viernes, 5 de julio de 2013

Posición de estadounidenses acerca de Reforma Migratoria está sobre ideologías y preferencias políticas

 Tomado de The Wall Street Journal  

Una marcha a favor de la reforma inmigratoria en Washington en abril.

Algunos demócratas tienen reservas sobre la reforma inmigratoria en EE.UU.


Por Recca Ballhaus

A Dexter Jackson, chef en un restaurante de barbacoa en Carolina del Sur, le preocupa de que haya un alto desempleo y el Congreso esté a punto de empeorar la situación. La relajación de las normas de inmigración, opina, "quita empleos a los estadounidenses".
Jackson, de 24 años, concuerda con muchos legisladores en el Congreso de Estados Unidos en su escepticismo hacia las propuestas actuales a favor de reformar las leyes de inmigración. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de ellos, es demócrata y votó por el presidente Barack Obama.
Los demócratas que tienen reservas sobre la reforma inmigratoria son una minoría dentro del partido, pero es un grupo compuesto en gran parte por personas de bajos ingresos.
Ahora, en momentos en que las propuestas de inmigración encaran obstáculos en la Cámara de Representantes, las voces de estos demócratas, combinadas con inquietudes similares expresadas por republicanos, podrían fortalecer los argumentos de que permitir el ingreso de más trabajadores temporales a EE.UU. y legalizar a los indocumentados reduciría los sueldos y empleos de los estadounidenses.
"Sigo siendo de centroizquierda […] simplemente no creo que deberían aprobar la [ley de] inmigración", asevera Rebecca Leach, una ex auxiliar de enfermería de 36 años de Nuevo Hampshire, quien regresó a la universidad para obtener un empleo mejor remunerado. Leach, quien es demócrata y votó por Obama, dice que la idea de traer más trabajadores al país le parece "muy frustrante", dados sus propios desafíos para ganarse la vida.
"Yo tengo que luchar, y he estado en este país toda mi vida", señala Leach, una madre soltera.
Cuando una encuesta de The Wall Street Journal/NBC News preguntó en abril si la inmigración fortalece o debilita al país, 68% de los demócratas dijo que lo fortalecía. No obstante, entre los demócratas con ingresos familiares por debajo de US$30.000 al año (la media en EE.UU. entre 2007 y 2011 fue de US$52.762, según la Oficina del Censo), 53% consideró la inmigración como beneficiosa, con una minoría grande de 42% que opinó que debilitaba el país.
Los republicanos tienden a ver la inmigración desde un punto de vista negativo y a oponerse a los intentos de reformar las leyes de inmigración. Entre todos los republicanos, según la misma encuesta, sólo 37% afirmó que la inmigración fortalece a EE.UU. y 52% dijo que debilita al país.
Los temores sobre el efecto de los inmigrantes en la clase obrera llevaron a que algunos sindicatos y legisladores demócratas se opusieran al último intento de reforma inmigratoria, en 2007. Se están volviendo a escuchar opiniones similares, aunque esta vez son más moderadas.
Ahora, los sindicatos figuran entre los promotores más importantes de la propuesta del Senado para modificar las leyes de inmigración, ya que ven a los nuevos trabajadores como potenciales miembros en momentos en que registran grandes declives en su membresía. Los legisladores demócratas ven cada vez más a los votantes latinos, que tienden a respaldar una reforma, como un grupo electoral clave.
Y en esta ocasión, un presidente demócrata está respaldando la reforma, mientras que en el último intento fue un republicano, George W. Bush, el que apoyó el plan.
Eso deja a los legisladores republicanos como los defensores más acérrimos del argumento de que incorporar a trabajadores extranjeros perjudicará a los estadounidenses.
"Este proyecto de ley traerá cantidades enormes de nuevos trabajadores para ocupar los pocos empleos que se están creando", sostuvo hace poco el senador republicano Jeff Sessions, de Alabama, en una sesión de la cámara alta.
Algunos demócratas subrayan temores similares. "Un ciudadano debería conseguir el trabajo antes que un inmigrante", indica Max Morcha, quien trabaja en una empresa de colocación de concreto en Kansas. "He estado haciendo este tipo de trabajo durante los últimos veintitantos años y lo he visto cambiar de ciudadanos que viven aquí a un grupo de descendencia hispana. Es una vergüenza".
En respuesta a estas posturas, algunos legisladores de ambos partidos han intentado agregar a la legislación estipulaciones sobre capacitación laboral para dar a los estadounidenses una mejor oportunidad para conseguir plazas vacantes, particularmente empleos de alta cualificación.
Los sindicatos, un grupo clave en la coalición demócrata, argumentan que legalizar a los inmigrantes beneficiará a todos los trabajadores, al facilitar el cumplimiento de estándares salariales y normas sobre condiciones laborales. Jeff Hauser, intermediario político para medios de la AFL-CIO, una federación de 57 sindicatos que representa a 12 millones de trabajadores en EE.UU., dice que los estadounidenses ya están compitiendo con los indocumentados. La reforma, asevera, implica que los empleadores "inescrupulosos" que usan mano de obra indocumentada tendrán que regresar a prácticas de contratación justas.
De forma similar, Adriana Kugler, profesora de política pública de la Universidad de Georgetown y ex economista jefe del Departamento de Trabajo, apunta que la inmigración facilita que las empresas contraten en EE.UU. para cubrir puestos que habrían sido enviados al exterior. "No es que los inmigrantes les estén quitando empleos a personas que se encuentran aquí", afirma. "Lo que parece estar sucediendo es que los inmigrantes están tomando trabajos que de otra forma habrían sido tercerizados a otras partes".
Kugler también desestima el temor a que el aumento de inmigrantes reduzca los salarios, señalando una cláusula en el proyecto de ley que obliga a los empleadores a contratar a inmigrantes pagando el sueldo prevalente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario