martes, 28 de febrero de 2012

El costo político de estar en las redes sociales

Tomado de Sin embargo.mx

Por Carlos Alvarez Acevedo

El debate sobre si los políticos deben o no deben usar las redes sociales está agotado, es evidente que sí. ¿Cómo deben utilizar las redes sociales? De forma seria, pero espontánea. Tienen que ser ellos mismos, y no sus asesores, los que manejen de forma directa sus cuentas.

¿Temporalidad? La que ellos consideren. Es necesario ser honestos y hacerle entender a la contraparte, a los demás usuarios, “sabes, estoy muy ocupado y trabajando por tu futuro, por eso no he podido actualizar mi time line en Twitter”.

¿Qué decir en Twitter o Facebook? Obvio, no lo primero que se les ocurra, y por supuesto, no deben escribir un estatus por escribirlo. Deben dar tips, sugerencias, opiniones acerca de los temas de coyuntura, y por ende, generar una información de utilidad para sus seguidores y amigos en las redes.

¿Cuántos políticos hay en las redes sociales? Miles, no son todos, pero pronto lo serán. ¿Y por qué estoy seguro de que todos estarán?, porque lo necesitan para establecer una comunicación directa con sus potenciales electores.

Es positivo que sean muchos los que estén, pero que no lo hagan por pretender establecer una cuenta de publicidad, donde sólo generen avisos propagandísticos, si no que lo hagan por ser autocríticos y así poder obtener ideas frescas de otros usuarios de las redes.

Claro que a muchos políticos les molesta e incomoda la interacción y la crítica, pero también es necesario que entiendan que no lo van a poder evitar, porque si son creyentes de un sistema político democrático -como en el que supuestamente vivimos y hacemos política-, deben de saber que no hay nada más democrático que una red social donde todos tienen la libertad de opinar y decir lo que piensan.

No todos somos “monedita de oro”, y por tanto, no todo lo que diga un político X será abrumador y estará lleno de menciones o retuits. Si eres un candidato presidencial tal vez puedas tener miles de cientos de seguidores, pero si no lo eres, basta con tener 500 seguidores, que además de ser muy valiosos, poco a poco multiplicarán tu influencia y expansión cuantitativamente.

Los políticos no se deben “agüitar” por no ser los más populares en el momento mismo que entran en las redes sociales. Estas tienen una dinámica distinta que la calle, donde tal vez el mismo político tenga miles de seguidores y pueda llenar zócalos o salones con sus respectivas porras.

El Twitter y el Facebook no se usan para realizar mitines, ni manisfestaciones masivas. Y aunque el Twitter sea la nueva plaza pública virtual, tener miles de tuits y acarreados -que podrían ser bots o trolls- no te garantiza que vas a ganar una elección. La operación de la calle aún mantiene su peso completo e intacto.

Las redes sociales son útiles, necesarias y populares, pero no son determinantes. Por eso el político tiene que tener también una propuesta, una gama de soluciones que le permita competir en este mercado de las redes sociales, que se compone en mayoría, de líderes de opinión, de personas mejor informadas, de activistas y de forjadores de nuevas ideologías, que defienden su postura con el debate (aunque no siempre sea de altura).

El costo político de estar en las redes sociales es alto, sin embargo, la ganancia de largo plazo es mucha, si sabemos conducirnos con un poco de paciencia y un mucho de prudencia.

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