Tomado de El País
Por Francisco Peregil
La sotana pesaba mucho
Los
seguidores del ex obispo Fernando Lugo creen que su indulgencia con los rivales
políticos lo llevó al abismo
Fue el hombre que puso a Paraguay
en el mapa en abril de 2008 cuando accedió a la presidencia con el
40% de los votos y puso fin a 61 años de gobierno del conservador Partido
Colorado. Había sido obispo desde 1997 hasta que colgó los hábitos en 2005 para
dedicarse a la política. Era de izquierdas, tenía 56 años y prometió implantar una reforma
agraria integral que pusiera fin al monopolio de las tierras por
parte de una oligarquía beneficiada por la dictadura militar de Alfredo
Stroessner (1954-1989). El 76% de la población creía que las cosas iban a
mejorar con él. Sin embargo, Paraguay solo volvió a salir en el mapa cada vez
que Lugo reconocía la paternidad de algún hijo ilegítimo. El primero se conoció
en 2009 y el segundo a
principios de este mes. Ambos fueron concebidos cuando ejercía de
obispo. Pero eso no perjudicó gran cosa a su carrera política.
La derecha le acusó de
tolerar y fomentar las ocupaciones de tierra que practican con sus carpas los
campesinos de la Liga Nacional de Carperos. Los escarceos solían saldarse sin
muertes. Hasta que, el pasado 15 de
junio en una ocupación en el norte del país, murieron seis policías
y once campesinos. La oposición puso entonces su dedo acusador sobre el
presidente. Lugo destituyó al ministro de Interior y colocó en su lugar a otro
del Partido Colorado. Pero eso solo sirvió para enardecer aún más los ánimos de
los liberales con los que gobernaba en coalición. Se unieron conservadores y
liberales y fueron a por él. Con el gesto de intentar hasta última hora
congraciarse con unos y con otros, quedaba retratada su manera conciliadora de
entender la política. “Dio demasiada libertad a sus ministros”, indicaba ayer
Óscar Rodríguez, economista y profesor en la Universidad Católica de Asunción.
“Incluso dentro de su formación, el Frente de Guazú, hay gente con visiones muy
distinta ante problemas muy concretos”.
Lugo gobernaba con los
aliados del partido liberal pero también fue otorgando ministerios al Partido
Colorado. En el ministerio de Agricultura estaba dominado por políticas
neoliberales y el del Medio Ambiente controlado por la izquierda radical. “Le
fue difícil sacarse la sotana”, comentaba ayer un miembro del Frente Guazú.
“Veía con mucha bondad a todos los rivales, como si fueran feligreses. Apelaba
a la bondad de la persona sin tener en cuenta que mucha de esas personas tienen
intereses económicos muy grandes y poderosos”.
Transcurrieron más de
cuatro años y Lugo nunca pudo poner en práctica sus ideales de la
redistribución de la tierra. Sus seguidores estiman que los enemigos de Lugo
eran demasiados poderosos: el sistema judicial, la cámara de Diputados y los
grandes medios de comunicación sirven a los intereses de una pequeña
oligarquía, según los partidarios de Lugo.
“Con la ocupación que
dio lugar a la matanza quedó en evidencia la manipulación informativa”, indica
el funcionario Bernabé Pencuyo, de 60 años. Los Carperos habían ocupados unas
tierras que pertenecían al Estado y fueron entregadas durante la dictadura al
terrateniente Abad Riquelme de forma ilegal y corrupta. Hay un tribunal que
está dirimiendo aún a quién pertenecen esas tierras. Pero eso casi nunca se
dice”.
La derecha promovió la
destitución de Lugo. Pero sus intereses no se vieron muy amenazados por Lugo.
“Los exportadores de soja en Paraguay solo pagan un 3% de impuestos, mientras
que en Argentina pagan más del 30%, sostiene Rodríguez. “No pudo hacer gran
cosa por la reforma agraria, pero consiguió implantar un sistema de salud que
permitió a la mayor parte de la población obtener medicina de forma gratuita.
También concedió subsidios para más de 20.000 familias que viven en la extrema
pobreza y llevó el desayuno y el almuerzo gratuito a las escuelas públicas”,
añade Óscar Rodríguez.
“Lugo no pudo hacer demasiados
cambios”, reconoce el sociólogo José Carlos Rodríguez, colaborador del
Gobierno, “pero trajo una cultura política distinta a la que se vio siempre en
este país. Y la derecha nunca se lo perdonó”.
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