En
los últimos tiempos ha habido un sensible auge de negocios que tienen por
objeto alguna forma de explotación sexual del cuerpo humano; aun cuando algunos
de ellos pregonen que su actividad no se trata de prostitución, con objeto de
tranquilizar la conciencia de su fuerza laboral, y de no provocar el
ambivalente rechazo de la sociedad salvadoreña.
Prostitución es cualquier forma de
explotación sexual del cuerpo por dinero o bienes materiales, bien sea a través
de una relación sexual física directa, o de la pornografía, o, simplemente, del
exhibicionismo.
El concepto de prostitución no toma en cuenta el alcance de esa explotación sexual, porque no está ahí el problema; sino en la sensación de baja autoestima y degradación moral, tanto a nivel social como, sobre todo, individual, que provoca el rebajar algo tan íntimo y sagrado como el propio cuerpo, a la categoría de “mercadería”, de cualquier forma que sea usada la misma.
El concepto de prostitución no toma en cuenta el alcance de esa explotación sexual, porque no está ahí el problema; sino en la sensación de baja autoestima y degradación moral, tanto a nivel social como, sobre todo, individual, que provoca el rebajar algo tan íntimo y sagrado como el propio cuerpo, a la categoría de “mercadería”, de cualquier forma que sea usada la misma.
La prostitución que cobra auge hoy día no
es esa común que ha existido siempre, y a la que, de alguna manera, empujan las
condiciones socioeconómicas de amplios sectores sociales; sino que es una
prostitución más electiva, en la que se involucran con absoluta frivolidad
personas de condiciones más favorables, con el único objeto de una remuneración
más alta que la que ofrece el mercado laboral tradicional.
Ello
lo prueba el ofrecimiento de los “servicios” de señoritas universitarias,
que ha proliferado en los últimos tiempos, y que, me imagino, pretende elevar
el estatus del oficio, a la vez que pone de manifiesto una triste realidad de
la educación superior, y es que en muchos casos a penas sirve para adornar el
currículum en el desempeño de otros oficios, incluido el más antiguo del mundo.
Acerca de la Dra. Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría
infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense
de Madrid, España.
Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha
enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión
en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes
medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con
objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de
apartarla de su tradicional estigma.
Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar
acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.
Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en
sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital
Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la
embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me
hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por
la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el
campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde
compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.
La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como
video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en
diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para
mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite
a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son
demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta
privacidad.
Trato de
orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la
asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos,
porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más
convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su
vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el
ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo
adulto o se independizó, e incluso después.
Estoy
absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que
cada persona es o va a ser en el futuro.
Yo creo que deberían de erradicar la prostitución, porque les ha hecho mucho mal a las mujeres haciendo que estas vendan su cuerpo, su autoestima y su dignidad por unas monedas. Creo que a estas mujeres víctimas de la prostitución hay que apoyarlas dándole un trabajo que de verdad valga la pena y que no ofenda su parte moral.
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