Por Luis Montes Brito
Buenos, buenos días!
Arribamos al Martes “Ni te cases ni te embarques”. El sol sale para todos.
Estamos a dos días del equinoccio de Marzo, fenómeno que ocurre en Marzo y
Septiembre cada año. Técnicamente es el momento en el cual se considera que se
da el cambio de estación.
La palabra equinoccio
proviene del latín aequinoctium y significa «noche igual». En mis tiempos de
joven, quien vulgarizó o popularizó esta palabra fue Jean Michelle Jarré,
un intérprete francés de música electrónica. Me recuerdo que su música no
faltaba en cualquier comercial o documental que abordara el tema del espacio o
el futuro. Lo cierto es que el cambio de estación nos recuerda que tal como
reza la frase atribuida a Heráclito “lo único constante es el cambio”, razón
por la cual los humanos estamos diseñados para adaptarnos al mismo.
Cuando somos jóvenes
ni siquiera imaginamos como será nuestra vida al llegar a los 50. Mi generación
ha tenido la fortuna de vivir tiempos extraordinarios, socialmente, tecnológicamente
y culturalmente hablando. Alcanzamos a ver lo magnifico de una vida tranquila,
apacible y estable, de dos jornadas de trabajo al día, con la siesta de por
medio. Vimos a nuestros padres que disfrutaron de un ambiente relativo de
estabilidad laboral que hoy parece increíble. La gente ingresaba joven a una
empresa y se jubilaba en la misma.
Hoy la incertidumbre
está presente en casi todo. La tecnología se ha desarrollado exponencialmente,
vimos desde el nacimiento de la primer calculadora de bolsillo que solo tenía
las 4 operaciones matemáticas básicas hasta las potentes minicomputadoras que
ahora porta un niño de 8 años en su celular. Los matrimonios eran más estables,
ahora parece que también son descartables, la tolerancia parece hacerse cada vez
menor y provocar cambios más acelerados aún.
La resistencia al
cambio es natural al ser humano, somos animales de costumbre, pero la verdad es
que tal como lo demostró Charles Darwin “solo las especies más fuertes
sobreviven el cambio”. Algunas especies evolucionan, otras mutan, otras se
mimetizan para sobrevivir al cambio. Muchas veces basta tan solo cambiar la
forma de ver las cosas y aceptar la nueva realidad.
Hasta hace poco la
frase era “cambiar el tape” hoy es “cambiar el chip”, pero igual, significa
aceptar la nueva realidad. Aceptarla no solo significa sobrevivir, sino
superarla y vencerla, para ello además de inteligencia, necesitamos voluntad,
tenacidad y una Fe férrea de que los cambios no todo el tiempo son malos, que a
veces son oportunidades para que surjan habilidades que hemos tenido por allí
dormidas.
El cambio genera
ansiedad, incertidumbre e inseguridad pero el no aceptarlo no es la solución.
Mi reflexión no es a darse por vencido, al contrario mi reflexión es a mantener
el espíritu de lucha incólume, a mantenernos combativos y desafiantes ante el
nuevo entorno. No perdamos más el tiempo ni desperdiciemos energías valiosas en
resistirnos, ocupemos todos nuestros sentidos para salir adelante en la nueva
realidad que la vida nos depara a diario. Para eso hoy vamos con todo!
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