Me llamó la atención, hace algún tiempo, la
actitud de los padres de tres jóvenes que, intentando secuestrar a un familiar
de un comerciante, murieron víctimas de los disparos de éste, que actuó en
defensa propia. Sin poder evitar el dolor por la pérdida de sus hijos, estos
padres aceptaban como lógica la trágica consecuencia de la conducta criminal de
los jóvenes.
Y me llamó la atención, porque no es nada
común esta actitud objetiva. Las valoraciones que suelen hacer los padres sobre
las conductas de sus hijos suelen estar cargadas de subjetividad e
irresponsabilidad, poniendo la mano en el fuego por ellos después de haber
descuidado una adecuada educación, y de no estar al tanto de sus actividades, o
no querer reconocerlas.
Frecuentemente, el descuido en la
educación de los hijos, obedece a razones distintas a la negligencia. Puede
existir la negligencia cuando hay consciencia de algo. Pero muchas veces,
causas socioculturales impiden que exista consciencia de la importancia de una
adecuada educación a los hijos por parte de los padres, y, mucho más
frecuentemente aún, es la incapacidad y el desconocimiento para ejercer esa
labor.
Es un paso adelante reconocer la
equivocación de los hijos, aun cuando ello haya sucedido ya después de la
tragedia; pero debe mover el otro pie a dar el siguiente paso, que es admitir
la posibilidad de que nuestros hijos no tengan conductas adecuadas, antes de
que sucedan consecuencias que nadie, y menos los padres, deseamos; y buscar
ayuda y tomar las medidas oportunas para corregir la situación.
Las conductas inconvenientes de los hijos
pueden y deben detectarse en el hogar. El Estado debe responsabilizarse de
fomentar la existencia de “hogar y familia estructurada”, la consciencia de la
responsabilidad familiar en la educación adecuada y detección de posibles
trastornos conductuales en los hijos; y ofrecer la ayuda necesaria, que es
mucha.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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