Por Luis Montes Brito
Para The
Huffington Post
Salvador Sánchez Cerén, candidato de la línea dura del FMLN; Alfredo Cristiani, Presidente y hombre fuerte de ARENA, representante del gran capital; Norman Quijano, candidato de ARENA, actualmente con problemas de aceptación por parte de algunos grupos de poder dentro de ARENA que piden su sustitución.
Alfredo Cristiani, aun
sabiendo que estas elecciones las ganará aquel que tenga mayor capacidad de
sumar alianzas, ha conseguido materializar el sueño de Shafick Handal de unir a
"todos contra ARENA", con la variante de que por elección propia ha
decidido hacer contender a ARENA CONTRA TODOS
La
anticipada campaña electoral salvadoreña confirma los temores ciudadanos. La
polarización existente continúa apostando a viejos vicios, entre ellos:
Impunidad. No hay respeto al
código electoral vigente ni al organismo encargado de aplicarlo. El Tribunal
Supremo Electoral (TSE), de supremo solo tiene el nombre, ya que sus
magistrados son más dependientes de las cúpulas partidarias que los mismos
diputados.
Menosprecio del
votante. No hay propuestas novedosas de campaña ni planes de gobierno, el
pueblo tendrá que conformarse con más de lo mismo: insultos, campañas negras,
"cancioncitas" y rumores. Esto significa que las cúpulas partidarias
siguen subestimando la inteligencia de los votantes al considerarlos más
emotivos que racionales.
Prepotencia. Las paranoicas
argollas de ARENA y FMLN se radicalizan interna y externamente, aplicando la
lógica de "estás conmigo o contra mí". La prepotencia e intolerancia,
quedan desnudas al mostrar desinterés para considerar las ideas y pensamientos
de terceros, reduciéndose la dinámica a: "esto es lo que se va a hacer, al
que no le guste que se vaya".
Imposición: Las instituciones
abanderadas de promover la democracia salvadoreña son las menos democráticas,
ya que la cultura de la imposición y el caudillismo arraigada en El Salvador
tiene a sus mejores exponentes dentro de los partidos políticos, quienes
consideran a sus militantes o correligionarios como "masas" o
"majada" que deben limitarse a seguir los designios de sus iluminados
dirigentes. La discusión interna al interior de los partidos, no solo es
prohibida sino perseguida y castigada. Las divinas dirigencias residentes del
olimpo son los "únicos" conocedores e intérpretes de las necesidades
del pueblo.
Hasta
hoy, la polarización ha sido buen negocio para las cúpulas de ARENA y FMLN,
cuyo poder real está concentrado en pocas manos de actores de un desfasado
esquema de la guerra fría, estancando a sus partidos y con ellos al país, en
una polarización estéril que impide el avance a la etapa siguiente.
Las
dirigencias de ARENA y FMLN deben entender que ya no continuarán ganando
elecciones con la simple oferta de ¿"Patria Si, Comunismo No"? o
¿"El Pueblo Unido, jamás será vencido"? Cada vez es más difícil
mantener a sus partidarios amordazados y amarrados con dogmas que ya no
resisten una seria discusión racional.
Coyunturalmente,
el poder del gobierno permite al FMLN una mejor cohesión aparente, por eso las
voces disonantes son menores que en ARENA, aunque la figura de partido-empresa
en que se han convertido diste mucho del modelo revolucionario que prometieron
en sus inicios a su militancia. Cada vez son más escasos los dirigentes
proletarios que comparten la forma de vida con el pueblo, hoy la mayoría de
ellos son la nueva burguesía revolucionaria que forman parte del selecto club
de la Hoz y el Martini.
ARENA,
a quien Cristiani se empeña en dirigirla como si fuera de su propiedad, ha
convertido al COENA en una falsa mesa donde los puntos trascendentales ya
llegan resueltos y con instrucciones a seguir. Alfredo Cristiani, aun sabiendo
que estas elecciones las ganará aquel que tenga mayor capacidad de sumar
alianzas, ha conseguido materializar el sueño de Shafick Handal de unir a
"todos contra ARENA", con la variante de que por elección propia ha
decidido hacer contender a ARENA CONTRA TODOS, basado en un interés personal y
en una política de ofender a aliados potenciales, exigir obediencia ciega al
candidato, dirigentes y correligionarios, donde el pensar y expresar libremente
ideas propias puede terminar en destitución, expulsión o en una campaña negra a
través de los chacales contratados.
El
Salvador no necesita más polarización, está harto de ella. Mantener cúpulas que
la fomenten es lo peor que puede ocurrirle, eso ya lo entienden muy bien un
tercio de los electores que conforman el gran grupo de indecisos. En un país
conservador no es fácil reconocer que algo en lo que se creía ha quedado
desfasado, pero poco a poco este grupo sigue aumentando.
Las
campañas deben enfocarse más en propuestas que en descalificaciones de
candidatos. Sino, al verlas y escucharlas, pregúntese usted de entre que tipos
de candidatos tiene que escoger el electorado.
Veremos
si ARENA y FMLN rectifican a tiempo, la responsabilidad del éxito o el fracaso
recae en sus dirigencias.
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