sábado, 8 de diciembre de 2012

SALUD MENTAL, LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: “YO NUNCA ME EQUIVOCO”





          Tal vez era más frecuente escuchar ese comentario hace algún tiempo. Ahora no se suele decir abiertamente por la consciencia de la imagen de prepotencia que se ofrece con ello, que si bien antes, por las desigualdades educativas y sociales, servía para marcar diferencias, ahora resulta inaceptable en una sociedad más evolucionada.

          Sin embargo, ese mismo mensaje sigue estando presente, tal vez más que nunca, pero ahora no en palabras, sino en la actitud de muchísima gente, tanto a nivel individual, como institucional, cuando nos empeñamos en no reconocer nuestros errores, aún  resultando evidentes. Ahora la intención es esconder no ya sólo nuestra incompetencia o ineficacia, sino incluso la imperfección inherente a nuestro carácter humano.

          Parece que ahora el equivocarse “no se acostumbra”, da muy mala imagen, tanto más cuanto más artificiales nos volvemos, cuanto más nos convertimos en únicamente “fachada para que los demás vean”. No aceptamos errores a nivel laboral, profesional o social porque no serían nuestros, sino de nuestra fachada.

          Cuando ya no se puede ocultar el error, resulta que siempre hay una justificación, siempre el responsable es otro, y recurrimos a complicadas tácticas para demostrarlo, en vez de poner a trabajar el talento y la imaginación de forma más provechosa para tratar de que el error no suceda de nuevo. Es curioso, todos somos perfectos; nadie se equivoca... pero es demasiado frecuente que las cosas no salgan bien.

          La equivocación es característica de todo ser humano. El que acepta la equivocación se está responsabilizando de la misma y tiene ocasión de corregirla, de aprender y de superarse a sí mismo. La prepotencia de ofrecer una imagen perfecta sólo trata de esconder una incompetencia o ineficacia que sólo uno mismo no es capaz de ver, evitando, además, la oportunidad de superarse.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma.

Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después.

Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.  


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