Para Long Island al Día
Diario El Mundo, El Salvador
Independientemente del resultado de las
votaciones en los Estados Unidos, no se esperan mayores cambios en la política
exterior hacia América Latina.
Cuando
quedan menos de dos semanas para la celebración de las elecciones
presidenciales estadounidenses las encuestas reflejan un empate técnico entre
los dos principales candidatos: el actual presidente Barack Obama y su
contendiente el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney. De acuerdo a lo
apretado de las encuestas, es indudable que la balanza se inclinará a favor del
candidato que sea capaz de atraer la mayor cantidad de votos de parte de los
indecisos, entre éstos se cuenta el cada vez más importante grupo de los
hispanos.
Los
entendidos esperan que el número de votantes hispanos en estas elecciones sea
un 26% mayor que en el 2008. Para este noviembre se espera que de los
23.7 millones de hispanos habilitados para votar, al menos 12 millones acudan a
las urnas. Ambos partidos políticos, los encuestadores y analistas coinciden en
el peso decisorio que el voto de este grupo étnico tendrá en el resultado de
los comicios.
Para
elegirse por primera vez el presidente Obama contó con el favor de más del 67%
de los electores latinos. Los Republicanos han definido como cifra clave para
ganar los comicios de este año, obtener por lo menos el 40% de los votos
hispanos. Aunque el voto hispano representa solo un 10% del universo de
electores, en un escenario tan apretado como el actual, esta cifra es decisiva
para inclinar la balanza a favor de uno u otro candidato.
A
diferencia de la comunidad afroamericana que vota monolíticamente, el voto
hispano responde positivamente al mensaje adecuado. La susceptibilidad al
mismo, más que a una bandera partidaria lo demuestra la historia
reciente, donde George W. Bush sedujo al 44% del electorado hispano mientras el
senador John McCain redujo considerablemente su aceptación al obtener un 31%
del sufragio total de este mismo grupo étnico durante las presidenciales de
2008.
En
la campaña actual, después de unas primarias donde el sentir antihispano del
sector más radical de los republicanos salió a luz, éstos han debido modificar
su discurso, maquillándolo y hasta disfrazándolo para no continuar ofendiendo a
la mayoría del voto hispano, aunque resulta una tarea imposible borrar de la
mente de los insultados la furibunda retórica del Tea party que va desde la
infeliz comparación de los hispanos con perros de caza por parte del
congresista Steven King, republicano de Iowa, hasta el exabrupto del presidente
de la Cámara de Representante, John Boehner, de expresar que espera que los
negros e hispanos no acudan a votar.
Independientemente
del resultado de las votaciones no se esperan mayores cambios en la política
exterior hacia América Latina. La importancia de la región o falta de ésta, ha
quedado evidenciada simbólicamente en el tiempo que le dedicaron ambos
contendientes durante los tres debates: no más de 10 segundos en total.
El
combate al narcotráfico y a los grupos delincuenciales como las maras y brazos
armados del narcotráfico continuarán dominando la agenda diplomática, así como
la profundización de la democracia. Las diferencias serán más de forma que de
fondo.
El
verdadero impacto para Latinoamérica vendrá desde la vía de la política
doméstica, ya que de ganar los republicanos, según su discurso de campaña, se
espera que habrá una mayor persecución hacia los inmigrantes indocumentados y
sus empleadores, lo cual afectará directamente el flujo de la migración en
ambos sentidos y por ende el flujo de remesas hacia Latinoamérica. Se
desincentivará a potenciales migrantes hacia EE.UU., aumentándose al mismo
tiempo las deportaciones. Con lo que algunos países tendrán una mayor presión
social en la demanda de empleos, así como en el consumo interno. Sobre todo en
aquellos que la dependencia de las remesas familiares es fuente importante para
el motor de su economía.
De reelegirse Obama, éste tendría mayor flexibilidad
política para buscar una reforma migratoria integral o al menos mantener el
programa de Acción Diferida.
A diferencia de Romney, Obama tiene menos presión
política de su base para promover nuevas leyes que victimicen aún más a los
sufridos inmigrantes indocumentados.
Indudablemente,
la economía y la percepción sobre cual de los candidatos está más capacitado
para mejorarla en beneficio de la mayoría de los estadounidenses será la
principal motivación a la hora de emitir el voto. Alea jacta est!
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