Tomado de El Sol de Puebla
Por Carlos Siula
Organización Editorial Mexicana
París, Francia.- "Ahora que cayeron las máscaras, en
Francia van a estallar nuevos escándalos sexuales", pronostica -con
conocimiento de causa- el periodista Yvonnick Denoël.
Autor del libro
"Sexus Economicus". Denoël es uno de los hombres que mejor conoce los
secretos y debilidades de la clase política y económica francesa. Como
investigador, también publicó -en colaboración con Gordon Thomas- "El
libro negro de la CIA" y "Las guerras secretas de Medio
Oriente".
El descubrimiento del
libertinaje que existe en la clase dirigente surgió a partir del
encarcelamiento del director general del Fondo Monetario Internacional (FMI),
Dominique Strauss-Kahn, acusado de haber violado a una empleada de limpieza del
Hotel Sofitel de Nueva York.
Aunque es un secreto a
voces en los círculos dirigentes, gran parte de la opinión pública recién
descubrió en ese momento que "existen centenares de casos análogos entre
los políticos y empresarios".
La hiperactividad sexual
de los dirigentes tiene, al parecer, una explicación científica: los
sociobiólogos afirman que los hombres de poder tienen una libido superactiva
comparada con el resto de la población masculina. "El poder es un gran
afrodisíaco", decía Henry Kissinger.
En Francia "hay
numerosos dirigentes sexodependientes", asegura Denoël. Su libro describe
con lujo de detalles los casos de importantes líderes que han protagonizado
pequeños o grandes escándalos sexuales. Uno de los episodios más picantes fue
la presencia de un ministro de Economía, que luego ocupó la presidencia de la
República, atrapado desnudo en medio de una pelea entre dos prostitutas
lesbianas en un prostíbulo de lujo. Si bien Denoël no cita el nombre del
protagonista, los lectores identifican fácilmente a Valéry Giscard d'Estaing.
Luego, cuando ejerció el poder, se le atribuyeron numerosos
"affaires" extraconyugales con dos actrices, una fotógrafa y una aristócrata.
A pesar de ese pasado, en el debate frente a François Mitterrand en 1981
insinuó claramente que el dirigente socialista tenía una relación extraconyugal
y una hija secreta.
Mitterrand, que tuvo
decenas de relaciones sentimentales conocidas antes de llegar al poder, no
cambió durante los 14 años que ocupó el Palacio del Elíseo (sede de la
Presidencia). Invitaba a sus amantes a tomar el té en sus departamentos
privados, pero antes de hacerlas subir tenían que aguardar en la sala de
espera, un gesto probablemente destinado a exhibir sus conquistas.
Historias similares
circularon también sobre Jacques Chirac. Incluso su mujer, Bernadette, reconoce
en sus memorias la fama de "chaud lapin" (conejo caliente) que tenía
su marido. También admite que en una oportunidad Chirac estuvo a punto de
abandonar el hogar familiar para irse a vivir con otra mujer.
Nicolas Sarkozy no fue la
excepción. Durante el periodo de celibato que transcurrió entre la separación
de Cecilia Ciganer y el momento en que conoció a Carla Bruni, el actual
presidente tuvo varias aventuras con figuras del "jet-set" y con una
famosa presentadora de televisión.
Ejemplos similares
existen entre diputados, senadores, políticos de menor envergadura y
empresarios. Incluso la presunta violencia de DSK no constituye una novedad: en
1996 la amante del dirigente Patrick Balkany -uno de los íntimos de Sarkozy- lo
denunció ante la justicia de haberla obligado a hacer una felación bajo la
amenaza de un arma. La denuncia fue finalmente abandonada.
Tampoco faltan los
ejemplos sórdidos: en 2004 un consejero del primer ministro Jean-Pierre
Raffarin fue detenido con una prostituta menor de edad. Otro político -no
identificado- fue sorprendido "in flagranti" por la Policía en el
"Bois de Boulogne", donde por la noche se concentran los travestis de
París.
- ¿Cómo se explica la
"omertá" que existe en Francia sobre los escándalos sexuales de sus
dirigentes?
-Sería más preciso hablar
de indulgencia. Existe una tradición cultural que considera el sexo como un
signo de dinamismo.
Forma parte de los
atributos de poder y de la tradición libertina de los monarcas y, por
extensión, de la clase dirigente. Henry IV tuvo 32 amantes y más de 500
relaciones fugaces.
-¿No es indulgente
invocar el "respeto de la vida privada" para ocultar los escándalos?
-En Francia nadie juzga
ni censura la cantidad de relaciones que pueda tener un dirigente, pues
-mientras no degenere en un escándalo- está considerado como un episodio de su
vida privada. El problema aparece cuando se transforma en un elemento de
fragilización.
-¿En qué circunstancias?
-Cuando esas imprudencias
tienen consecuencias graves que pueden desestabilizar a un Gobierno o una
empresa. Una de las armas más viejas y más frecuentes de la política -y ahora
de la guerra entre empresas- es utilizar las llamadas "trampas de
miel": explotar la debilidad de los dirigentes para hacerlos seducir por
una mujer, cuya verdadera misión es el espionaje o la manipulación.
En sus memorias tituladas
"La puta de la república", Christine Deviers-Joncour relata que una
de sus misiones como amante del excanciller Roland Dumas consistía en hacerle
orientar la diplomacia francesa en beneficio de empresas como Thomson o la
petrolera Elf.
Denoël reconoce que la
repercusión que tuvo el caso DSK puede incitar a las víctimas de otros
episodios similares a presentarse ante la justicia. Como haciendo eco a sus
palabras, dos exempleadas de la alcaldía de Draveil acusaron de acoso sexual al
actual secretario de Administración Pública, Georges Tron, que el domingo tuvo
que resignarse a presentar su renuncia.
"Francia no es el
único país donde existen escándalo políticosexuales. Alcanza con mirar los
casos de Italia, Gran Bretaña o España", afirma Denoël. Sin embargo,
reconoce que -poco a poco- "el periodismo e internet están rompiendo la
ley de silencio que existía hasta ahora".
"Hoy sería
impensable que se repitiera un caso como el de la hija secreta de Mitterrand.
Dejó de ser un caso
limitado a su vida privada cuando empezó a generar gastos desconsiderados que,
en definitiva, eran pagados por el contribuyente. Por otra parte, fue el
detonante de una serie de derivas que son inadmisibles en un Estado
democrático. En un momento, la célula antiterrorista del Palacio del Elíseo
colocó bajo espionaje telefónico a centenares de personas que presuntamente
conocían el secreto y se preparaban a divulgarlo", explicó.
"Por eso pienso que
algunos grandes casos que se mantienen en secreto -tanto de la esfera política
como económica y tanto de izquierda como de derecha-, no tardarán en salir a la
luz pública", estimó.
"Creo que a partir
de ahora -concluyó-, en Francia empezamos a dirigirnos progresivamente hacia un
procedimiento más anglosajón y una doctrina más severa de tratar los escándalos
de violación o acosos sexuales protagonizado por los hombres de poder".
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