Por Luis Montes Brito
Publicado por Long Island al Día
Es evidente que ni el FMLN ni ARENA pueden reclamar ser la primera fuerza política, los números no le dan ese aval a ninguno. La votación manda al diálogo.
El momento es tentador para que El Salvador se empantane en un debate
estéril sobre “si gané o perdí las elecciones por pocos votos”. Los partidos
fueron a la contienda con reglas e instancias definidas con anterioridad que
señalan cuándo, dónde y cómo reclamar si hubiese inconformidades en los
comicios.
A estas alturas del proceso electoral, pretender cambiar las reglas es
percibido como una conducta antidemocrática, simplemente inadmisible, la
cual solo será contraproducente para el país y mayormente para quienes la
promueven. Cada vez es menor el número de aquellos que alegan fraude. La
serenidad y la razón vuelven gradualmente a su nivel normal aislando a
los inconformes. Los quejosos, además, están perdiendo valioso tiempo y
concentración para el próximo desafío electoral. Un verdadero
demócrata hace lo pertinente en este caso: felicitar públicamente por su
victoria a Salvador Sánchez Cerén (SSC) y Oscar Ortiz. El aferrarse a una actitud
rebelde sin asidero legal solo opera en contra de quien insista en ello.
Al ganar la presidencia de su país, SSC hace historia en varios puntos:
a sus casi 70 años es la persona de mayor edad que recibirá la primera
magistratura. Es el primer militante de la izquierda radical que alcanza el
poder a través del voto. Es el primer combatiente que ha sido máximo comandante
en las filas guerrilleras del FMLN y que ahora será Comandante General de las
Fuerzas Armadas, acá merece detenerse un instante para reconocer el profesionalismo
y evolución democrática de los militares salvadoreños, reflejado al aceptar sin
aspavientos la voluntad popular expresada en las urnas y subordinarse sin
deliberar a quien resultó ganador. También SSC históricamente es el presidente
con más votos a favor y a su vez con más votos en contra. Asimismo, es el
candidato que gana democráticamente la presidencia con el más estrecho margen
de la historia.
Los salvadoreños no desconocen el pasado de SSC, un maestro de
profesión, convertido en guerrillero quien ha forjado su carácter en el campo
de la guerra y la clandestinidad. Sin duda es alguien acostumbrado a vivir
situaciones difíciles y a tomar decisiones duras para superarlas. Su
trayectoria es alabada por unos y condenada por otros. Ahora ya como presidente
electo, esa discusión retórica es extemporánea, solo basta tener en mente que
nadie puede cambiar su pasado pero si puede cambiar su futuro, ejemplos abundan
en la historia reciente.
Por el bien del país es deseable que al nuevo presidente le vaya bien en
su difícil gobierno que le espera. SSC puede sacar ventaja de su edad,
experiencias y forma de vida. Condiciones que lo vuelven un líder
paciente pero determinado, un hombre prudente, ajeno a los
exabruptos, conciliador y sin sobresaltos, sabio guerrero para
seleccionar sus batallas. SSC ha tenido una vida austera, a su edad sería
ilógico tratar de volverse alguien que no ha sido. Su imagen pública de
sencillez en su personalidad puede granjearle una buena aceptación de parte de
la mayoría de salvadoreños.
Por los resultados en las urnas es evidente que los salvadoreños no
desean gobernantes alejados de la realidad de su pueblo. Basta mirar la enorme
aceptación en todos los sectores de la sociedad del país que gozan las figuras
del Papa Francisco y del Presidente José Mujica, para entender el tipo de
liderazgo que desean los votantes.
En El Salvador es evidente que ni el FMLN ni ARENA pueden reclamar ser
la primera fuerza política, los números no le dan ese aval a ninguno. La
votación manda al diálogo.
Los aduladores siempre han sido perjudiciales para la política, en el
momento actual para El Salvador lo son aún más. Ambos partidos mayoritarios y
demás fuerzas vivas tiene que detenerse y hacer una profunda reflexión interna
a la luz de los resultados electorales. Hubo una significativa cantidad de
votantes de derecha que votaron por la izquierda y viceversa. El voto cruzado
que hubo es síntoma de una gran insatisfacción interna como externa en los
partidos y con la clase política en general.
El repudio hacia la corrupción y el autoritarismo jugó un papel
predominante a la hora de emitir el voto por lo tanto no debe ser ignorado. Los
empresarios, políticos y miembros de la sociedad civil tendrán que ser más
transparentes y en lugar de buscar contactos privados con el nuevo gobierno
deben hacerlo públicamente, total lo que se busca es lo mejor para El Salvador.
El doble discurso y la doble moral tienen que acabar.
La situación demanda encontrar puntos de coincidencia, avenidas de
aproximación y reglas claras que generen confianza para establecer un diálogo
respetuoso de la identidad política de vencedores y perdedores, dónde cada
quien juegue el rol asignado por la voluntad popular y juntos construir un
verdadero plan de nación.
Finalmente, el resultado de las elecciones también obliga a la clase
política a no seguir ignorando a los salvadoreños en el exterior. Tal cual fue
demostrado en estos comicios, las subsiguientes elecciones presidenciales se
definirán por el apoyo del voto en el exterior, el cual responderá a aquel
partido o candidato que se identifique con este importante sector para la
economía del país y que a partir de hoy es elector clave para definir los
futuros gobiernos salvadoreños.
Las elecciones presidenciales de 2014 terminaron, pasemos la página
y juntos escribamos una nueva que permita transitar hacia un mejor futuro
para todos.
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