sábado, 10 de noviembre de 2012

Nuevas autoridades Chinas, grandes retos por vencer


Tomado de The Foreign Policy

LOS 5 GRANDES RETOS DE LOS NUEVOS LÍDERES CHINOS

Por Daniel Méndez

La desaceleración económica, las paces con Japón, una ley medioambiental… son algunas de las tareas que la futura cúpula china tiene pendientes.
En pocas semanas, el Partido Comunista de China (PCCh) renovará sus puestos de mayor responsabilidad, llevando a lo más alto del poder a una nueva generación de políticos chinos. Se trata de una transición que tiene lugar cada diez años y en la que las distintas facciones del Partido y otros grupos de interés intentan hacerse con los cargos más importantes. 
A pesar de estas luchas internas por el poder político, lo cierto es que más de uno echaría a correr ante los difíciles retos que los nuevos líderes tienen por delante. Desde las primeras semanas tendrán que tomar importantes decisiones para evitar la desaceleración de la economía, reducir las desigualdades sociales y poner fin a la crisis del caso Bo Xilai; al mismo tiempo, y pensando en el largo plazo, deberían sentar las bases de un desarrollo más equilibrado y sostenible, creando un sistema del bienestar en un país todavía en vías de desarrollo, pero que para el 2022 podría convertirse en la primera economía del mundo.
 1 - Hacer frente a la desaceleración económica
El desafío más importante, y sobre el que girará toda la política china, es de carácter económico. Hasta ahora, Pekín ha logrado sobrevivir a la crisis internacional a base de fuertes inversiones en infraestructuras, los generosos créditos concedidos por los bancos públicos, el control del sector inmobiliario y las puntuales ayudas del Gobierno a las empresas dedicadas a la exportación.
En este 2012, sin embargo, el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) se ha desacelerado (un 7,6% entre abril y junio, la peor cifra en tres años) y son muchos los que creen que el modelo de desarrollo chino de las últimas décadas ha tocado fondo. Todo el mundo parece estar de acuerdo en que a finales de este año el Gobierno aprobará nuevas medidas para hacer frente a la desaceleración económica. Serán los nuevos dirigentes chinos los que tendrán que decidir la fórmula y la cuantía de este estímulo, intentando poner de acuerdo a los gobiernos locales (que no siempre escuchan a Pekín) y sentando las bases para un cambio de modelo económico que permita al país dar un salto en la escala productiva, crear productos de mayor valor añadido y aumentar el consumo interno.
 2 - Poner fin al caso Bo Xilai
El inminente cambio de poder en China ha traído consigo nuevas tensiones dentro del Partido, la más visible de todas con Bo Xilai como protagonista, el antiguo miembro del Politburó (donde se sientan los 24 ó 25 líderes más importantes del PCCh) que fue destituido de todos sus cargos en marzo de este año. Este escándalo ha dejado claro que las transiciones políticas no son fáciles en el gigante asiático y que dentro del Partido sigue habiendo numerosas discrepancias sobre el camino económico y político a seguir.
Después de las condenas a Gu Kailai (la mujer de Bo Xilai) y a Wang Lijun (el teniente alcalde de Chongqing que destapó el escándalo), los nuevos líderes tendrán que decidir qué hacer con el protagonista de una de las crisis políticas más importantes de las últimas décadas. ¿Impondrán una sentencia ejemplar (algunos incluso hablan de pena de muerte) a Bo Xilai? ¿O decidirán ser benevolentes para no provocar un enfrentamiento con los miembros del Partido que todavía le apoyan? En juego está la unidad del PCCh en un contexto económico y social muy complicado.
3 – Hacer las paces con Japón
En política internacional, nada será tan importante para los nuevos líderes chinos como poner fin a la crisis con Japón, un país con el que en las últimas semanas han aumentando las tensiones debido a la disputa en torno a las islas Diaoyu o Senkaku. Pekín y Tokio reclaman para sí estos islotes del mar de China oriental bajo los cuales parece haber ingentes cantidades de petróleo y gas. Espoleados por necesidades políticas y por el nacionalismo de la población, los dos gobiernos han enviado barcos militares a la zona y se han acusado mutuamente de violar su soberanía nacional.
La nueva generación de políticos chinos tendrá que encauzar las relaciones con Tokio, un importante socio comercial imprescindible para el desarrollo económico, pero también tendrá que mantener bien alto la bandera de la integridad del país y el nacionalismo chino, uno de los ejes de la política de Pekín durante todo el siglo XX y que sus ciudadanos le reclaman como muestra del nuevo poderío del país en la escena internacional.
 4 – Reducir la conflictividad social
Aunque en términos macroeconómicos China ha conseguido grandes éxitos en los últimos años, cada vez son más evidentes los daños colaterales y las consecuencias del actual modelo económico. En muchas cuestiones sociales (como las desigualdades entre ricos y pobres, el sistema de registro ohukou, las pensiones, la política del hijo único, la legislación laboral o la seguridad social) las cifras del PIB han ido mucho más rápido que las reformas del Gobierno.
Especialmente doloroso es para los ciudadanos contemplar los casos de corrupción y abuso de poder de los políticos, que muchas veces provocan reacciones airadas en las redes sociales y en las calles (si en el 2005 se registraron 87.000 protestas públicas, en 2010 el número llegó al menos a 180.000). Los nuevos dirigentes chinos tendrán que enfrentarse a esta creciente conflictividad social intentando mejorar la transparencia del Gobierno y las instituciones públicas, luchando contra la corrupción dentro del Partido y desarrollando un estado social (pensiones, sanidad, paro y educación) que sirva para paliar el desigual reparto de la riqueza en el gigante asiático.
5 – La nueva ley de medio ambiente
Acosada por una economía poco eficiente en la utilización de los recursos y por su dependencia del carbón, China ha vivido en las últimas décadas una degradación medioambiental en todos los sentidos: sequías, deforestación, contaminación de ríos y aguas subterráneas. Prueba de la gravedad que ha adquirido este problema, que los ciudadanos no ven como algo abstracto y lejano sino que lo sufren en sus propias carnes, es que algunas de las grandes protestas de los últimos años han sido por temas medioambientales. Sólo en los últimos meses se han producido dos: una en la ciudad de Shifang, en la provincia central de Sichuan, donde miles de personas salieron a las calles para protestar por la construcción de una fábrica de aleación de cobre; y otra en Qidong, en la provincia oriental de Jiangsu, donde los manifestantes consiguieron finalmente cancelar la instalación de una fábrica de papel.
Nada más llegar al poder, los dirigentes chinos tendrán que aprobar la reforma de la Ley Medioambiental de China, cuyo borrador presentado a finales de agosto fue muy criticado por expertos, ONG e incluso el propio Ministerio. Como en muchas otras áreas, de las decisiones de la nueva cúpula del Partido no sólo dependerá solucionar este importante problema medioambiental, sino también la continuidad del PCCh al frente del país y en gran medida el futuro de nuestro planeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario