domingo, 30 de junio de 2013

Políticos latinoamericanos todavía no comprenden el poder de las redes sociales

Tomado de Americas Quarterly  


Las redes sociales y la política en México: El caso de las “ladies” y los “gentlemen”

Por Rodrigo Borja

Desde que comenzó el gobierno de Enrique Peña Nieto en diciembre de 2012, un curioso fenómeno se ha presentado en el mundo de la política mexicana. Al parecer, nuestros dirigentes no han comprendido el enorme poder de la tecnología y la impresionante capacidad de difusión que tienen las redes sociales, mismas que escapan completamente de su poder de control. La clase política puede pactar con los dueños de las televisoras, de la radio y de los periódicos sobre la información que se puede o no se puede transmitir, pero son incapaces de imponer el mismo control sobre Facebook, Twitter o YouTube.

Gracias a eso, en los últimos meses hemos podido presenciar una serie de escándalos que desnudan a la clase política en general. Los videos subidos a YouTube que muestran a políticos mexicanos de todos los partidos en situaciones comprometedoras se han vuelto algo común en los últimos meses. La sabiduría popular los ha bautizado como las “ladies” y los “gentlemen”.

Todo comenzó cuando la hija del Procurador Federal del Consumidor se enojó porque en un restaurante no le dieron la mesa que quería. De inmediato se fue a la oficina de papi y regresó con algunos inspectores que procedieron a clausurar el restaurante en cuestión, alegando diversas violaciones en el sistema de reservaciones. Los testigos que presenciaron el acto lo comentaron en Twitter y Facebook y de inmediato se le bautizó como la “lady Profeco”. Aunque el incidente le costó el trabajo a su padre, ninguna autoridad decidió investigar el hecho de que los inspectores hayan obedecido a esta señorita si ella no era ninguna autoridad. ¿Tan sólo por ser la hija del jefe?

Después supimos de la “lady del Senado”, una senadora del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que insultó a una trabajadora de una aerolínea después de que no le permitiera subir al avión por llegar tarde. La senadora aseguraba que ella era una autoridad y que por ello tenían que permitirle subir al avión. Poco después tuvo el descaro de pedir que se creara una “Fiscalía Especializada en la Protección de los Políticos,” pues éstos sufren del acoso de los medios de comunicación y de la ciudadanía.

Y no podemos dejar de mencionar a los “gentlemen” de Ixtapaluca y de Silao, regidores de esos ayuntamientos, el primero del Partido de Acción Nacional (PAN) y el segundo del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que en total estado de ebriedad insultaron a los policías que intentaban poner freno a los escándalos que hacían en la vía pública y que fueron captados en video, o a la “lady diputada”, candidata del PAN a la legislatura local de Chihuahua por Ciudad Juárez, que fue grabada en un video saliendo de un bar en total estado de ebriedad.

Y la lista sigue creciendo. La “lady de Tepoztlán”, militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI); el “gentleman de Morelia”, diputado federal del PRD; la “lady de la Roma”, la “lady de Saltillo”, la “lady LaFragua” y otros y otras más que escapan a mi memoria en estos momentos. Pero todos tienen en común ser funcionarios públicos o tener alguna relación familiar o de amistad con alguno de ellos y alardear de eso para evitar ser sancionados u obtener algún privilegio.

Pero en ocasiones son ellos mismos quienes se “balconean” en las redes sociales, especialmente en Facebook, y de esa forma hemos conocido el altísimo nivel de vida del que presumen los hijos de políticos y líderes sindicales.

Por desgracia, a pesar de de ser exhibidos una y otra vez, éstos siguen haciendo alarde de la impunidad de que gozan, pues al día siguiente, una vez que se repusieron de la borrachera, piden perdón y aclaran que seguramente es una maniobra de sus rivales y que todo tiene tintes electorales.


*Rodrigo Borja is a guest blogger to AQ Online. He is a Mexican historian and writer.

Tenancingo, México pueblo dónde los niños desean convertirse en “Padrotes” (proxenetas)

Tomado de El País
  El pueblo de los niños proxenetas

En Tenancingo, un pequeño municipio mexicano, cuatro de cada cinco adolescentes quiere dedicarse a la trata de personas, el negocio local

 

Por Juan Diego Quesada


Noé Quetzal Méndez tiene 38 años, la cara redonda y un lunar cerca del ojo izquierdo. En la fotografía anexa a su ficha policial parece un cantante venido a menos. La cirugía estética con la que intentó burlar al FBI le ha acartonado el rostro. Quienes lo conocen bien dicen que no se parece en nada a aquel adolescente regordete que desde muy pronto, casi siendo un niño, comenzó a prostituir mujeres en Tenancingo, un pueblo de campesinos situado a 100 kilómetros del Distrito Federal. Expandió su negocio por Estados Unidos y cruzó en la frontera a más de cien menores de edad. Cada cierto tiempo volvía a su tierra como el hijo pródigo.
En la entrada de su municipio, de 11.700 habitantes, se suceden mansiones ostentosas y horteras junto a casitas humildes acabadas con retales. Los adolescentes del pueblo saben que las primeras construcciones pertenecen a los proxenetas, los mismos que llenan cada año de dólares el manto del arcángel San Miguel cuando sale en procesión. Las segundas son propiedades de campesinos, unos don nadie a ojos de los jóvenes. El oficio de tratante de personas en este lugar es hereditario. Familiar. Pasa de padres a hijos, de generación en generación.
 “Quiero ser sicario padrote (proxeneta)”, dijo delante de sus compañeros de clase un chico de 13 años el mes pasado. Se le adivinaba un bigotillo fino sobre la comisura de los labios.
No es el único que lo piensa. Cuatro de cada cinco estudiantes del pueblo dijeron querer dedicarse a la trata de mujeres en una encuesta reciente. El tipo sin expresión por su paso por el quirófano es para ellos un espejo en el que mirarse. Los hombres de este municipio del Estado de Tlaxcala, en el centro de México, suelen casarse por primera vez a los 14 o 15 años y a lo largo de su vida van acumulando noviazgos y matrimonios con mujeres a las que poco a poco introducen en la prostitución. El núcleo familiar –padres, madres, abuelos, tíos- se encargan de la empresa y cuidan de los niños que van naciendo, padrotes en potencia.
La primera impresión al llegar al colegio del Tenancingo es que se trata de un internado suizo. El director de la escuela Jaime Torres Bodet, un hombre de pelo cano, organiza la visita con gesto severo. Su institución es muy respetada, como si fuera una isla de moralidad en medio de la depravación general. Los pasillos del centro están impecables, las plantas parecen podadas por un hábil jardinero. Los alumnos saludan a coro a los visitantes y pasan ordenadamente a una clase. A continuación se sientan alrededor de tres mesas. Son parte de esos estudiantes que querían dedicarse a la trata. Rondan los 13 años.
Entre ellos hay varios cuyos familiares están en el negocio. La asociación Cauce Ciudadano, que trabaja para prevenir la violencia de los jóvenes mexicanos, lleva unas semanas impartiendo talleres para tratar de inculcarles valores. Se encontraron con niños que veían el asunto con naturalidad, que consideraban que la mujer podía ser moneda de cambio. Es lo que han visto toda la vida. Al acabar el curso la mayoría parece haber cambiado de parecer. Escribieron en unos carteles: “Mi sueño es que se acabe la trata de personas, que haya más respeto y cines”, “Que no haya padrotes ni policías corruptos”, “Problemáticas: la trata de blancas, vandalismo, graffity, falta de agua, los vagos, borrachos drogadictos…”. Erika Llanos, directora operativa de la asociación, resalta la importancia de trabajar en el desarrollo humano de los niños. “Tienen que aprender a vivir, a respetarse a ellos mismo y a los demás”, señala.
En una hora y 20 minutos de charla hablarán de violencia, discriminación, de la falta de la autoestima con la que crecen. En ningún momento dirán la palabra padrote pero el asunto sobrevuela todas las conversaciones. Es tabú hablarlo con alguien de fuera. Una de las chicas del grupo ve a su madre solo de vez en cuando. Trabaja como prostituta en Tijuana. Ella está al cuidado de unos tíos. Ha protagonizado algunos problemas de conducta. “No estoy loca”, advierte por si a alguien se le ocurre colgarle algún estereotipo. Su sueño, junto con el de otra compañera, es abrir un restaurante elegante en el pueblo donde poder ir a celebrar en las grandes ocasiones. “Los hombres serán meseros y las mujeres cocineras pero todos limpiarán lo mismo porque son iguales. Unos no valen más que otros”, muestra lo aprendido. Los niños han pasado de decir que quieren dedicarse a la prostitución a anhelar convertirse en médicos, abogados o arquitectos.
Otra adolescente reclama mayor respeto a otras confesiones religiones que se practican en Tenancingo. ¿Cómo cuáles? “La Santa Muerte... tiene muchos seguidores”.
Oriundos de este lugar controlan La Merced, el mayor centro de prostitución de la Ciudad de México. Entre las calles y hoteles de la zona se cuentan miles de prostitutas. “El 90% de los detenidos por trata son originarios del Estado de Tlaxcala. La mayoría provienen de familias enteras que se dedican a esto”, resalta Juana Camila Bautista, fiscal de delitos sexuales del DF. En el último año han conseguido sacar de la prostitución a 200 mujeres, entre ellas 92 menores. La mayoría también de esta zona del país. Uno de los trabajos más arduos de la fiscalía consiste en convencer a las chicas de que están siendo explotadas sexualmente. “Muchas siguen enamoradas y no es fácil hacerles ver que no eso no está bien, que eso no es querer a nadie”, ahonda la fiscal en su despacho. Los últimos proxenetas encarcelados han recibido sentencias de 60 años sin posibilidad de reducción de pena. Considera un logro que en la última reforma de la ley se considere un agravante el parentesco en el delito de explotación.
 El amor es uno de las artimañas que utilizan los explotadores para mantenerlas indefinidamente en el negocio. Los proxenetas llegan a tener más de media docena de esposas, concubinas o novias, como se las quiera llamar, trabajando en el mundo de la prostitución. Con sus coches de gran cilindrada, ropa y joyas caras impresionan a niñas que provienen de un entorno marginal. Los hombres se han ganado la fama de seductores. “Usan el verbo, te enamoran”, sostiene una vecina que repudia la fama que se ha ganado su pueblo.
Marcela, una joven guapa del sur de México, creyó encontrar en ese muchacho que la pretendía el amor que nunca tuvo en su casa, abandonada por el padre y malquerida por la madre. El chico parecía un exitoso comerciante de ropa que viajaba por todo el país colocando mercancía. Se conocieron en un parque y estuvieron viéndose a escondidas hasta que él fue a pedirle la mano a los padres de ella. La pareja se mudó a Tenancingo y se hospedó en casa de la familia del muchacho. La primera propuesta extraña que recibió Marcela fue la de trabajar como “chica de compañía” en un table, unos locales nocturnos donde las mujeres bailan en un escenario y donde se ejerce la prostitución, aunque de eso no se hable abiertamente. En ese momento era menor de edad. “Me dijo que necesitábamos dinero para pagar nuestra boda”, recuerda. Se negó y la tensión con su familia política fue en aumento.
La pareja se mudó al DF y ahí directamente fue enviada a trabajar como prostituta en un hotel de La Merced. Su cuñada fue quien la inició en el negocio. La encerró en una habitación de un hotel de mala muerte, El Universia, y le enseñó a poner un preservativo, a masturbar a un hombre, a maquillarse y vestirse para atraer clientes. Mientras trabajaba, su novio y el hermano iban al cine y comían en restaurantes del centro. Al finalizar la jornada pasaban por la recaudación. El encierro de Marcela solo duró seis días. Al séptimo, la policía entró en el edificio y detuvo a todos los proxenetas que andaban por allí. Era febrero de este año. Fue el primer golpe del alcalde de la ciudad, Miguel Ángel Mancera, contra la trata de personas. Llevaba pocos meses en el cargo.
 El negocio de los tratantes de Tlaxcala trasciende las fronteras de México. Las chicas son enviadas a ciudades de Estados Unidos. En Nueva York, Chicago, Atlanta o Los Ángeles se han documentado casos de explotación a mujeres mexicanas. Hay clubes completos donde la mayoría de las prostitutas tienen algún tipo de vínculo con Tenancingo. El negocio más próspero para los padrotes, de todos modos, se encuentra en el sur de ese país, en la misma frontera mexicana. Los tratantes las cruzan a través de la frontera y las dejan en manos de los delibreros (traducción fonética de delivers, repartidores), unos tipos que reparten publicidad y concretan citas sexuales con los inmigrantes centroamericanos y mexicanos que trabajan en el campo. “Hacen todo ese viaje para sufrir el abuso de los propios latinoamericanos”, lamenta Rosi Orozco, presidenta de la organización Comisión Unidos vs Trata y exdiputada por el PAN especializada en la lucha contra la explotación de mujeres. Orozco ha comandado algunas campañas contra los anuncios clasificados de prostitución en prensa o los comerciales de televisión que le han valido algunas enemistades.
 El joven párroco de Tenancingo llamado José Alfredo ha aprendido a esquivar el tema. La experta Orozco calcula, según sus indagaciones, que un 30% de los vecinos se dedica a la trata. Un lunes, una secretaria agenda las misas de muertos de los vecinos que se acercan por esta bonita iglesia llena de imágenes clásicas. Dice el padre que no quiere “hablar de eso”, que la Iglesia es una institución vertebral de la ciudadanía que tiene que estar para todos los problemas. Reconoce que el patrón pasea por las calles bañado en billetes pero asegura que no es su institución la que se queda con el dinero, sino que va a parar a los mayorales que custodian las tallas durante el año. Su trabajo es el de mantener la fe de los habitantes del pueblo y guiarles, en la medida de lo posible, por el buen camino. Eso incluye apartarlos de la Santa Muerte, adorada por policías y sicarios a la vez. “Algunas mañanas me encuentro en la parroquia objetos de culto hacia ella e inmediatamente las saco. Este es un lugar sagrado”, dice.
A ella seguramente se tuvo que encomendar más de una vez el hombre sin rostro cuando el FBI pisaba sus talones. El que era un modelo a seguir para los jóvenes de Tenancingo llegó a tener una docena de esposas, como si de un sátrapa persa se tratara. Entre ellas una de 13 años. Las chicas han contado que las vestía a todas de sirvientas y las invitaba a besarle los pies. Lo detuvieron en Puebla acusado de trata y homicidio y cuando estaba rodeado por la policía ofreció cinco millones de pesos a un comisario para que lo dejara escapar. Tras recibir una negativa, pidió que se le aplicara la ley fuga: simular su huida y que fuese ultimado por la espalda. Un sistema muy utilizado durante el porfiriato y la revolución mexicana. Quetzal prefería eso a pasar prácticamente lo que le queda de vida en prisión. Acabó siendo detenido. No tenía escapatoria.
El chico que delante de sus compañeros dijo querer imitarle, en cambio, parece tener dónde elegir. En el taller rompió a llorar cuando cada uno de los menores exponía sus problemas. No quiso apenas hablar y cuando lo intentó no le salían las palabras. El día anterior había escrito en un papel: “¡Ayúdanos!”.


Nelson Mandela, tan importante en la historia de África como Gandhi para India

Tomado de Revista Semana 
 Mandela es para África una figura tan importante como Gandhi para India o Mao para China.

 Un gigante de la Historia

Por Enrique Serrano*

Mandela no solo tuvo que padecer las brutalidades del ‘apartheid’ sino enfrentarlo con el poder de su palabra.

Nelson Mandela cuando joven

Nadie escapa de las paradojas. Durante mucho tiempo fue ignorado, pero luego se convirtió en una celebridad sin límites. Antaño, sus ideas yacieron en la sombra para ser exaltadas después como adalides de la humanidad. Los abusos que contra él y los de su raza fueron por décadas minimizados, hoy son considerados intolerables. 

Nelson Mandela fue el hito de una época y el fundamento de otra, y de sus hechos se desprenden lecciones inolvidables para los 7.000 millones de seres humanos que hoy pueblan la Tierra. De su Sudáfrica nativa, colonizada y dividida, surgió un poderoso país lleno de promesas de futuro. Él fue el gran arquitecto. 
Winnie la luchadora. En 1958 se casó con Winnie Madikizela, su segunda esposa, quien fue su gran compañera de lucha y la madre de dos de sus seis hijos. Se separó de ella en 1992.

Cuando nació, el 18 de julio de 1918, el hijo del jefe Thembu de la tribu xhosa tenía como destino conducir a su pequeña comunidad de pastores hacia una prosperidad ancestral, tener muchos hijos de múltiples esposas y morir quizás en una batalla contra los británicos o los bóeres, que extraían los minerales preciosos de las ricas minas de Transkei o de Transvaal. También estaba destinado para ser madiba, el título honorífico que recibían los ancianos del clan.

Sin embargo, la muerte de su padre en 1927 sembró en el joven príncipe Thembu una semilla de inquietud acerca del mundo que lo rodeaba, así sobre las extrañas condiciones en las que el hombre blanco se había apropiado de sus tierras y de su abigarrada sociedad. Descubrió en la escuela básica de Qunu, regida por misioneros occidentales, que todo estaba por hacer frente a las inequidades, la ambición, la absurda discriminación y la segregación. 

Líder de los oprimidos. Durante el absurdo juicio en su contra en 1962, en el que fue condenado a 30 años de prisión, miles de negros protestaron a pesar de las represiones del régimen.

Luego, en la escuela de Clarkebury en Fort Beaufort, donde recibió una educación inglesa y el nombre de Nelson, se percató de su lugar en aquel sombrío recinto colonial y del trato que recibían los demás nativos africanos. Como lección imborrable del destino, el primer amigo y compañero entrañable de su tribu en la escuela se llamaba Justice, y él quiso imitarlo en todo. La justicia ya lo reclamaba desde la infancia como un tozudo defensor de todos cuantos sufriesen atropellos u opresión.

De joven fue labrador, pastor, conductor de carro y ante todo un hombre muy religioso: se tomaba muy en serio aquello de estar pendiente de las ovejas descarriadas y de resolver cualquier problema relacionado con su numerosa familia. Esa conciencia de no estar solo se fue juntando con su conocimiento de la ley y del derecho, que se inculcaba fuertemente en la secundaria de Clarkebury. En 1937 se graduó y fue a dar al colegio metodista de Headtown y luego en el de Fort Hare para estudiar una licenciatura en Derecho. 

Líder de una nación. Tras las negociaciones políticas con el gobierno, Mandela y otros líderes quedaron libres en 1990.

Era el colegio más importante para negros en Sudáfrica y Mandela estaba orgulloso de estudiar allí. Pronto se involucró en la política y como resultado de ello fue expulsado. Regresó a su Transkei natal. Fue esta doble condición de joven educado a la inglesa y de jefe tribal xhosa la que le otorgó esta combinación tan especial de líder y portavoz de su pueblo, lo mismo que de refinado e inteligente conocedor del funcionamiento del sistema. 

En 1941 llegó a la deslumbrante Johannesburgo, una ciudad como nunca había conocido, llena de luces y de sombras. Allí forjaría su destino, primero al graduarse como abogado en 1942 en la Universidad de Witwatersrand, y como político, con su ingreso en el Congreso Nacional Africano (CNA). Walter Sisulu lo hizo entrar al descubrir en el pasante juvenil a un abogado excepcional; aplomado y moderado cuando era preciso, pero vehemente y firme cuando la situación lo exigía.

Fue el comienzo de otra lucha que comenzó en 1994 cuando fue elegido presidente por una abrumadora mayoría.

Los años cuarenta llevaron a Sudáfrica –además de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial– nuevas preocupaciones y conflictos. Mandela mostró una fiera resistencia frente a los abusos y crímenes cometidos por el régimen. Su ascenso fue relativamente rápido y, junto a su amigo Justice, obtuvo pronto el reconocimiento que anhelaba. Una mezcla de nacionalismo, tribalismo y socialismo era la base de la doctrina del CNA. 

Quería la unidad pero reconocía las diferencias entre los pueblos nativos de África del sur. La rivalidad ancestral de los xhosas con los zulúes era el eje de casi todas las polémicas. Tras la huelga de los mineros, organizada por el Partido Comunista en 1946, el Ejército blanco sudafricano comenzó a causar muchas víctimas entre la población negra, sin importar la etnia, ni la formación recibida.

A la sombra. Las dos primeras esposas, Evelyn Ntoko y Winnie, sufrieron las consecuencias de la lucha de Mandela. Prácticamente tuvieron que criar a sus hijos solas durante los 27 años que estuvo en prisión.

En los años cincuenta estuvo la gran militancia de Mandela, acompasada por la vida en familia (se casó tres veces y tuvo seis hijos) y el mayor compromiso con la causa de una Sudáfrica independiente. El CNA, especialmente Walter Sisulo, impulsaron a Nelson a convertirse en un revolucionario, una suerte de apóstol de la causa antirracista. 

Pero su voz no se oía fuera de Sudáfrica y la Guerra Fría consumía casi todas las energías de la humanidad, por lo que fue encarcelado y liberado varias veces y condenado por cargos que hoy serían considerados absurdos. Hasta comienzos de los años setenta el abogado Mandela estuvo a cargo de miles y miles de procesos que tenían en común el sesgo de la segregación y la brutalidad discrecional de un Estado torpe y unos dirigentes conducidos por la ambición y el temor. 

Estratega político. Mandela, quien aprendió en la cárcel a conocer las pasiones de la minoría blanca, encontró en el rugby el arma para unir a todo un país en el mundial de rugby de 1995.

El apartheid, que comenzó en 1948, parecía en efecto una forma gratuita de opresión pero estaba motivado por el recelo de una minoría poderosa y rica, más amenazada por una mayoría silenciosa y aparentemente resignada que empezaba a mostrar signos de irrefrenable indignación.

Cuando las actividades revolucionarias se hicieron más explícitas y una convención nacional llamada Congreso del Pueblo desafió de manera abierta al gobierno con la llamada Carta de la Libertad de 1955, Mandela aclaró con valentía: “La carta es mucho más que una simple lista de exigencias de reformas democráticas; es un documento revolucionario precisamente porque los cambios que prevé no se pueden conseguir sin descomponer el sistema político y económico de la Sudáfrica actual”.

Reconocimiento mundial. Entre los muchos premios y reconocimientos que recibió en su vida, el más importante fue el Nobel de Paz de 1993.

Tres meses después fue capturado y acusado de traición. El 13 de diciembre de 1956, en la Campaña de Desobediencia, ensayó métodos que ya Henry David Thoreau y el Mahatma Gandhi habían utilizado con éxito. Aunque el juicio ante el Tribunal Supremo del Transvaal fue magníficamente afrontado por la defensa y el propio Mandela se defendió con brillantez, no pudo conseguir más que una postergación de los cargos por traición que serían utilizados por sus acusadores en el famoso juicio de 1962. 

Entretanto, la vida le entregó la satisfacción de encontrar a su segunda esposa, que sería la más importante de su vida, Nomzamo Winifred Madikizela, conocida como Winnie, y con la que se casaría en junio de 1958. Su amor por ella le ayudó a enfrentar la dureza del juicio y la severidad del tribunal de Pretoria, a donde debió trasladarse para llevar a cabo una defensa aceptable.

Con la reina Isabel II en 1996, durante su primera visita a Gran Bretaña como presidente de Sudáfrica. Se dirigen hacia el Palacio de Buckingham por la famosa calle Pall Mall de Londres.

Luego sobrevino la trágica masacre de Sharpeville, un township o bantustan cercano a Johannesburgo y en el que murieron 79 personas y más de 400 quedaron heridas. Esta tragedia hizo que Mandela, ya apodado Madiba, que quiere decir ‘lanza de la nación’, empezó a adquirir el carácter mítico de símbolo viviente de la lucha sudafricana por la independencia política y por la libre expresión.

En su defensa y frente al Tribunal Supremo de Pretoria, Mandela explicó cómo se había convertido en el hombre que era y las razones por las que había hecho las cosas que había hecho. Con elocuencia pronunció estas famosas palabras: “Podría afirmar que la vida en conjunto de cualquier africano pensante de este país lo conduce constantemente hacia el conflicto entre su conciencia, por una parte y la ley por la otra. Nuestras conciencias nos dictan que debemos protestar contra las leyes, que debemos oponernos, y que debemos intentar cambiarlas. 

Con el papa Juan Pablo II en la casa presidencial de huéspedes de Pretoria. El pontífice visitó Sudáfrica para concluir la Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos en 1995.

La ley me ha convertido en un delincuente, no por lo que he hecho sino por los motivos de mi lucha, por lo que pienso, por mi conciencia. Sea cual sea la sentencia que Su Señoría considere adecuada para mí, pueden estar seguros que cuando la haya cumplido aún estaré más motivado para retomar, de la mejor forma que pueda, la lucha por la eliminación de estas injusticias hasta que finalmente sean abolidas para siempre”.

Los esfuerzos no valieron de mucho y Nelson Mandela fue condenado a 30 años de presidio. Tenía 46 años. Fue trasladado a Robben Island. En esos muros estrechos esperó con decisión y convicción, evitando ser demolido por el desánimo, a que el mundo cambiase lo suficiente como para reflexionar acerca de lo injusto de su presidio y de lo grande de su causa. 

Con Bill Clinton en 1993 Mandela fue condecorado con la Medalla de la Libertad en Filadelfia. Los dos líderes se reunieron en varias ocasiones, en una de estas, Clinton conoció la celda donde estuvo recluido el líder sudafricano.

En efecto, el mundo cambió dramáticamente mientras él estaba encerrado en su prisión y la dirección de los cambios no solo lo favorecía a él, sino a su causa y a sus ideales. La libertad se abría camino y la malignidad –que nunca desaparecerá del todo– dejaba campo abierto a una cierta benevolencia. Cientos de millones de seres que habían sido dominados y esclavizados podían ahora expresar sus quejas y hacer oír sus razones.

Las más famosas y arbitrarias dictaduras del mundo empezaron a sufrir reveses y descalabros, tras el fin de la Guerra de Vietnam cualquier forma de control imperial violento parecía avocada a su fin. Todo se puso en contra del antiguo régimen de los bóeres. 

Con Yasser Arafat Yasser Arafat recibió el premio Nobel de Paz en 1994, un año después de Mandela. Se reunieron en Johannesburgo el 3 de mayo de 2001.


Lo que se destaca de los 26 años que tuvo que sufrir en prisión Mandela fue la enorme entereza y fortaleza de su ánimo, una verdadera proeza. Y aunque pasó por momentos tristes y tuvo que ver cómo su vida personal y profesional desaparecían, pronto experimentó la calidez de sus amigos y compañeros de lucha y la elevación de su esperanza: el régimen del apartheid recibió todas las condenas internacionales que en el pasado había logrado eludir y el gobierno sudafricano quedó solo, frente a la opinión internacional, como un paria desafiante y anacrónico, como el patrón de un sistema injusto e inaceptable. 

Los activistas de derechos humanos y los organismos internacionales encargados de combatir los abusos cometidos por gobiernos y funcionarios pusieron a esa Sudáfrica en la picota. 

Con Francois Mitterrand Tras ser liberado en 1990, Mandela se reunió con François Mitterrand para que siguiera ejerciendo presión por la transformación política de Sudáfrica.

Este ilustre preso fue alcanzando una visibilidad extraordinaria. En 1979 India le concedió el premio Nehru, la Universidad de Londres llegó a proponerlo como rector, y fue nombrado doctor honoris causa en varias importantes universidades del mundo. Lo más importante fue que en su propia universidad, de Witwatersrand, se empezó a oír el famoso “Libertad para Mandela” que habría de ser el coro más sonado durante los años ochenta. Estados Unidos y Europa apoyaron una petición de libertad multitudinaria para Mandela y otros presos políticos.

El gobierno sudafricano se vio obligado a aceptar la legalidad del CNA y a negociar con algunos de los proscritos más conocidos, como Chris Hani y Thabo Mbeki. El primer ministro Pieter Willem Botha aceptó hablar en secreto con Mandela después de muchos años de silencio, el 5 de julio de 1989. Un mes más tarde y de modo inesperado, Botha renunció a su cargo a favor del que sería una suerte de Mijaíl Gorbachov sudafricano: F.W. de Klerk. Este líder moderado y sensato entendió que la condena que pesaba sobre Mandela no sólo era injusta e insostenible, sino que corrían tiempos en los que todo el régimen se venía abajo.

Mundial 2004. Mandela abraza la copa del mundo en 2004, cuando la Fifa anunció que Sudáfrica sería el anfitrión del mundial de fútbol de 2010.

Hartos de la guerra y del temor, de las sanciones internacionales y del aislamiento, los miembros más ecuánimes del Partido Nacional comprendieron que el advenimiento de una nación negra libre no podía ser contenido por la fuerza, ni acallado por la brutalidad. De Klerk negoció con presteza la salida de la cárcel y su reintegro al CNA. Finalmente, en 1990 Madiba pudo abrazar a Winnie y a su Zeni Mandela. La vida del preso más célebre del mundo volvió a ser satisfactoria y esperanzadora.

En su primer discurso como hombre libre en 1990 Mandela dijo estas proféticas palabras: “Hoy la mayoría de sudafricanos, blancos y negros, saben que el ‘apartheid’ no tiene futuro. Debemos ponerle fin mediante acciones resueltas y masivas para construir la paz y la seguridad. Nuestra marcha hacia la libertad es irreversible, no debemos tener miedo a seguir por este camino”. En 1993 recibió el Nobel de Paz, que lo terminó de catapultar como una figura mundial.

Con Fidel Castro. Su amistad fue de vieja data. “Larga vida a la Revolución Cubana, larga vida camarada Fidel Castro”, sentenció Mandela cuando recibió el premio José Martí en 1992.

Sin descansar un instante, Mandela asumió el compromiso político propio de sus ideales y de su prestigio y se encaminó a ser el primer presidente libremente elegido de la nueva República Sudafricana. 

El 27 de abril de 1994, a la edad de 76 años, fue elegido por una mayoría abrumadora y aunque hubo choques y disputas con la minoría zulu, Mandela supo establecer canales de diálogo y desanimar toda manifestación de violencia que pudiese haber enturbiado su retorno a la libertad y el nacimiento auspicioso de una nación de más de 40 millones de habitantes. Lo más destacado de sus apariciones públicas y discursos fue la búsqueda exitosa de la concordia entre las etnias y la necesidad de no tomar represalias contra la minoría blanca, de modo que no tuviese que salir en estampida y pudiesen convivir como ciudadanos de pleno derecho con el resto de los hijos de una tierra tan pródiga.

La maestría política y el buen sentido que mostró el líder durante los años de su gobierno no solo fueron bien recibidos e interpretados por su pueblo, sino también por la comunidad internacional. En junio de 1999, Mandela terminó su legislatura como presidente, cercano a cumplir 81 años, y su éxito como gobernante difícilmente podrá ser igualado. 

Con Michael Jackson durante la celebración de su cumpleaños número 78, en la provincia sudafricana de Kwazulu-Natal.

Consiguió que Sudáfrica se estabilizara, que la economía volviera por el camino del éxito, que los programas sociales largamente postergados se llevaran a cabo con eficiencia y honradez, y que el puesto del país en el entorno internacional fuera restaurado plenamente y apreciado como un destacado actor regional. 

Al retirarse de la política, la Constitución y las leyes de la nueva Sudáfrica quedaron en pleno vigor hasta hoy, cuando el mundo lamenta su muerte. No hay duda de que su obra perdurará y será un ejemplo para las generaciones por venir, no solo en su país sino en todo el orbe. Esa grandeza nadie se la puede escamotear.
Durante su ancianidad, Mandela hizo esfuerzos por mediar en los múltiples conflictos africanos y su mera presencia y buenos oficios ayudaron a que las guerras civiles de Angola, Sierra Leona, Liberia, Sudán, Somalia, Ruanda, Burundi y Congo Democrático tomasen curso de solución. 

Sería ingenuo pensar que Mandela pudo solucionar tantos y tan graves conflictos, muchos de los cuales siguen ocasionando genocidios y otras horribles consecuencias; pero el concierto de tan ilustre personaje de talla mundial resultó para todos los africanos un motivo de orgullo y de esperanza, frente a las múltiples dificultades que todavía tienen que afrontar. Su bondad siempre estuvo respaldada por la lucidez y la conciencia plena de que la paz es un propósito difícil, pero irrenunciable, y de que la concordia es el fruto de una cultura que combina la inteligencia con la paciencia y la mansedumbre con la sabiduría.

Estratega político. Mandela, quien aprendió en la cárcel a conocer las pasiones de la minoría blanca, encontró en el rugby el arma para unir a todo un país en el mundial de rugby de 1995.

El legado que ha dejado Madiba puede ser cuestionado por algunos por su insuficiencia, pero no puede ser negado, ni sacrificado en el altar del escepticismo. Es cierto que no hay otra figura de la talla de Mandela en el continente africano de hoy, pero también es cierto que la larga sombra bienhechora que él proyecta sobre su país y su continente hará que los terribles sucesos el pasado no puedan repetirse, teniendo como telón de fondo la indiferencia del mundo, ni la indolencia de los gobiernos u organismos encargados de garantizar la paz mundial y el bienestar de cientos de millones de personas. Eso ya basta para que, en este planeta desarraigado y conflictivo, se le reconozca un lugar de privilegio cuando pensemos, de una vez por todas, en vivir mejor.  

*Escritor y filósofo. Master en estudios en África.