sábado, 11 de febrero de 2012

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: ADICCION AL MALTRATO

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos


El tema referente a la disciplina y la autoridad es uno de los que más comentarios ha despertado. Comentarios de diverso tipo, desde los que atienden y agradecen este tipo de orientación, hasta alguno que defiende métodos “clásicos”, por llamarlo de alguna forma, basados en el refrán de que la letra con sangre entra. Sin embargo, es llamativo que bastantes personas, aplican el método de la sangre, pero no lo defienden; al contrario, comprenden que están cometiendo un error y se sienten culpables por ello, pero no pueden evitar usar la violencia al querer educar. Ya he contestado algún comentario referente a ello, pero el problema es tan común que amerita hablarse de él en un espacio completo.

Dicen que el primer paso, y muy importante, para solucionar un problema, es reconocerlo. Y una vez reconocido ¿qué? Porque el reconocerlo lo que crea es un gran sentimiento de culpabilidad, y, si no va seguido del siguiente paso, solo servirá, para vivir atormentados de ser conscientes de estar metidos en un hoyo del que no se puede salir. Sería fácil preguntarse “Si soy consciente de que lo que hago está mal, entonces ¿por qué no lo dejo de hacer?” Supongo que estas personas se lo han preguntado muchas veces, como se lo habrán preguntado infinidad de personas adictas, por ejemplo, al alcohol o las drogas.

¿Y qué tienen que ver el alcohol y las drogas con todo esto? Pues que esto funciona de forma parecida a las adicciones. Los padres quisieran usar otra vía para educar, pero no la encuentran, y recurren a la única que conoce, aun sabiendo que es equivocada. Y al mismo tiempo esa vía les sirve como válvula de escape y desahogo para descargar la frustración y la culpabilidad que sienten, además de otras múltiples frustraciones. Es el mismo círculo vicioso que en las adicciones; de hecho, diría que es también una adicción desde el momento que lo hacen más como desahogo de la frustración que como método educativo, que ellos mismos comprenden que no funciona.

No es fácil salir de ese círculo vicioso. Frecuentemente se necesita paciencia y asistencia profesional, que les ayudará a aprender a permanecer serenos y firmes a la vez al aplicar los criterios educativos. Aunque tengamos razón, cada vez que levantamos la mano o el cincho, la estamos perdiendo, y por tanto, estamos perdiendo autoridad en vez de ganarla. Es un impulso momentáneo en el que no somos conscientes; inmediatamente después sí, y ahí viene la culpa. En el instante de la cólera respiren profundo y cuenten hasta diez (pero no tan rápido). Por un momento serán conscientes de que se han vencido a sí mismos, al “monstruo” que llevan dentro, y eso les ayudará a estar más serenos y ganar confianza. Los hijos también se sorprenderán de la respuesta no violenta, y entonces ustedes aprovecharán ese desconcierto en ellos para desarmarles con las palabras adecuadas, explicando tranquila y suave, pero firmemente por qué las cosas deben ser de esta o aquella forma, y así van a ser.

Aunque siempre habrá resistencia, será más sencillo con los hijos pequeños, y tanto más complicado más cuanto mayores sean, especialmente si son adolescentes, porque ellos a veces aplaudirán el cambio, y a veces lo retarán, lo que motivará una nueva tentación de volver a los métodos violentos. El permanecer serenos, firmes y dialogantes ante dichos retos es clave para el éxito, porque será ahí donde los adolescentes empezarán a detectar la verdadera autoridad, la que emana con la palabra y con la actitud, y no con el golpe.

Acerca de la Doctora Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamin Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

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