domingo, 3 de noviembre de 2013

Muere el novelista francés con mayores ventas y menos reconocimiento literario

Tomado de RFI

Muere Gérard de Villiers, ‘el novelista de espionaje que sabía demasiado’

Por Alejo Schapire

Las doscientas novelas de su saga “SAS”, que mezclan sexo, geopolítica y violencia, fueron vendidas en millones de ejemplares en todo el planeta. Sus viajes y sus amistades del mundo del espionaje y la diplomacia le permitían ofrecer relatos bien documentados y en muchos casos que anticiparon sucesos históricos. Las portadas de sus obras, donde posaban mujeres con pocas ropas y muchas armas, pueden encontrarse en cualquier estación de tren de Francia.
El novelista Gérard de Villiers falleció este jueves en París a los 83 años de un cáncer de páncreas, “él tipo de muerte que él no hubiese querido”, precisó Christine de Villiers, la última esposa de un hombre que contrajo seis veces matrimonio.

De Villiers acaba de publicar la 200° novela de su saga de espionaje SAS, y probablemente habría preferido un final más exótico, por ejemplo en Afganistán, a donde había viajado con un deambulador a principios de año para juntar material para dos de sus últimas obras. Sin embargo, la muerte lo sorprendió en su inmenso, pero triste y gris, apartamento de la Avenue Foche, a dos pasos del Arco del Triunfo.

En cuanto a su legado literario, jamás será considerado uno de los grandes escritores de Francia, por más de que haya vendido más de 100.000 millones de ejemplares en todo el mundo y sus libros puedan conseguirse en cualquier estación de tren o supermercado de Francia, lejos de la nobleza literaria. Lo suyo era el “pulp fiction thrillers”, como lo definió este año el New York Times, que vio este año en él “al autor de novelas de espionaje que sabía demasiado”.

Su saga comenzó tras la muerte del padre de James Bond, Ian Fleming. En 1965, De Villiers crea a Malko Linge, alias SAS (Su Altesa Serenísima), un austríaco - “a un francés nadie lo hubiese tomado en serio”, le dijo recientemente a Le Monde- que trabaja para la CIA. Héroe de la Guerra Fría primero, y luego de la lucha contra el terrorismo islámico, Malko es un duro de la vieja escuela que conquista siempre a una mujer a la que somete a una rutina sexual bastante repetitiva en escenarios exóticos.

Lejos de la sofisticación de James Bond y de la sutiliza de un John Le Carré, SAS carece de estas pretensiones literarias. Las portadas anuncian todo: invariablemente una mujer con poca ropa y muchas armas, de preferencia kalashnikovs, como las que ornaban el escritorio del autor.

Sin embargo, todos parecen reconocer hoy que era una de las plumas mejor documentadas sobre el mundo del espionaje, gracias a sus contactos en el submundo de las operaciones clandestinas y del terciopelo de la diplomacia, que luego podían reconocerse en las novelas bajo otros nombres. Sus investigaciones lo llevaron a 130 países y en varias ocasiones supo anticipar hechos políticos desde la ficción, como el asesinato del presidente Anuar Al Sadat, un año antes de que se produjera efectivamente el atentado.

Pese al éxito popular, De Villiers se murió sin el reconocimiento literario parisino ni de Hollywood, al que aspiró a conquistar para ver adaptadas sus películas en superproducciones. Es necesario añadir que su perfil no pegaba con el arquetipo del escritor francés contemporáneo. Se autodefinía como “claramente de derecha, liberal, anticomunista, antiislamista, anticomunitarista, antisocialista”… antisemita y racista, agregaban sus detractores. Algo que confirmaba en alguna medida uno de sus mejores amigos, el escritor francés Claude Lanzmann, autor del documental sobre el holocausto “Shoah”. 

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