jueves, 30 de diciembre de 2010

Resumen 2010: gobiernos latinoamericanos incapaces ante violencia y delincuencia

Tomado de RFI

El territorio latinoamericano ostenta niveles de homicidios que duplican los de cualquier otro continente. La crueldad y la barbarie son fenómenos que acompañan las muertes en la región, cometidos por delincuentes cada vez más jóvenes y despiadados.

América Latina termina el 2010 afianzando aún más su triste fama: ser un continente hundido en la violencia y la crueldad, donde se mata en gran número, de forma despiadada e impune. Así las cosas, la inseguridad se ha erigido en la primera preocupación de la región.

Así lo afirman varios estudiosos en la materia que coinciden en señalar que la región es hoy más que nunca presa de narcotraficantes y pandillas, quienes muchas veces justifican sus atrocidades a través de ritos o creencias.

"Vivimos en una región donde la muerte violenta y la muerte lenta se transnacionalizó", afirmó Benjamín Cuéllar, director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana de El Salvador.

México y Brasil son señalados como los principales focos de violencia. Con 15.000 homicidios este año según cifras oficiales y las formas de aguda barbarie sobre todo en la frontera con Estados Unidos, México saca una cabeza de ventaja a pesar de las masivas políticas contra el crimen que incluyen el involucramiento del ejército en esta lucha.

Las ejecuciones, secuestros, degollamientos y desmembramientos son el pan de cada día en estados como Chihuahua, especialmente su localidad más poblada, Ciudad Juárez, o Tamaulipas. La violencia generada por la batalla entre cárteles de la droga en el norte del país ha dejado más de 30.100 muertes en México en los últimos cuatro años, según informó recientemente el procurador (fiscal) general mexicano Arturo Chávez.

Pero además del número, México sorprende por la barbarie. En la frontera norte son corrientes los ajustes de cuenta, asesinatos en la vía pública, torturas o la aparición de cuerpos abaleados o decapitados. El amedrentamiento y corrupción a los funcionarios públicos es otro fenómeno. También son frecuentes la muerte de alcaldes y otras figuras políticas en situaciones misteriosas o reivindicadas abiertamente por el narcotráfico. El que no se hace la vista gorda, o huye o aparece muerto. Sin contar los numerosos casos de participación de la fuerza pública en hecho delictivos. Muchos asesinatos se hacen en cumplimiento de ritos iniciáticos.

En América del Sur, Brasil es también víctima del narcotráfico. El reciente operativo sopresa en un conjunto de Favelas de Rio de Janeiro, mostró al mundo, hasta qué punto los barrios más pobres de esta mega ciudad están controlados por los narcos, y la dificultad de los cuerpos policiales y el ejército para controlarlos.

Durante ese asalto del Complexo do Alemao, fue recapturado Elizeu Felicio de Souza, uno de los condenados por el asesinato del periodista Tim Lopes, 2002, quien fue ejecutado a golpe de sable de samurai y su cadáver posteriormente incinerado.

“Los sicarios son cada vez más jóvenes y despiadados, y actúan muchas veces respondiendo a rituales como la decapitación o desmembramiento de sus víctimas relacionados con cultos esotéricos”, aseguró Facundo Rosas, comisionado de Policía en México.

El mismo fenómeno de pandillas juveniles se observa desde hace años en los países de Centroamérica como Honduras o El Salvador. Allí las llamadas “maras” han ganado fuerza y terreno convirtiéndose en verdaderas confraternidades del crimen.

Ser sicario o narcotraficante “es la única puerta abierta” para jóvenes sumidos en la miseria, aseguró el escritor Elmer Mendoza, autor de una serie de best sellers sobre el tráfico de drogas.

América Latina vive "una ola de criminalidad como nuestra región no había conocido", admitió en agosto el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. "Hay una cantidad de ciudades en que es una verdadera epidemia", deploró.

"Hace unos cinco años se hablaba por separado de narcotráfico; de maras, bandas o pandillas; de secuestradores; de contrabandistas o traficantes de migrantes, ahora todas esas violencias parecen estar convergiendo en organizaciones criminales sui generis", explicó el mismo Insulza semanas más tarde, en ocasión de un evento académico en México.

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