Tomado de ABC
Cinco años de Obama
en la Casa Blanca
Analizamos los cinco puntos más importantes que
resumen la gestión del primer presidente negro en la historia de Estados Unidos
Por EMILI J. BLASCO
Barack
Obama llega al quinto aniversario de su histórica elección con uno de
sus índices de aceptación más bajos. Mañana se cumplen cinco años de su victoria sobre el
republicano John McCain con
una ventaja de diez millones de votos y siete puntos porcentuales. Llegó a la
Casa Blanca con una aceptación del 68%. Pero ese capital político se le ha ido
esfumando: su ventaja en la reelección de hace ahora un año, contra Mitt
Romney, se redujo a la mitad y hoy los sondeos le dan un índice de aprobación
del 42% (WSJ/NBC y Gallup).
Su
segundo mandato está avanzando sin que Obama pueda sacar adelante su programa
de reformas interiores. A duras penas intenta poner en marcha la reforma
sanitaria frente a la incansable oposición del Tea Party.
Al tiempo que practica una política exterior cada vez más inhibida, con la
manifiesta intención de renunciar al liderazgo mundial para centrarse en la
reforma interna de EE.UU.
Sus
planes no son mesiánicos. Se daría por satisfecho si pone en pie la reforma
sanitaria y la de inmigración, reactiva la economía con algo más de gas y huye
del avispero de Afganistán. Pero ni está claro que vaya a reformar su país ni
que pueda quedarse al margen del resto del mundo.
1.
Primer negro en la Casa Blanca
Nunca
basó su actuación en la cuestión racial.
Desde la noche del 4 de noviembre de 2008, Barack Husein Obama tiene un sitio
en la historia. Esa noche se convirtió en el primer negro en ser elegido
presidente de Estados Unidos, un país en el que el esclavismo y el racismo
marcaron tanto el devenir social y político. Aunque su figura pública se ha
asentado mucho sobre esa realidad –la comunidad afroamericana se volcó en sus
dos elecciones–, Obama nunca ha construido su discurso sobre la cuestión
racial. De hecho, es un campo en el que se encuentra incómodo: prefiere que se
le valore por su actuación, como ocurriría con un presidente blanco. Con una
biografía distinta a la de la mayoría de negros estadounidenses (no es
descendiente de esclavos, su padre era keniano y fue criado por su madre y
abuelos blancos), Obama muchas veces no ha sintonizado con esa comunidad.
«Ha sido doloroso ver el calibrado, cauteloso
y en ocasiones insensible trato del presidente a su electorado más fiel», se
quejó durante la última campaña electoral Tavis Smiley, un presentador negro de
radio y televisión. Pero esas características forman parte del carácter
distante de Obama, y su agenda social ha beneficiado a los afroamericanos.
2.
Prematuro Premio Nobel de la Paz
Obama
llevaba apenas ocho meses en la Casa Blanca Estrategia
a la contra de Bush en Irak y Afganistán. ,
sin tiempo aún para desplegar la agenda con la que había llegado a la
presidencia estadounidense, cuando fue galardonado con el Premio Nobel de la
Paz. George
W. Bush Era una
declaración política del comité de los Nobel en contra de la gestión de y a favor de la prisa de Obama por
retirar las tropas de Irak y Afganistán. En realidad Obama aumentó el número de
soldados en suelo afgano, aunque ciertamente impuso un calendario público de
salida del país, que prevé culminar la retirada de Afganistán a final del
próximo año. Está en el aire la cantidad de soldados que permanecerán allí como
dotación de instrucción y apoyo a las fuerzas afganas. Lo que además queda
sujeto a la aceptación del Gobierno afgano del carácter extrajudicial de ese
contingente. A Obama se le criticó que, por la urgencia de abandonar Irak, a
final de 2011, no lograra negociar la presencia de una base que permitiera a
EE.UU. mayor operatividad en la región. También se le cuestiona credibilidad en
su amenaza de atacar Siria e Irán.
3.
La caza de Bin Laden
Un
éxito tras el que Al Qaida resurgió en Asia y África. Entre los haberes de la presidencia de Obama, la muerte de
Osama bin Laden ocupa un lugar destacado. Tras diez años en fuga desde los
ataques del 11-S, el 2 de mayo de 2011 Bin Laden fue eliminado en una arriesgada
operación en suelo paquistaní. Si nadie discute a Obama el mérito de haber
decidido esa acción, su rápida proclamación de que Al Qaida estaba ya de
rodillas, como aseguró en la campaña electoral de 2012, se le ha vuelto en contra.
La revitalización de los grupos afiliados a Al Qaida en África y el aumento de
su presencia en Siria e Irak indican que la amenaza terrorista no se ha
reducido. Por lo demás, el éxito operativo de los ataques con aviones no
tripulados (drones)contra terroristas en Pakistán, Yemen y Somalia, ha tenido
la contrapartida de crecientes críticas por las víctimas civiles que causa este
tipo de ataques, así como el secretismo con el que se lleva a cabo. Obama ha
admitido que hay un debate ético al respecto y ha mostrado intención de
introducir algunos cambios, como la posibilidad de que las operaciones sean
ejecutadas no por la CIA sino por el Pentágono.
4.
Pugna política por sacar adelante sus
reformas
Un
duro pulso contra el Tea Party más combativo.
En el discurso de su segunda inauguración, Obama expuso las proyectos que
pretendía sacar adelante: mayor control en la venta de armas, reforma
inmigratoria, reforma fiscal y mejora de la economía. Pero el presidente ha
gastado ya buena parte de este primer año sin lograr hacer avanzar su agenda y
solo le quedará otro año «fuerte» para intentarlo, pues en la segunda mitad de
su segundo mandato los presidentes se convierten en «patos cojos», con la clase
política y la propia Administración encarando ya las siguientes presidenciales.
Interrumpido el curso político con crisis como la de Siria o el cierre de la
Administración por falta de acuerdo presupuestario, Obama en realidad se ha
tenido que concentrar en asegurar la puesta en marcha de su principal logro del
primer mandato: la
reforma sanitaria, que extiende la asistencia médica a toda la
población. Obama pudo hacerla aprobar en 2010, en un Congreso dominado por los
demócratas. Pero a finales de ese año, los republicanos, de la mano del Tea
Party, se hicieron con la mayoría en la Cámara de Representantes desde donde
bloquean la agenda del presidente. Por lo demás, la recuperación económica está
siendo más lenta de lo esperado.
5.
El laberinto del espionaje masivo
La
política en la que sí mantuvo el legado de Bush. La última polémica de la presidencia de Obama –el enorme
volumen de escuchas que en todo el mundo realiza la Agencia Nacional de
Seguridad (NSA)estadounidense–
está empañando la promesa de transparencia con la que hace cinco años ganó por
primera vez la presidencia. Si ya su decidido uso de ataques con drones y su
disposición a atacar Siria al margen del Consejo de Seguridad de la ONU han
roto la imagen de «anti-Bush» que el propio Obama presentó de si mismo, ahora
las escuchas de la NSA hablan de una distante relación con Europa y de poca
sensibilidad ante la demanda de privacidad de los propios ciudadanos
estadounidenses. La controversia ha provocado tensiones con los socios
europeos, algunos de los cuales han llegado a amenazar de expulsión a los
diplomáticos estadounidenses que hayan espiado. Las encuestas indican que la
mayoría de la población de EE.UU. acepta la supervisión de la NSA si eso ayuda
a la lucha antiterrorista, pero cada vez Obama se les antoja menos diferente a
Bush, lo que ha contribuido a la mejora de la consideración hacia el
expresidente.
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