domingo, 18 de noviembre de 2012

Obama se reeligió. Y ahora qué?


Por Luis Montes Brito
Para Diario El Mundo de El Salvador


Las consecuencias del resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses se han hecho sentir rápidamente. El cambio de discurso y actitud de algunos dirigentes Republicanos es evidente, ahora motivados por la supervivencia política incluso se manifiestan en favor de lo que  criticaban acremente durante la campaña,  manifestando su disposición a discutir una reforma migratoria integral. También por el lado Demócrata ha servido para despejar dudas, de una vez por todas,  a aquellos pocos que pensaban que todavía no era el momento de apostarle al votante hispano.

La pregunta del título de esta columna más que orientada a la exigencia del cumplimiento de las promesas de campaña va dirigida al rumbo que tomará la política estadounidense a partir de hoy. Sin lugar a dudas el respeto a la diversidad y a los intereses de las minorías, es un tema que pesó mucho más de lo que pensaban aquellos estrategas que se equivocaron al diseñar la campaña centrándola en un mono tema económico.

Las minorías se hicieron sentir en las urnas. El 3% de los votantes fue de origen asiático, el 10% hispano y el 13% afroamericano. Obama con un lenguaje más incluyente acaparó la enorme mayoría de estos votos: 73% de los asiáticos, 71% de los latinos y como era lógico esperar, el 93% del total de los afroamericanos.

Romney no tuvo el mismo impacto con los electores clasificados como blancos, que son el 72% del universo del padrón electoral, ya que el 39% de éstos votaron por Obama.  Los números demuestran que el agresivo discurso antihispano de muchos líderes republicanos,  lejos de sumar, alejó al voto latino, obteniendo el porcentaje más bajo en los últimos 12 años. En el año 2000 George W. Bush logró el 31% del voto de esta minoría, se reeligió el 2004 con un contundente 44% de ellos, en el 2008 McCain conquistó un 31% y  Mitt Romney descendió hasta un pobre 27% del voto latino este año.

En medio de una apasionada campaña, llena de descalificaciones y frases peyorativas, los republicanos privilegiaron sus prejuicios a la tendencia demográfica. Equivocadamente dejaron brotar su retórica antihispana pensando que un mensaje economicista aunado a la exitosa imagen de un candidato empresario sería suficiente para ganar las elecciones en tiempos de crisis económica, altos índices de desempleo y una insatisfacción generalizada.

Los republicanos anclados en la antigua composición del electorado, basaron su discurso en un escenario donde los hombres blancos mayores de 65 años eran los predominantes entre los electores, negándose a aceptar los cambios de la actual demografía estadounidense donde 1 de cada 6 habitantes es hispano, siendo este el grupo étnico de mayor crecimiento. En otras palabras ignoraron a los que hoy se les conoce como "la coalición ascendente": compuesto por las minorías étnicas, los jóvenes y las mujeres de todas las razas, que en conjunto son ya la mayoría de votantes.

Conscientemente adoptaron una política de exclusión de grupos pasando por discriminaciones que van mucho más allá de lo meramente ideológico , ampliándola a creencias religiosas, preferencia sexual, raza, etnia, pensamiento liberal y otros criterios excluyentes que tal vez sean adecuados para seleccionar la membresía de un club social o una iglesia, pero inadecuados para un partido político que requiere la mayor cantidad posible de votos, ya que aspira a gobernar a una nación diversa donde el respeto a las libertades y forma de pensar individual es fundamental.

Nadie duda que Mitt Romney tiene mayor capacidad de hacer dinero que Obama, al mismo tiempo pocos dudan que Romney distribuiría ese dinero entre sus amigos y no en la clase media que es la mayoría de la población estadounidense. De que sirve que un candidato sea capaz de generar riqueza si al final esta no bajará más allá de las altas esferas.

Un caso parecido se da en El Salvador donde muy pocos dudan ya de la incapacidad del FMLN para sacar al país de la pobreza, pero también muy pocos dudan de la insensibilidad social mostrada por algunos dirigentes y patrocinadores de ARENA para distribuir la riqueza que pudieran generar. La experiencia alrededor del mundo demuestra que políticamente ya no es posible continuar ignorando el tema de una distribución más equitativa de lo producido por un país. 

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