Para Diario El Mundo
Una
semana después de que el huracán Sandy tocara tierra en Nueva York, todavía hay
más de 300,000 hogares donde aún no ha sido restablecido el fluido eléctrico.
Acorde
a la estación del año, la temperatura ha descendido a los 36º F la cual con el
factor viento se siente a unos 28º ( -2º C), muchas hogares y centros de
trabajo no cuentan con calefacción, por
lo que las casas y edificaciones adoptan una función de caja refrigerante.
El
corte de energía eléctrica me recuerdan mi juventud en El Salvador, cuando era
frecuente que amplios sectores del país quedaran sin el vital servicio producto
de los atentados terroristas de aquellos que en ese entonces pensaban que ese
era el método correcto para provocar cambios sociales o la mejor manera para imponer
un sistema político afín a sus ideas. Hoy 30 años después, me encuentro en
Nueva York, sin luz y con frío, a temperaturas casi congelantes pero con todo me
siento afortunado porque al menos no estoy con la ansiedad de aquella época, donde además de sufrir los “apagones
revolucionarios” cualquiera podría ser víctima de una bomba o un balazo.
Nueva
York vive un nuevo evento histórico, las consecuencias de Sandy. Las víctimas
fatales están muy cerca de llegar al centenar (97 hasta el día de hoy y la
cuente crece). Miles de personas hacen
largas colas para intentar obtener unos cuantos galones de gasolina. La
neurosis colectiva representada ficticiamente en los filmes Hollywoodenses se ha visto plasmada en la vida real, donde
varias personas han llegado al límite de agredirse físicamente por un espacio
avanzado para obtener el codiciado líquido combustible. Por su parte el gobierno federal en conjunto con el
estatal y gobiernos locales han adoptado medidas para combatir esta escasez.
Centros
de distribución gratuita de comida caliente han sido habilitados por organismos
de servicio en coordinación con autoridades locales. Se han anunciado fondos
federales de ayuda para personas y negocios afectados para paliar los $70, 000
millones estimados en pérdidas.
Las
compañías encargadas de normalizar el fluido eléctrico trabajan a todo vapor en
contra del reloj, pues se anuncia una nevada para esta semana, lo que vendrá a
agudizar las consecuencias del huracán y lo que ha hecho aumentar la
preocupación de los sufridos neoyorquinos.
Injustamente,
el trabajo de estos laboriosos seres humanos de las compañías de la luz
eléctrica más que despertar admiración o agradecimiento por su extenuante esfuerzo,
al momento suelen generar críticas y reclamos para estos abnegados trabajadores,
muchos de los cuales tampoco tienen luz en sus hogares. ( Al momento de la publicación de este artículo en este blog , 2 semanas después de Sandy, las autoridades de Long Island Power Authority LIPA han mostrado una extrema e intolerable incompetencia para dar una respuesta oportuna y adecuada a la crisis)
Siendo
honestos, todos fuimos alertados hasta la saciedad de la dimensión y
consecuencias que podría generar Sandy. El escepticismo y la indiferencia de la
población operaron en su contra. En
beneficio de los afectados hay que decir que Nueva York no tenía, hasta antes de las consecuencias de Sandy, una
cultura de conducta preventiva ante desastres naturales como son los huracanes.
Este es apenas el segundo año consecutivo, en muchos años, donde su territorio
es visitado por este tipo de fenómenos.
Durante
2011, la tormenta Irene amagó con generar grandes desastres, aunque las
suficientes medidas preventivas, exageradas para algunos, evitaron consecuencias
de mayores dimensiones. Esa exitosa
experiencia sirvió para alimentar el exceso de confianza que hoy mostró mucha
gente, es seguro que la próxima advertencia será tomada muy en cuenta y con una
actitud completamente diferente.
El
emotivo ambiente pre electoral, producto de lo apretado de las encuestas
presidenciales, pasó de inmediato a un segundo plano y a no ser por la
propaganda política en los medios, muchos olvidaron que se está en medio de
elecciones generales. Los principales candidatos presidenciales suspendieron la
agenda de campaña para dar paso a la
atención del desastre. El presidente Obama a diferencia de la
administración Bush con el manejo de Katrina ha recibido excelentes comentarios
por el manejo de la crisis. Por su parte Mitt Romney tuvo que modificar una vez más su discurso de
campaña, ya que días antes ponía a la Agencia Federal para el Manejo de
Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés)
como una de las instituciones a desaparecer en su propuesta de gobierno.
Las consecuencias de la super tormenta
Sandy se encargaron de demostrar lo errado de su propuesta y lo dejan mal
parado ante los millones de votantes afectados.
Esta
semana ha venido a sumar un clavo más a la delicada situación económica que se
padece a nivel mundial, donde Nueva York no es la excepción. Se perdió tiempo
productivo, disminuyeron las ventas, por falta de refrigeración y adecuadas
condiciones de almacenamiento hubo que desechar miles de millones de dólares de alimentos y
otras mercaderías, perdiéndose además
millones de horas de trabajo por lo que muchos asalariados no contaron con un
ingreso económico para llevarlo a su casa, lo cual les dificultó aun más sus
condiciones para enfrentar las consecuencias de Sandy.
La
etapa de reconstrucción ha iniciado. Al igual que en el 2005 en Nueva Orleans
después del huracán Katrina, la mano de obra latina será no solo apreciada sino
imprescindible y deseada para realizar la labor. Algunos de los que
políticamente han manejado una retórica anti inmigrante deberán tragarse amargamente su discurso, como fue con la
reconstrucción de Nueva Orleans y de forma silente otorgarán la razón a aquellos que seguimos abogando sin tregua
alguna por una reforma migratoria
integral donde ganamos todos, pero sobre todo gana Estados Unidos.
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