sábado, 9 de noviembre de 2013

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: LA LISTA DE SANTA CLAUS




       Yo nunca fui partidaria de que mis hijos tuvieran muchos juguetes, y pude comprobar que aquellos con los que más disfrutaron no fueron de los que suele regalar Santa, o de los que anuncian en televisión, o de los que se pueden comprar en las jugueterías. Recuerdo especialmente cómo disfrutaron con una nave espacial que ellos mismos se construyeron durante varios días a partir de una caja de cartón. La diversión no duró demasiado una vez que la nave fue terminada, como con cualquier otro juguete; se divirtieron, sobre todo, mientras la construían, mientras desarrollaban libremente su creatividad para hacer su propia obra.

       Mi esposo recuerda de su niñez otra historia similar, en la que tanto él como su vecino habían pedido a Santa un camión, y disfrutaban imaginándose a si mismos jugando con los camiones. El sí fue complacido; el vecino, probablemente por circunstancias económicas, no tuvo tanta suerte. ¿Cómo imaginan que siguió la historia? ¿Disfrutaron ambos del único camión?. Pues disfrutaron de un único camión, pero no de ese precisamente. Disfrutaron de construir con unas maderas y algo de ayuda de su padre un camión para el vecino. Cuando estuvo terminado no pararon de jugar con él, dejando prácticamente olvidado al que trajo Santa. Creo que hasta el padre sintió no ser niño para jugar también con él. Claro, la ilusión por el camión artesanal tampoco duró toda la vida, pero duró durante su construcción y durante un tiempo después. La ilusión por el camión de Santa duró solo antes de que Santa viniera.

       Me disculpo por hacer mención de experiencias personales, cosa que no me gusta y que no suelo hacer, pero es que sirve como ejemplo de cómo son los niños en general. Yo estoy segura de que casi todos han vivido alguna experiencia similar con los hijos, o sobrinos... o con nosotros mismos cuando éramos niños. Sin embargo, no aprendimos la lección, no supimos entender lo que los niños nos están enseñando. Y no solo no supimos entenderlo para aplicarlo con ellos, sino tampoco para aplicarlo a nosotros mismos en nuestra vida cotidiana de adultos, porque, a fin de cuentas, ¿acaso este tipo de experiencias suceden solo con los niños? ¿No nos sentimos también identificados de alguna manera los adultos con nuestros “juguetes de adultos”? Me refiero al carro, a la casa, al propio dinero, etc, por supuesto. ¿No disfrutamos tanto o más de las cosas antes de conseguirlas que después? ¿No disfrutamos más de lo que construimos nosotros mismos que de lo que conseguimos ya construido?


       Volviendo a los niños, según todo ello, no tendría mucho sentido que Santa viniera cargado de regalos. Los niños nos enseñan que con lo que más suelen disfrutar es con la ilusión previa y con todo aquello que les permite desarrollar su creatividad y ser los autores de sus obras. Pero nos lo enseñan inconscientemente. Sería impensable atreverse a decirle a los hijos: “Miren, Santa no va a traer nada; aquí tienen unas maderas y unos cartones para que construyan sus juguetes”. Esa ilusión previa se transformaría en una frustración insoportable; más considerando lo consentidos que los tenemos, y lo alienados que están por la presión comercial y social (al igual que los adultos, por cierto). Por ello, mi recomendación es negociar previamente con ellos que limiten su lista a Santa a aquello que realmente les quite el sueño, y luego incluir por nuestra cuenta algo educativo y que les permita desarrollar su creatividad.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.


Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro. 

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