Tomado de esglobal
DISPENDIO, GASTO PÚBLICO Y BUROCRACIA EN ESTADOS UNIDOS
Desmontando falacias sobre
cómo funciona el sistema burocrático del país.
Por
Mario Saavedra
Ciertas cosas solo ocurren
en Estados Unidos. Imagínense a los funcionarios de Hacienda españoles
caracterizados como los personajes de la película de Star Trek y actuando en un
vídeo para una reunión de motivación del personal. Uno de los directivos del
IRS, el fisco americano, ha tenido recientemente que pedir perdón a un comité
del Congreso por haber “derrochado fondos públicos” haciendo precisamente eso.
Faris Fink, un directivo de la agencia, reconoció haberse gastado más de cuatro
millones de dólares en una conferencia sobre liderazgo en California en
2010, entre ellos decenas de miles de dólares en la preparación de un vídeo en
que él imitaba a Mister Spock y otros empleados, al resto de la tripulación del
Enterprise. “No solo es un derroche del dinero de los contribuyentes, es un
insulto a la memoria de Star Trek. Yo podría haber interpretado a un mejor
Capitán Kirk”, aseguró con sorna el demócrata Carolyn Maloney. En general, el
Congreso ha descubierto que el IRS se ha gastado 50 millones de dólares en
conferencias entre 2010 y 2012.
La imagen popular de
Estados Unidos como cuna de un gobierno de dimensiones pequeñas, más eficaz que
el europeo, y ausente de dispendios y burocracias es falaz.
Hay un ejemplo que resume
muy bien la situación: 851.000 veteranos llevan meses esperando una
compensación por las heridas o enfermedades que les provocó participar en las
distintas guerras emprendidas por su país. Dos de cada tres llevan medio año
aguardando, entre otras cosas porque el sistema informático de la Asociación de
Veteranos (VA, en sus siglas en inglés) es incapaz de coordinarse con los
ordenadores del Departamento de Defensa. Además, la falta de personal hace que
aún no se hayan digitalizado decenas de miles de peticiones. Hay salas repletas
de archivadores, literalmente a riesgo de colapsar. Barack Obama prometió
arreglar el problema. Se ha gastado 1.000 millones de dólares (unos 765
millones de euros) en la renovación de los sistemas. Pero no se ha solucionado,
y miles de veteranos con estrés postraumático, miembros amputados o
discapacidades de varios grados no han recibido ni un dólar de compensación del
país por el que se jugaron sus vidas. Es, como lo definió el diario USA Today,
un “red tape trauma”, un trauma burocrático.
El caso de los veteranos
sirve para explicar la dureza de la burocracia americana, pero también para
ilustrar el gasto mastodóntico de Estados Unidos en temas bélicos. Centenares
de miles de veteranos tienen derecho a sanidad o a pensiones. Y centenares de
miles de soldados en activo, además de centenares de miles de contratistas,
están cobrando una nómina. El país se gasta cada año casi un billón de dólares
en Defensa, más que todo el PIB español junto. Precisamente, el presupuesto
desmesurado en esa área es el responsable de que el gasto público total de EE
UU sea comparable o superior al de la gran mayoría de países.
Cada año, Washington
desembolsa nada menos que seis billones de dólares, una cifra enorme teniendo
en cuenta el total del PIB estadounidense, de 15,5 billones. En 2012, las
pensiones públicas (de funcionarios, de soldados, de congresistas y en general
todos los trabajadores del Estado) supusieron un billón de dólares. La sanidad
pública, aquella que cubre a los mayores de 65 años (Medicare) y a los que
tienen menos ingresos (Medicaid), entre otros programas, sumó 1,1 billones de
dólares. La educación pública, 0,8 billones de dólares más, y la Seguridad
Social (seguro de desempleo público o los cupones de comida que asisten a uno
de cada siete estadounidenses, entre otros programas), 0,7 billones. El resto
fueron, entre otras cosas, a pagar los intereses de la elevadísima deuda del
país, que por primera vez ha superado el 100% del PIB y ahora mismo roza los
16,5 billones de dólares.
Las cifras son de vértigo
pero, ¿son iguales, mayores o menores que las de la “socialista” Europa, como
la llaman muchos estadounidenses? En 2011, la eurozona (con 330 millones de
habitantes, frente a los 316 millones estadounidenses) tuvo un gasto público de
6.200 millones. Algo superior, pues, pero del mismo orden per cápita. Si se
tiene en cuenta el porcentaje de gasto público frente al PIB de la Europa de los
27, éste es del 49%, frente al 39% estadounidense. Si se pondera ese gasto con
un factor de eficacia (con prácticamente el mismo gasto per cápita se consiguen
en la UE sanidad universal y barata, y educación superior asequible), el
resultado cae claramente del lado europeo. Europa, pues, gasta más, pero mejor.
Es cierto que Estados
Unidos no está a la cabeza en número de empleados públicos. Los países
escandinavos tienen al 32% de su fuerza laboral trabajando directamente para el
gobierno. EE UU está en el medio de la clasificación, con alrededor del 15% de
empleados federales, estatales o locales, unos 22 millones. En España la fuerza
laboral pública es del 12%, en Alemania, del 10% y en Francia, del 22%. Pero
este dato tiene trampa. No incluye a los contratistas, que suponen una gran
parte del gasto público. El Departamento de Defensa de EE UU, el mayor
empleador del mundo, mantiene a 3,2 millones de personas en nómina como
personal militar o civil. Y cuenta con millones de contratistas (la cifra varía
de año en año y depende mucho de si hay o no guerra en marcha, pero
recientemente se ha sabido que hay alrededor de un millón de trabajadores solo
con acceso a la máxima autorización militar, top secret. Otros
100.000 dan servicios ahora mismo en Afganistán). Son, además, 1,8 veces más
caros que los funcionarios públicos, según un informe de Project on Government
Oversight.
Hay ciertos tópicos
positivos sobre el país americano que sí son ciertos, como la facilidad para
montar empresas. Estados Unidos está en el cuarto lugar del Índice de Facilidad
de Crear Negocios del Banco Mundial, que mide desde la sencillez burocrática a
la hora de conseguir los certificados necesarios hasta lo que cuesta iniciar
proyectos de construcción, pasando por dar de alta la línea eléctrica y
la telefónica, la protección de los inversores, el pago de impuestos, la
resolución de insolvencias futuras o los procedimientos judiciales.
Las regulaciones son
infinitas, como se puede comprobar cada vez que se firma un contrato de un piso
o se negocia uno laboral. EE UU es el país en el que los abogados son los
profesionales más ricos, tras los médicos, precisamente porque la legislación
es complicada y está llena de lagunas conocidas como loopholes,
resquicios en la ley por los que penetran las grandes corporaciones o los
individuos con los mejores gabinetes legales. El ejemplo clásico es el código
de impuestos. Republicanos y Demócratas proponen casi en cada elección la
remodelación y simplificación de uno de las mayores y más complicadas
legislaciones fiscales del mundo, pero al final nadie se pone manos a la obra.
Lo que viene ocurriendo desde hace décadas y nadie logra parar, es que los
grupos de interés añaden puertas a desgravaciones para sus sectores, y el tomo
de leyes se convierte en un engendro que solo los mejores abogados y contables
son capaces de entender y aprovechar en beneficio propio.
En junio de 2012 la Cámara
de Representantes, la cámara baja del Congreso estadounidense, aprobó una
ley de reforma destinada a reducir la regulación excesiva (conocida como red
tape) que, según los legisladores, dificulta las operaciones sobre todo de
los pequeños y medianos negocios, que dan trabajo a la mitad de la fuerza
laboral del país. Solo las leyes y regulaciones federales, compendiadas en el
Code of Federal Regulations, ocupan casi 175.000 hojas, según el Wayne Crews of
the Competitive Enterprise Institute. La cifra ha aumentado más de un 20% en la
última década. El lobby desregulador afirma, además, que
el cumplimiento con las regulaciones federales cuesta 1,8 billones de dólares
al año. En apenas un año se rubricaron en Washington más de 4.000 nuevas leyes
y regulaciones.
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