sábado, 11 de febrero de 2012

Caminar la mejor arma para conservar su salud, su peso y su autoestima

Tomado de AARP

Casi un año después de haber comenzado a hacer dieta y a caminar, Rick Genter, un ingeniero de software de 51 años que reside en Redwood City, California, perdió 186 libras (84,4 kg)

Tengo dos médicos: mi pierna derecha y mi pierna izquierda”, escribió el autor británico George Trevelyan en 1913 acerca de los beneficios que caminar aporta a la salud. Casi un siglo después, los expertos médicos contemporáneos se hacen eco del mismo consejo: Levántese y camine.

Es posible que caminar sea el mejor ejercicio —y el más fácil— que usted pueda hacer para mejorar su salud en el 2012.

Vea también: ¿Caminar puede alejarlo de la demencia?

Salir a caminar todos los días lo ayudará no sólo a sentirse mejor ahora, sino también a mantener su independencia y su habilidad para hacer las tareas diarias a medida que envejece, comenta Barbara Bushman, profesora de salud de Missouri State University que ha ayudado a hombres y mujeres mayores sedentarios a comenzar la rutina de caminar.

La investigación también ha demostrado que caminar con regularidad puede proteger el cerebro que está envejeciendo contra la pérdida de memoria y la demencia, ayuda a disminuir el riesgo de padecer enfermedad coronaria y reduce la probabilidad de presentar diabetes tipo 2 en adultos de alto riesgo nada menos que en un 60 %.

No estamos hablando de maratones. Los máximos beneficios se obtienen con una caminata de 30 minutos varias veces por semana, aseguran los expertos.

La mayoría de nosotros necesita moverse más: sólo el 30 % de las personas de entre 45 y 64 años afirman que realizan actividad física con regularidad durante su tiempo libre, y ese porcentaje se reduce al 25 % para aquellos de entre 65 y 74 años, según datos aportados por el National Institute on Aging (Instituto Nacional sobre Envejecimiento), que ha lanzado una campaña de concienciación denominada Go4Life (Vamos por la Vida).

Y aunque usted pese 400 libras (181,6 kg) y no pueda subir un piso por escaleras, igualmente puede comenzar a caminar, tal como hizo Rick Genter.

Genter, un ingeniero de software de 51 años que reside en Redwood City, California, padecía de obesidad mórbida hace 10 años. En ese entonces, vivía en la zona de Boston y se pasaba el día entero sentado frente a una computadora. Subir un piso por escaleras lo dejaba sin aliento.

“Toda mi familia es obesa”, cuenta. “Mi madre murió a los 56 años. Mi padre tiene, por lo menos, un sobrepeso de 150 libras (68 kg) y toma todo tipo de medicamentos. Yo tenía niveles altos de colesterol y de triglicéridos, y estaba convencido de que iba camino a tener diabetes o de que sufriría un infarto, o ambos”.

Genter comenzó un programa de pérdida de peso con supervisión médica. Le dijeron que necesitaba hacer algún tipo de ejercicio todos los días.

“Le propusieron: ‘Haga lo que quiera, mientras lo disfrute’”, recuerda.

Caminar parecía posible, por lo que comenzó haciéndolo lentamente, durante unos 30 minutos todos los días, en el horario de receso para el almuerzo.

“Descubrí que realmente me gustaba. Y a medida que empecé a perder peso, se tornó más fácil”, cuenta Genter.

Tras perder unas cuantas libras, comenzó a ir al trabajo caminando —siete millas (11,2 km) de ida y siete millas de vuelta— incluso en invierno.

“Me sentía estupendamente bien. Me hizo comprender lo que significaba la sensación de euforia de los corredores”.

Casi un año después de haber comenzado a hacer dieta y a caminar, Genter había perdido 186 libras (84,4 kg) y estaba cerca de su meta: bajar 200 libras (90,8 kg). Consiguió un nuevo trabajo en el norte de California y el año pasado se casó.

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