Antes se aconsejaba a los padres que
internaran a sus hijos con retraso en una institución especial. Hoy día se
recomienda lo contrario, que estos niños se queden junto a la familia y tomen
parte en las actividades de la comunidad.
El retraso puede estar complicado por
otros problemas físicos y emocionales.
Puede ser que el niño no pueda ver, oír o hablar bien. Indudablemente,
el potencial del niño se ve reducido en tales casos. Por ello, es
importante que se someta al niño a una evaluación minuciosa para determinar
cuáles son sus dificultades, así como sus puntos fuertes. Para ello deben hacerse varias pruebas
especializadas de neurología (del sistema nervioso), de psicología, de
psiquiatría, de educación especial, del oído, del habla, de la vista y de
terapia física.
Los desórdenes emocionales y del
comportamiento también son complicaciones frecuentes en el retardo mental, y
pueden interferir con el progreso del niño. La mayor parte de niños retrasados
son conscientes de que no están al mismo nivel que otros niños de su edad.
Algunos se sienten frustrados o ansiosos, se vuelven retraídos y se portan
“mal” para atraer la atención de otros niños y de los adultos.
Los adolescentes y jóvenes con retardo
pueden deprimirse. Estas personas probablemente no tienen las destrezas
lingüísticas para expresar lo que sienten, y su depresión se manifiesta a
través de nuevos problemas, bien en su comportamiento, o en su hábito de comer
o dormir. Un diagnóstico a tiempo de la
presencia de desórdenes psiquiátricos en los jóvenes con retardo mental puede
resultar en un tratamiento oportuno.
Los medicamentos no son la única manera
de tratar a estos jóvenes. La mayor
parte de ellos pueden beneficiarse de otros tratamientos psiquiátricos. Las consultas periódicas con un especialista
pueden ayudar a la familia a establecer las expectativas apropiadas, los
límites, las oportunidades para triunfar y otras medidas que ayudarán al niño
retrasado a manejar el estrés relacionado con el crecimiento, de manera que se
pueda sentir una persona satisfecha.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica,
Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla
de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
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