Tomado de El Diario de Hoy
El genio que se hizo francotirador
Ganador del premio Nacional de Cultura
2012
Otra mano
dibujó a Carlos Cañas. Una cósmica. De esas que trazan sed de infinito en la
mirada y el corazón para buscar múltiples caminos de profesionalización y
experimentación. Él los ha recorrido todos en las distintas disciplinas de las
artes pláticas: dibujo, pintura, cerámica, escultura, grabado. En todas se ha
movido con envidiable solvencia. Eso lo convirtió en un maestro y obligada
referencia para sus coetáneos y otras generaciones. En su andar se ha hecho
acompañar de poesía, la filosofía y la política.
"Hacer pintura es una actividad política",
ha declarado siempre, Carlos Cañas.
El Sumpul
Por eso es que, desde que tiró los dados, asumió el
resultado de su apuesta: "ser siempre el primero. Ser el conductor"
de la pintura en El Salvador, aunque eso le dejara solo "como un
francotirador que se salva por su propia cuenta".
Considerado como el precursor del arte abstracto en
este país centroamericano, Cañas desde sus inicios tuvo como centro de su
trabajo al ser humano marginal, periférico, olvidado.
Carlos Cañas y su inseparable compañera su esposa Carmen
"La vida me llevó a estar vinculado con el
pueblo. Estoy amarrado a él. Mi pintura social no pintó al campesino como
alguien derrotado, sino todo lo contrario".
Sus primeros trabajos muestran el cuerpo humano de sus
paisanos: hombres y mujeres con rasgos indígenas con tonos que emanan del color
de la tierra, de la agricultura. Su viaje a España y su sed de conocimiento lo
conducen por trabajos que a ratos rozan el cubismo, el surrealismo, la
figuración. Otros llegan con vehemencia al expresionismo figurativo. Pero ha sido
en la abstracción donde su rúbrica brilla sin competencia.
"El arte abstracto lo hice yo, lo hice con
escuela. Yo llegué al concepto de lo abstracto", declara sin aspaviento el
maestro, Cañas. O para dejarlo más claro, sin que le tiemble el pulso, asevera:
"Soy el origen de la pintura contemporánea en El
Salvador".
Cúpula del Teatro Nacional de El Salvador, pintada por Carlos Cañas
Entre las series destacadas, polémicas y nada
políticamente correctas están: "Terror y ternura". De esa producción
destaca la obra "Niño chupando caña", todo un emblema que hace honor
al título. O "Testimonios", que es toda una denuncia del mal que
eclipsó a El Salvador. El paseo al purgatorio terrenal lo pone con la serie
"De hospitales".
"Pinto sobre la realidad histórica y la realidad
vivida", repite al ver su obra, el virtuoso.
Carlos Cañas y su sobrina también pintora Tatiana Cañas
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Fuente
de algunas fotos en este artículo Tatiana
Cañas de Montes
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