Tomado de The
Foreign Policy
LOS 5 GRANDES RETOS DE LOS NUEVOS LÍDERES CHINOS
Por Daniel Méndez
La desaceleración económica, las paces con Japón,
una ley medioambiental… son algunas de las tareas que la futura cúpula china
tiene pendientes.
En pocas semanas, el Partido Comunista de China
(PCCh) renovará sus puestos de mayor responsabilidad, llevando a lo más alto
del poder a una nueva generación de políticos chinos. Se trata de una
transición que tiene lugar cada diez años y en la que las distintas facciones
del Partido y otros grupos de interés intentan hacerse con los cargos más
importantes.
A pesar de estas luchas internas por el poder político, lo cierto
es que más de uno echaría a correr ante los difíciles retos que los nuevos
líderes tienen por delante. Desde las primeras semanas tendrán que tomar
importantes decisiones para evitar la desaceleración de la economía, reducir
las desigualdades sociales y poner fin a la crisis del caso Bo Xilai; al mismo
tiempo, y pensando en el largo plazo, deberían sentar las bases de un
desarrollo más equilibrado y sostenible, creando un sistema del bienestar en un
país todavía en vías de desarrollo, pero que para el 2022 podría convertirse en
la primera economía del mundo.
1 - Hacer frente a la desaceleración
económica
El desafío más importante, y sobre el que girará
toda la política china, es de carácter económico. Hasta ahora, Pekín ha logrado
sobrevivir a la crisis internacional a base de fuertes inversiones en
infraestructuras, los generosos créditos concedidos por los bancos públicos, el
control del sector inmobiliario y las puntuales ayudas del Gobierno a las
empresas dedicadas a la exportación.
En este 2012, sin embargo, el crecimiento del
Producto Interior Bruto (PIB) se ha desacelerado (un 7,6% entre abril y junio,
la peor cifra en tres años) y son muchos los que creen que el modelo de
desarrollo chino de las últimas décadas ha tocado fondo. Todo el mundo parece
estar de acuerdo en que a finales de este año el Gobierno aprobará nuevas
medidas para hacer frente a la desaceleración económica. Serán los nuevos
dirigentes chinos los que tendrán que decidir la fórmula y la cuantía de este
estímulo, intentando poner de acuerdo a los gobiernos locales (que no siempre escuchan a Pekín) y sentando las
bases para un cambio de modelo económico que permita al país dar un salto en la
escala productiva, crear productos de mayor valor añadido y aumentar el consumo
interno.
2 - Poner fin al caso Bo Xilai
El inminente cambio de poder en China ha traído
consigo nuevas tensiones dentro del Partido, la más visible de todas con Bo
Xilai como protagonista, el antiguo miembro del Politburó (donde se sientan los
24 ó 25 líderes más importantes del PCCh) que fue destituido de todos sus
cargos en marzo de este año. Este escándalo ha dejado claro que las
transiciones políticas no son fáciles en el gigante asiático y
que dentro del Partido sigue habiendo numerosas discrepancias sobre el camino
económico y político a seguir.
Después de las condenas a Gu Kailai (la mujer de Bo
Xilai) y a Wang Lijun (el teniente alcalde de Chongqing que destapó el escándalo),
los nuevos líderes tendrán que decidir qué hacer con el protagonista de una de
las crisis políticas más importantes de las últimas décadas. ¿Impondrán una
sentencia ejemplar (algunos incluso hablan de pena de muerte) a Bo Xilai? ¿O
decidirán ser benevolentes para no provocar un enfrentamiento con los miembros
del Partido que todavía le apoyan? En juego está la unidad del PCCh en un
contexto económico y social muy complicado.
3 – Hacer las paces con Japón
En política internacional, nada será tan importante
para los nuevos líderes chinos como poner fin a la crisis con Japón, un país
con el que en las últimas semanas han aumentando las tensiones debido a la
disputa en torno a las islas Diaoyu o Senkaku.
Pekín y Tokio reclaman para sí estos islotes del mar de China oriental bajo los
cuales parece haber ingentes cantidades de petróleo y gas. Espoleados por necesidades
políticas y por el nacionalismo de la población, los dos gobiernos han enviado
barcos militares a la zona y se han acusado mutuamente de violar su soberanía
nacional.
La nueva generación de políticos chinos tendrá que
encauzar las relaciones con Tokio, un importante socio comercial imprescindible
para el desarrollo económico, pero también tendrá que mantener bien alto la
bandera de la integridad del país y el nacionalismo chino, uno de los ejes de
la política de Pekín durante todo el siglo XX y que sus ciudadanos le reclaman
como muestra del nuevo poderío del país en la escena internacional.
4 – Reducir la conflictividad social
Aunque en términos macroeconómicos China ha
conseguido grandes éxitos en los últimos años, cada vez son más evidentes los daños
colaterales y las consecuencias del actual modelo económico. En muchas
cuestiones sociales (como las desigualdades entre ricos y pobres, el sistema de
registro ohukou, las pensiones, la política del hijo único, la
legislación laboral o la seguridad social) las cifras del PIB han ido mucho más
rápido que las reformas del Gobierno.
Especialmente doloroso es para los ciudadanos
contemplar los casos de corrupción y abuso de poder de los políticos, que
muchas veces provocan reacciones airadas en las redes sociales y en las calles
(si en el 2005 se registraron 87.000 protestas públicas, en 2010 el número
llegó al menos a 180.000). Los nuevos dirigentes chinos tendrán que enfrentarse
a esta creciente conflictividad social intentando mejorar la transparencia del
Gobierno y las instituciones públicas, luchando contra la corrupción dentro del
Partido y desarrollando un estado social (pensiones, sanidad, paro y educación)
que sirva para paliar el desigual reparto de la riqueza en el gigante
asiático.
5 – La nueva ley de medio ambiente
Acosada por una economía poco eficiente en la
utilización de los recursos y por su dependencia del carbón, China ha vivido en
las últimas décadas una degradación medioambiental en todos los sentidos:
sequías, deforestación, contaminación de ríos y aguas subterráneas. Prueba de
la gravedad que ha adquirido este problema, que los ciudadanos no ven como algo
abstracto y lejano sino que lo sufren en sus propias carnes, es que algunas de
las grandes protestas de los últimos años han sido por temas medioambientales.
Sólo en los últimos meses se han producido dos: una en la ciudad de Shifang, en
la provincia central de Sichuan, donde miles de personas salieron a las calles para
protestar por la construcción de una fábrica de aleación de cobre; y otra en
Qidong, en la provincia oriental de Jiangsu, donde los manifestantes consiguieron finalmente
cancelar la instalación de una fábrica de papel.
Nada más llegar al poder, los dirigentes chinos
tendrán que aprobar la reforma de la Ley Medioambiental de China, cuyo borrador
presentado a finales de agosto fue muy criticado por
expertos, ONG e incluso el propio Ministerio. Como en muchas otras áreas, de
las decisiones de la nueva cúpula del Partido no sólo dependerá solucionar este
importante problema medioambiental, sino también la continuidad del PCCh al
frente del país y en gran medida el futuro de nuestro planeta.
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