Tomado
de ABC
Primer aniversario del Papa Francisco: doce meses de sorpresas e ilusión
Las
reformas avanzan, pero las expectativas infladas presagian desilusiones
Por Juan Vicente Boo
Un año de sorpresas continuas a cargo de un Papa sencillo y cariñoso ha hecho mucho
bien. La mayoría de los católicos están orgullosos de un Papa que
desborda humanidad. Entre los judíos crece el entusiasmo. Según el
rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, «ahora vienen tantos judíos a conocer
al Papa Francisco que deberíamos abrir una sinagoga en el Vaticano».
A los protestantes, musulmanes e incluso ateos
les gusta un Papa que logra comunicar, mediante gestos claros y un lenguaje
sencillo, con el ciudadano de a pie. Muchos ciudadanos lo ven como
un ejemplo para sus propios gobernantes.
Al cabo de un año, las fotografías
«inolvidables» del Papa
Francisco podrían llenar libros enteros. Si una imagen vale más que mil
palabras, su ejemplo personal y su estilo refrescante valen más que mil
encíclicas.
Pero él mismo advierte que la «Franciscomanía»
no va a durar. El primer Papa venido de América ha traído muchos cambios en la
música, pero no piensa hacerlos en la letra. Algunos inflan desmesuradamente
las expectativas de cambio inmediato en los temas de comunión a los divorciados,
papel de la mujer, etc. por mera superficialidad. Otros por mala intención,
sabiendo que inflan un globo destinado a reventar.
El pasado 13 de marzo, tras el primer momento
de sorpresa, casi todo el mundo pensó que la «luna de miel» duraría tres meses.
Ha superado el año. Y resulta claro que la «revolución» del Papa Francisco está solo en sus primeros pasos.
El cambio de estilo es universalmente conocido
y aplaudido. Menos visible al gran público es el comienzo del cambio de actitud
de la burocracia del Vaticano y de los obispos de todo el mundo. Francisco ha
dicho que no quiere
«obispos príncipes», ni «obispos de aeropuerto», sino personas que sepan escuchar
«de corazón a corazón» a todos: a los católicos que practican, a los
alejados, y a quienes ni siquiera son cristianos.
El cambio de actitud se nota ya en muchos de
los fieles de a pie, más comprensivos respecto a los problemas de sus amigos,
más dispuestos a ayudar a quien lo necesita, y más convencidos de que el
Evangelio se enseña con el ejemplo y la sonrisa.
El mensaje de la exhortación apostólica
programática «La
alegría del Evangelio» se está abriendo paso de un modo silencioso
pero eficaz. El segundo año de pontificado puede ser igual de apasionante
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