sábado, 15 de marzo de 2014

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: COMO EXPLICAR A LOS HIJOS EL DIVORCIO



       Los hijos siempre son las grandes víctimas de estas situaciones, aun cuando, en muchos casos, ya eran víctimas también en un mal ambiente conyugal para el que el divorcio se plantea como solución inevitable. Pero incluso en estos casos, ante la situación de divorcio de los padres, los niños se sienten asustados y confundidos por la amenaza a su estabilidad y seguridad personal. Los hijos, particularmente los pequeños, difícilmente pueden entender y aceptar el divorcio de sus padres.

       Es frecuente que los niños sientan ser la causa del conflicto. Muchos hijos asumen la responsabilidad de tratar de reconciliar a sus padres y muchas veces se sacrifican a si mismos en el proceso. Inevitablemente el trauma psicológico es fuerte en cualquier caso, pero que lo sea más o menos, o que se supere más o menos fácilmente, y que deje o no secuelas psicológicas, va a depender en gran medida de la forma en que los padres se lo expliquen y de su actitud entre si y hacia los hijos durante y después del proceso.

       No se les debe ocultar nada, ni deformar la realidad. El divorcio es el reconocimiento del fracaso del proyecto de pareja; y como tal fracaso se les debe plantear, explicando que no era su deseo que esto pasara, que cuando se casaron se querían y que en esas condiciones desearon tener hijos, pero que ha habido algunas causas que han provocado esta ruptura, que es inevitable.

       Debe analizarse objetivamente, y con los términos adecuados a la edad de los hijos, cuáles fueron las causas que condujeron a ese fracaso, con el objeto de que ellos puedan comprender mejor la situación y aprender de errores ajenos. Esto no es fácil, porque nuestra cultura dificulta un divorcio amistoso, que sería lo ideal, y enseña más a resaltar la culpa ajena que a reconocer errores propios. Es un error demasiado frecuente culpar de todo y desacreditar a la otra parte delante de los hijos. Con ello no solo se está atentando contra alguien que es muy importante para ellos, sino que la propia imagen tampoco queda bien parada, pues no ven objetividad.

       No por reconocer errores los hijos dejan de ser hijos, ni se va a perder su amor. Al contrario, los hijos comprenderán y aceptarán más fácilmente la situación y aumentará el respeto y la admiración sobre dos personas que, pese a su fracaso, les están dando ejemplo de cómo manejar las cosas civilizadamente, y  les están demostrando que los quieren y que les importan mucho.

       Pero ello no les resuelve su inseguridad, sensación de abandono, e incertidumbre ante el futuro. Por eso es necesario también abordar otros puntos. Deben tener la seguridad de que siguen y seguirán siendo muy importantes para ambos, y de que seguirán gozando del afecto y el apoyo de ambos, y deben saber cómo va a ser su vida a partir de ahora. Ellos necesitan estabilidad siempre, y en base a este criterio debe decidirse su futuro. Es un error la idea salomónica de vivir alternando el domicilio de la madre y el del padre; ello sólo tiende a aumentar la inestabilidad. Ellos necesitan un domicilio fijo y estable, aun cuando necesiten también pasar tiempo con la otra parte. Desde el momento en que los hijos nacen, su desarrollo adecuado se convierte en el objetivo fundamental de los padres. El hecho de que fracasen después como pareja no debería influir en mantener su éxito como padres; si no pudo ser juntos, que sea separados, pero que sea. Si la separación es amistosa, ello es factible.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  

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