sábado, 18 de febrero de 2012

SALUD MENTAL LA MEJOR HERENCIA FAMILIAR: UNA PALABRA VALE MAS QUE MIL IMAGENES

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Recuerdo haber tenido un lapsus mientras intervenía en un programa de televisión, al haber citado un refrán con la redacción invertida. Pero no es este el caso. El título responde fielmente a mi intención. Eso de que una imagen vale más que mil palabras era válido en el siglo veinte, pero en el veintiuno, en el siglo de la alta tecnología, eso ya no tiene ninguna vigencia.

Antes, la palabra podía engañar, o no reflejar fielmente la realidad, pero una imagen sí. Hoy día, aprovechando que se sigue creyendo bastante en ese refrán del siglo pasado, se hace uso de la tecnología para engañar, en mayor o menor medida, con la imagen, y por eso se hace necesario darle la vuelta a la tortilla.

Es cierto, ya casi todos conocemos los trucos tecnológicos que se usan para crear imágenes, integrarlas, modificarlas, filtrarlas, etc. Sabemos también que muchas veces, simplemente se hace un paréntesis en la complicada vida real para posar unos segundos para una foto que muestre una imagen idílica e irreal. Sin embargo, seguimos manteniendo esa inercia de creer mucho más en lo que vemos que en lo que oímos.

Nos dejamos engañar por la foto atractiva de un alimento que luego resulta ser basura, o por el protagonismo de algo o alguien en una escena en la que jamás estuvo, o, al contrario, por su ausencia de donde sí estaba. Nos dejamos engañar por la imagen escultural de modelos y estrellas con el síndrome de photoshop, o por infinidad de caras sonrientes que pertenecen a quien luego, en persona, se nos esconderá.

Nos dejamos seducir por cien mil imágenes que lo único que buscan es sacarnos nuestro dinero. Nos dejamos engañar por quienes, cada vez más, se endeudan hasta los huesos para hacernos ver su bienestar material.

¿Y es que con la palabra ya no se puede engañar? Por supuesto que sí; en eso nada ha cambiado. Pero eso es a lo que estamos acostumbrados, y no necesitamos mayor conciencia sobre ello. Sin embargo sí necesitamos conciencia de lo que hoy día es capaz de mentir una imagen, y de lo que, de hecho, lo hace en infinidad de ocasiones; cada vez más. ¡Vaya! Parece que estamos entonces en un callejón sin salida; no podemos fiarnos ya de nada. Pues es triste, pero, en general, así es. O al menos esa actitud de desconfianza es la que se impone. Pero es que ¿necesitamos realmente fiarnos? Pues obviamente sí; en algo hay que creer y en alguien hay que confiar. Pero necesitamos confiar en muchas menos cosas de las que pensamos, aunque necesitamos confiar más en esas pocas cosas.

Conclusión, seleccionemos bien qué es lo realmente importante en nuestra vida, y busquemos la confianza en esas pocas cosas importantes. Lo demás, nos da igual. Nos da igual si tal estrella de la farándula está más gorda o delgada. Nos da igual si el vecino maneja un carro último modelo. Y de las cosas en las que sí necesitamos confiar, sacaremos más conclusiones acertadas a través de las palabras que a través de las imágenes.

De las cosas que no conocemos y en las que necesitamos confiar, desconfiemos de las imágenes, y fiémonos de los comentarios de la opinión pública, siempre que sean bastantes; nunca por un solo comentario o muy pocos. Y de las personas que queremos, o en las que necesitamos confiar, tampoco hagamos mucho caso de las imágenes.

Fiémonos más de las actitudes en primer lugar, de las palabras espontáneas e improvisadas, y de los gestos, la forma y el tono en que se pronuncian, más que del contenido.

Acerca de la Dra. Mendoza Burgos

www.dramendozaburgos.com

Titulaciones en Psiquiatría General y Psicología Médica, Psiquiatría infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España.

Mi actividad profesional, desde 1,993, en El Salvador, se ha enfocado en dos direcciones fundamentales: una es el ejercicio de la profesión en mi clínica privada; y la segunda es la colaboración con los diferentes medios de comunicación nacionales, y en ocasiones también internacionales, con objeto de extender la conciencia de la necesidad de salud mental, y de apartarla de su tradicional estigma. Fui la primera Psiquiatra infanto-juvenil y Terapeuta familiar acreditada en ejercer dichas especialidades en El Salvador.

Ocasionalmente he colaborado también con otras instituciones en sus programas, entre ellas, Ayúdame a Vivir, Ministerio de Educación, Hospital Benjamín Bloom, o Universidad de El Salvador. He sido también acreditada por la embajada de U.S.A. en El Salvador para la atención a su personal. Todo ello me hizo acreedora en 2007, de un Diploma de reconocimiento especial otorgado por la Honorable Asamblea Legislativa de El Salvador, por la labor realizada en el campo de la salud mental. Desde 2008 resido en Florida, Estados Unidos, donde compatibilizo mi actividad profesional con otras actividades.

La tecnología actual me ha permitido establecer métodos como video conferencia y teleconferencia, doy consulta a distancia a pacientes en diferentes partes del mundo, lo cual brinda la comodidad para mantener su terapia regularmente aunque esté de viaje. De igual manera permite a aquellos pacientes que viven en ciudades donde los servicios de terapeuta son demasiado altos acceder a ellos. Todo dentro de un ambiente de absoluta privacidad.

Trato de orientar cada vez más mi profesión hacia la prevención, y dentro de ello, a la asesoría sobre relaciones familiares y dirección y educación de los hijos, porque después de tantos años de experiencia profesional estoy cada vez más convencida de que el desenvolvimiento que cada persona tiene a lo largo de su vida está muy fuertemente condicionado por la educación que recibió y el ambiente que vivió en su familia de origen, desde que nació, hasta que se hizo adulto o se independizó, e incluso después. Estoy absolutamente convencida del rol fundamental que juega la familia en lo que cada persona es o va a ser en el futuro.

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