lunes, 18 de noviembre de 2013

Inspirador y muy real artículo de Jorge Ramos: Millonarios sin título

Por  Jorge Ramos Ávalos  

Millonarios sin título

Estoy seguro de que muchos jóvenes hispanos formarán parte de esta lista de multimillonarios en el futuro y que serán grandes empresarios, deportistas y cantantes.

Los Ángeles, California. Regresé a la universidad. No a estudiar, sino a conocer a quienes están estudiando.

Mi primera escala al llegar a Estados Unidos hace 30 años fue precisamente la Universidad de California en Los Ángeles y ahora volví para participar en un foro sobre educación. Me puse a caminar por los mismos pasillos que en 1983 me llevaban a mis clases de periodismo y televisión.

Me encontré a las integrantes del Grupo Folclórico de UCLA que preparaban un baile regional mexicano. Son jóvenes muy especiales: UCLA es una universidad difícil para entrar, y a pesar de todos los obstáculos a ellas las habían aceptado.

“¿Cuántas de ustedes son las primeras de su familia en ir a la universidad?” les pregunté. Tres de cada cuatro levantaron la mano. Las sonrisas se transformaron en caras de asombro. Son el nuevo rostro de Estados Unidos.

En el futuro de Estados Unidos hay cada vez más latinos. Seremos 150 millones en 2050. Pero nada nos asegura el éxito económico o el poder político a menos que aumente dramáticamente el número de hispanos que termina la universidad.

¿Por qué no hay más latinos terminando la universidad? Hay un problema de dinero: Muchos estudiantes, al terminar “high school”, o preparatoria, tienen que trabajar para mantener a sus familias.

Hay un problema cultural: Las universidades no saben cómo atraer a más estudiantes hispanos. Y hay un problema social: los estudiantes ven que algunos artistas, deportistas y empresarios que no fueron a la universidad se han convertido en millonarios y, por supuesto, quieren ser como ellos.

Esto último es uno de los obstáculos más complejos para promover la educación superior. El valor neto de algunos empresarios brillantes que abandonaron sus estudios es verdaderamente impresionante: Bill Gates, de Microsoft, $72 mil millones; Michael Dell, casi $16 mil millones; Liliane Bettencourt, $30 mil millones; Amancio Ortega, ejecutivo de modas, $57 mil millones. Titanes de la tecnología, como Mark Zuckerberg y Steve Jobs, han amasado fortunas incluso más cuantiosas.

En los campos del espectáculo y los deportes, nuestros hijos ven actuaciones de jóvenes artistas como Lady Gaga ($80 millones) y Justin Bieber ($58 millones). O escuchan que el golfista Tiger Woods tiene una fortuna de cuando menos $78 millones, o que Roger Federer ha ganado $71 millones durante su carrera de tenista. Las hazañas y fortunas de estrellas del fútbol como David Beckham ($47 millones) y Cristiano Ronaldo ($44 millones) inspiran sueños de gloria.

Estoy seguro de que muchos jóvenes hispanos formarán parte de esta lista de multimillonarios en el futuro y que serán grandes empresarios, deportistas y cantantes. Pero la mayoría no lo será. Esa es la realidad. No hay ninguna garantía para tener éxito en esta vida. Ninguna. Pero el camino más seguro es terminar la universidad. Te doy un dato.

Un estudiante que termina la universidad en Estados Unidos ganará en su vida un millón de dólares más, en promedio, que alguien que no se gradúa. Este promedio está basado en un estudio de salarios hechos por la Oficina del Censo de Estados Unidos. Es decir, un título universitario casi te asegura un millón de dólares más en tu vida. Nada mal.

No hay nada malo en querer ser millonario antes de cumplir 30. Pero hay que tener un plan B. Y ese plan B requiere un título universitario. Ese plan solo se puede aprender en la casa.

No vengo de una familia de dinero. Tuve que trabajar para ir a la universidad al igual que todos mis hermanos. Pero lo que sí recuerdo perfectamente es que nunca tuve la menor duda de que algún día iría a la universidad y me graduaría. Nuestros padres no nos dieron ninguna otra opción. Eso nos salvó.

Estoy absolutamente convencido de que sin un título universitario nunca hubiera podido aprovechar las oportunidades que se me han presentado en México y en Estados Unidos. Mi sospecha es que, sin la universidad, habría sido invisible para muchas empresas y personas.

Regresar a UCLA me permitió ver el futuro de Estados Unidos, con un claro dominio latino en varias ciudades , y reafirmó mi convicción de que para triunfar es preciso tener dos cosas: pasión por lo que haces y, si la pasión y el talento no son suficientes, un título universitario para navegar en un planeta lleno de imprevistos.
 

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