Por mucho tiempo hemos sido testigos como
las personas se aferran en los momentos más espantosos de sus vidas a una
palabra que solo tiene dos silabas.
Estamos hablando en momentos como lo es la
muerte de un ser querido, un accidente o incidente en donde envuelven a cientos
o miles de personas, el diagnostico de una enfermedad terminal, la separación
de una pareja, la incertidumbre de un empleo, en fin, cualquier situación en
donde por ilusión no tengamos un control sobre el desenlace final.
Si, usted está leyendo bien, utilizamos la
palabra “control” ya que es la raíz, para nosotros, de toda la incertidumbre
colectiva en la que vivimos y de la cual no nos damos cuenta deseamos tener sin
saber cómo, en cada respiro que damos.
Desgraciadamente para aquellos que no se han
dado cuenta, la ilusión de controlar es una de las grandes mentiras de esta
vida que nos esclaviza de muchas maneras. La realidad para nosotros es que el
control no existe más allá del que podamos tener sobre nuestro cuerpo y sus
dimensiones, entiéndase la mente, sentimientos y la parte física o las
reacciones a lo que nos sucede.
Comenzamos hablando de esto, ya que
definimos la palabra fe como un sentimiento que está ligado total y
absolutamente a nuestro pasado inmediato, a las experiencias vividas.
En muchas ocasiones entendemos que se basa
en eso que hemos aprendido, lo que hemos (por decisión consiente o
inconsciente) adoptado por modelaje y nos ha funcionado en el pasado, en otras
ocasiones es porque hemos observado que ha funcionado en otros.
Pero sobre todas las cosas y especulaciones
o conjeturas que pudiéramos hacer, estamos convencidos de que la fe nace de un
proceso interno, solitario y único en donde encontramos la tranquilidad
absoluta y las fuerzas indispensable para enfrentar lo incierto. Es aquello que
es indescriptible en palabras, pero que nos arropa y nos brinda física, mental
y espiritualmente una paz absoluta en momentos difíciles.
Desgraciadamente nos hemos olvidado que los
dogmas no son lo que nos dan esa palabra, aunque muchos de nosotros la hemos
encontrado siendo parte de ese proceso colectivo que busca alga más allá de lo
que tenemos físicamente.
La fe, es una necesidad innata de cada uno
de nosotros los que vivimos en esta existencia, ya que es lo que nos recuerda
lo que somos, espíritus viviendo una experiencia humana.
Nos olvidamos que la fe no es más que la
conexión única con nuestra divinidad, la cual nos une a su vez a una conciencia
superior, a eso que no podemos ver, pero que sentimos, a eso que no tocamos con
los dedos, pero si con los ojos del alma.
La fe, no solo mueve montañas como dice por
ahí popularmente sacado del libro más vendido en la historia de la humanidad,
sino que mueve a pueblos enteros a transformar sus conciencias, a destronar el
sentimiento de miedo, que desgraciadamente nos arropa diariamente.
En la vida solo hay dos sentimientos
absolutos, el amor y el miedo, mientras más nos alejemos del amor, más fe
necesitaremos para regresar a lo que somos como individuos y como sociedad que
somos, amor.
La fe no es algo tangible, no es algo que se
compra o se vende, no es algo que se consigue en un lugar en específico a una
hora determinada. Es algo más fuerte que una bomba nuclear, es más resistente
que la misma gravedad que nos sostiene en esta tierra, y a su vez es tan simple
como lo es una intención.
Hoy les exhortamos a que por un momento se
separen de ese adoctrinamiento impuesto por otros, que tomen unos minutos y se
despeguen de los sentimientos de culpa que han sido adoptados en nuestras almas
sin haberle pedido permiso para que se estacionaran allí.
Hoy les exhortamos a que nos separemos de
todo aquello que nos divide y que aunque sea por el espacio de que este leyendo
esto se recuerde quienes somos. Es en ese preciso momento en donde solicitamos
respetuosamente que en su próxima inhalación siente la conciencia universal, es
eso que nos recuerda que la fe nuestra de cada día.
Es la raíz de la esperanza que nos levanta
todas las mañanas, es el saber dentro de nuestra alma que nosotros somos
capaces de hacer lo que deseamos, ya que los barrotes de nuestros límites están
puestos en nuestras mentes. Es aprender el soltar la ilusión del control y
dejar que la vida continúe, sin dejar de aprender la lección.
La fe, no es más que aquello que nos une
como espíritus, es eso que nos lo da todo y no nos quita nada, es eso que
sentimos, que nos arropa en momentos de desesperanza y lo que nos une en
momentos de dolor.
Recordemos que la fe no está en una
estructura, sino un sentimiento de amor en nuestra alma.
Waldemar Serrano-Burgos, CEC
Certified Executive-Business Coach
Dragonfly Coaching
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