federación, el valor del reloj chino promedio es de US$2, un reloj de Hong Kong vale US$11 y un reloj suizo, US$528. Casi 500 años después de que comenzara la producción de relojes en Suiza, el resto del mundo aún está dispuesto a pagar más por sus productos.

Hayek se ha convertido en una rareza suiza, una celebridad entre los hombres de negocios, aunque le cueste aceptarlo. Tiene un matrimonio de 60 años y no usa chofer para movilizarse. Es famoso por sus críticas a los bancos suizos y por hablar sin reparos sobre política. Uno de sus emprendimientos más recientes es Belenos Clean Power, una empresa dedicada al desarrollo de fuentes alternativas de energía. El actor George Clooney, que integra la junta directiva de Swatch, dice que se siente orgulloso de poder llamarlo su amigo y Jean-Claude Biver, quien revivió la marca Blancpain para Swatch y ahora dirige Hublot para LVMH, dice que es una inspiración.

La velocidad del crecimiento de Swatch Group mantuvo a Suiza y al mundo de los relojes a la expectativa del siguiente gran paso de Hayek. En 2002, finalmente lanzó la bomba. Anunció que a partir de 2006, dejaría de vender mecanismos sin ensamblar, así que los clientes de ETA tendrían que o hacerlos ellos mismos o comprar el producto terminado de Swatch. La respuesta de la prensa fue drástica, acusándolo de intentar explotar el dominio de su empresa.

"Todo mundo miente y dice que fabrica relojes", dice Hayek. "La mayoría invertía todo su dinero en publicidad para decir 'Somos los mejores'. No estaban haciendo los relojes y yo quería obligarlos a que los fabricaran".

Las autoridades de competencia determinaron que la decisión de Swatch era un rechazo ilegal a hacer negocios, pero no le prohibieron seguir adelante con su plan. Sólo le pidieron que no implementara su medida hasta fines de este año para dar tiempo al establecimiento de plantas de producción alternativas.

Ahora que se acerca el tiempo para el cambio, parece que la medida no causará el colapso en la industria como se había anticipado.

René Weber, analista de bienes de lujo para la firma suiza Vontobel Group, dice que Hayek hizo lo que hizo no sólo para proteger su investigación y desarrollo: "Lo hizo para propagar el conocimiento a la industria, para fortalecer la industria suiza de relojes".

Miguel García, propietario de Sellita, una empresa que ensambla mecanismos ETA para otras marcas, dice que la decisión de Hayek lo "ha empujado a empezar a desarrollar sus propios mecanismos".

Sin embargo, Hayek no ha dicho la última palabra. El año pasado, pidió autorización para que ETA y Nivarox-FAR puedan negarse a vender cualquier parte a quienes les parezca. "Lo hago por la industria del reloj de Suiza, porque si no dejamos de permitirles a cualquiera que entre a este campo, gente con ninguna visión, emoción por hacer relojes, que quieren hacer relojes sólo para ganar dinero, entonces perderemos la industria", dice. Desde su pedido, muchas marcas han anunciado inversiones en la producción de ciertas partes, incluyendo Rolex.

Santo o revolucionario radical, parece que Hayek no sólo estaba destinado a crear controversia sino arte, cultura e independencia. "Estoy convencido de que los relojes son más que instrumentos para medir el tiempo. Son arte".

No hay comentarios:

Publicar un comentario