EL
RENACER DE EL SALVADOR
Temblad, resto de países de Centroamérica, El Salvador sabe
que lo tiene todo y ha decidido enseñar sus armas: sol, playa, surf, cultura
Maya, cafetales, haciendas, artesanía...
Por Marta
Sahelices
Existen lugares en el
mundo todavía tan 'desconocidos' que hasta el buscador de Google se las ve y se
las desea para localizar imágenes amables y atractivas que despierten el
interés por cruzar sus fronteras y lanzarse a la aventura de viajar por su
territorio. Este es el caso de El Salvador, un pequeño país centroamericano
que sigue luchando por borrar el estigma de su reciente Guerra Civil (recordemos
que cuando Cobi andaba dando saltos por Montjuic ellos emprendían una proceso
de paz vigilado por los organismos internacionales).
Han pasado más de veinte
años desde entonces y las cosas han cambiado mucho. Hoy, por fin, El Salvador
se ha dado cuenta de su potencial, y sabe que no le falta ninguno de
los valores necesarios en la 'ecuación turística': tiene historia,
sol, playa, arqueología, naturaleza en estado puro, fauna endémica, artesanía,
volcanes, cafetales, etc. Por algo su nombre indígena en Cuscatlan significa
'Tierra de Joyas'. Y lo mejor de todo: todavía el resto no lo
sabe. Así que, antes de que su Costa del Sol se convierta en la
nuestra, es el momento de dejarse de perjuicios y acercarse a conocerlo. Para
ir abriendo boca, aquí van una serie de tips acompañados de algunas imágenes
que espero se sumen de inmediato a los resultados del macro-motor de búsqueda.
El Parque Arqueológico San Andrés 'casi' para ti solo.
D.R.
LA CULTURA MAYA
Basta ya de compartir el
momento mágico de visitar un monumento ceremonial junto a mil personas con
chanclas y calcetines blancos. El Salvador posee cinco parques
arqueológicos nacionales (y hay otros cinco más en camino) nada
masificados: Cihuatán, San Andrés, Casa Blanca, Tazumal y Joya de
Cerén, este último declarado Patrimonio de la Humanidad, ya que, entre
otras cosas, muestra la cultura Maya desde la cotidianidad.
Además, algunas voces
entendidas están muy ilusionadas con la posibilidad de que en Cihuatán resida
la clave para desentrañar el mayor misterio mesoamericano: el colapso maya, si
tenemos en cuenta que este asentamiento data del 900 d.C., justo tras
la desaparición de esta civilización en otras regiones mexicanas. [Apunte:
si en 2012 visitaron La Joya de Cerén 47.351 personas, esto quiere decir que,
al día, menos de 120 personas compartieron el espacio, y que —si divides la
cifra en ocho horas de apertura al público— seréis tan solo 15 personas
admirando a la vez el centro ceremonial].
El Pacífico, poco pacífico para cabalgar olas.
D.R.
SURF Y PLAYA
Hubo un tiempo, como a
mediados del siglo XX, que los nómadas surfistas acudían a El Salvador
en peregrinación, de hecho la playa de La Libertad era conocida en
el circuito como la J Bay Latinoamericana. Hoy, quienes antaño se
enamoraron de su potente pointbreak están intentando devolver
al lugar su esplendor primigenio, como Bob Rotherham y su hijo, el surfista de
Quiksilver Jimmy Rotherham, propietarios del Hotel Restaurante Punta
Roca Surf Resort, ubicado
en playa El Cocal. La zona ha sido escenario de algún que otro campeonato
mundial de surf, pero además hay otros lugares excelentes para practicar este
deporte, como la playa de Las flores, La Paz, Sunzal, La Perla...
Los cafetales sustituyeron el cultivo del añil.
D.R.
ARTESANÍA Y CAFETALES
El oeste del país
condensa de norte a sur varios de sus mayores atractivos. Así, en el pueblo de
Ilobasco podrás hacerte con piezas artesanas en cerámica decorativa,
entre las que destacan bellos y minuciosos belenes; en San Sebastián, las
coloridas hamacas son perfectas por la calidad de sus textiles (elaborados con
telares de palanca); y en La Palma los detalles en madera se pintan y decoran a
mano.
Por otra parte, todo el
país está poblado de idílicos cafetales, que sustituyeron allá por el
XIX el cultivo del hasta entonces codiciado añil. Justamente de este
siglo es La Casa del Mamapán, en pleno centro histórico
cultural de Ahuachapán, y el punto de partida perfecto para acercarse a
los bosques de café y así conocer la historia del grano, el proceso de
recolección o, simplemente, tomar una fragante taza con vistas a la imponente
naturaleza.
Si prefieres un lugar más
rural, la Finca San Antonio completa
la experiencia con un cercano sitio arqueológico y la gastronomía de
Chalchuapa, con sabrosos platos como los tamales de gallina o de elote, la yuca
con chicharrón, la horchata, etc. Más hacia el centro del país, y a
pocos kilómetros de la capital y de la costa pacífica, la Finca San Ernesto,conocida
por su restaurante (tanto que no has de extrañarte si en domingo coincides con
alguna boda), también realiza degustaciones de café.
Meca de surf antaño, hoy intenta atraer con sus olas poco
masificadas.
D.R.
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