lunes, 4 de febrero de 2013

Elecciones en El Salvador: ARENA contra todos


Por Luis Montes Brito

Salvador Sánchez Cerén, candidato de la línea dura del FMLN;  Alfredo Cristiani, Presidente y hombre fuerte de ARENA, representante del gran capital; Norman Quijano, candidato de ARENA, actualmente con problemas de aceptación por parte de algunos grupos de poder dentro de ARENA que piden su sustitución.
Alfredo Cristiani, aun sabiendo que estas elecciones las ganará aquel que tenga mayor capacidad de sumar alianzas, ha conseguido materializar el sueño de Shafick Handal de unir a "todos contra ARENA", con la variante de que por elección propia ha decidido hacer contender a ARENA CONTRA TODOS
La anticipada campaña electoral salvadoreña confirma los temores ciudadanos. La polarización existente continúa apostando a viejos vicios, entre ellos:
Impunidad. No hay respeto al código electoral vigente ni al organismo encargado de aplicarlo. El Tribunal Supremo Electoral (TSE), de supremo solo tiene el nombre, ya que sus magistrados son más dependientes de las cúpulas partidarias que los mismos diputados.
Menosprecio del votante. No hay propuestas novedosas de campaña ni planes de gobierno, el pueblo tendrá que conformarse con más de lo mismo: insultos, campañas negras, "cancioncitas" y rumores. Esto significa que las cúpulas partidarias siguen subestimando la inteligencia de los votantes al considerarlos más emotivos que racionales.
Prepotencia. Las paranoicas argollas de ARENA y FMLN se radicalizan interna y externamente, aplicando la lógica de "estás conmigo o contra mí". La prepotencia e intolerancia, quedan desnudas al mostrar desinterés para considerar las ideas y pensamientos de terceros, reduciéndose la dinámica a: "esto es lo que se va a hacer, al que no le guste que se vaya".
Imposición: Las instituciones abanderadas de promover la democracia salvadoreña son las menos democráticas, ya que la cultura de la imposición y el caudillismo arraigada en El Salvador tiene a sus mejores exponentes dentro de los partidos políticos, quienes consideran a sus militantes o correligionarios como "masas" o "majada" que deben limitarse a seguir los designios de sus iluminados dirigentes. La discusión interna al interior de los partidos, no solo es prohibida sino perseguida y castigada. Las divinas dirigencias residentes del olimpo son los "únicos" conocedores e intérpretes de las necesidades del pueblo.
Hasta hoy, la polarización ha sido buen negocio para las cúpulas de ARENA y FMLN, cuyo poder real está concentrado en pocas manos de actores de un desfasado esquema de la guerra fría, estancando a sus partidos y con ellos al país, en una polarización estéril que impide el avance a la etapa siguiente.
Las dirigencias de ARENA y FMLN deben entender que ya no continuarán ganando elecciones con la simple oferta de ¿"Patria Si, Comunismo No"? o ¿"El Pueblo Unido, jamás será vencido"? Cada vez es más difícil mantener a sus partidarios amordazados y amarrados con dogmas que ya no resisten una seria discusión racional.
Coyunturalmente, el poder del gobierno permite al FMLN una mejor cohesión aparente, por eso las voces disonantes son menores que en ARENA, aunque la figura de partido-empresa en que se han convertido diste mucho del modelo revolucionario que prometieron en sus inicios a su militancia. Cada vez son más escasos los dirigentes proletarios que comparten la forma de vida con el pueblo, hoy la mayoría de ellos son la nueva burguesía revolucionaria que forman parte del selecto club de la Hoz y el Martini.
ARENA, a quien Cristiani se empeña en dirigirla como si fuera de su propiedad, ha convertido al COENA en una falsa mesa donde los puntos trascendentales ya llegan resueltos y con instrucciones a seguir. Alfredo Cristiani, aun sabiendo que estas elecciones las ganará aquel que tenga mayor capacidad de sumar alianzas, ha conseguido materializar el sueño de Shafick Handal de unir a "todos contra ARENA", con la variante de que por elección propia ha decidido hacer contender a ARENA CONTRA TODOS, basado en un interés personal y en una política de ofender a aliados potenciales, exigir obediencia ciega al candidato, dirigentes y correligionarios, donde el pensar y expresar libremente ideas propias puede terminar en destitución, expulsión o en una campaña negra a través de los chacales contratados.
El Salvador no necesita más polarización, está harto de ella. Mantener cúpulas que la fomenten es lo peor que puede ocurrirle, eso ya lo entienden muy bien un tercio de los electores que conforman el gran grupo de indecisos. En un país conservador no es fácil reconocer que algo en lo que se creía ha quedado desfasado, pero poco a poco este grupo sigue aumentando.
Las campañas deben enfocarse más en propuestas que en descalificaciones de candidatos. Sino, al verlas y escucharlas, pregúntese usted de entre que tipos de candidatos tiene que escoger el electorado.
Veremos si ARENA y FMLN rectifican a tiempo, la responsabilidad del éxito o el fracaso recae en sus dirigencias. 

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