sábado, 26 de mayo de 2012

Los GUTS el bloque de países occidentales que encabezan el renacimiento económico mundial

Tomado de Foreign Policy

Juego de palabras derivado del acrónimo resultante de unir las iniciales en inglés de estos cuatro países (Germany, United States, Turkey y South Korea), GUTS. Aunque significa literalmente "tripas" es usado en el sentido de "agallas", "coraje".

Occidente no está en declive. He aquí cuatro potencias mundiales que disfrutan de un asombroso renacimiento.

Por Bruce Jones y Thomas Wright

La cumbre del G-8 del viernes en Camp David pudo parecer en cierto modo una rareza –un arcaico recordatorio de una época anterior al ascenso de los BRIC y al supuesto declive de las potencias occidentales–. Pero Occidente está todavía vivito y coleando, e, impulsado por sus miembros más dinámicos, tiene probabilidades de seguir a la cabeza del pelotón en un futuro próximo.
Occidente no está en decadencia, al menos no en su totalidad. Lo que ha sucedido, más bien, es que la crisis económica ha creado un Occidente de dos velocidades. Cuatro grandes países –Alemania, Corea del Sur, Turquía y Estados Unidos– están en realidad aumentando su influencia internacional, mientras que los demás se han quedado estancados.
Irónicamente, la necrológica de EE UU como una gran potencia se ha escrito en repetidas ocasiones durante los últimos tres años a pesar de que en realidad ha salido reforzado en múltiples frentes. La influencia estadounidense en Asia ha crecido a toda velocidad desde 2008, impulsada en gran medida por el nerviosismo regional provocado por la asertividad china. Estados Unidos reforzó sus tradicionales alianzas con Australia, Japón y Corea del Sur. Desarrolló alianzas estratégicas con países que incluyen a Filipinas y Vietnam en modos que antes eran impensables. Paradójicamente, el crecimiento económico de China ha debilitado su propia posición geopolítica y ha beneficiado a EE UU. Así funciona el mundo de la política.
Estados Unidos está además en ascenso en otras áreas. Respecto a la seguridad nacional, la posición estadounidense también es más fuerte de lo que ha sido en muchos años. El Ejército de la superpotencia y sus servicios de inteligencia han mostrado un impresionante dinamismo para llevar a Al Qaeda al borde de su derrota total, algo que muchos analistas consideraban improbable solo hace algunos años. El Pentágono se ha situado en vanguardia en la revolución de los drones (aeronaves no tripuladas) y la robótica, lo que puede proporcionarle una posición de ventaja en sus conflictos del siglo XXI. Mientras, los diplomáticos estadounidenses han desarrollado nuevos e innovadores medios de cooperación internacional, en particular la Cumbre de Seguridad Nuclear y la Sociedad de Gobierno Abierto (Open Government Partnership).
El gran punto vulnerable de Estados Unidos sigue siendo la debilidad de su economía. Quedan por delante importantes desafíos, pero merece la pena señalar que ha tenido unos resultados significativamente mejores que los de la eurozona y tiene mejores perspectivas de crecimiento que la mayoría de los demás Estados occidentales. Continúa siendo un centro neurálgico de la  innovación: consideremos simplemente el ascenso de los medios de comunicación social y las exploraciones en busca de gas de esquisto basadas en la tecnología. A largo plazo, los desafíos fiscales a los que se enfrenta EE UU deben también ser comparados con las muy reales –y muy subestimadas– tensiones internas que sufren las economías china e india.
Y no es únicamente Estados Unidos el que está apuntalando a Occidente. Alemania destaca como un caso aparte de potencia ascendente en una Europa debilitada. Su tasa de desempleo se sitúa en los bajos niveles de la época posterior a la Guerra Fría y sus oportunas reformas del mercado le han permitido un camino de salida de la recesión gracias a las exportaciones. 
La crisis del euro es el mayor reto de Alemania, pero, irónicamente, también la ha convertido en la potencia diplomática y geoeconómica  preminente  del continente: para bien o para mal, el gobierno de la canciller Angela Merkel ha ganado una pelea tras otra sobre la futura dirección de la UE, a menudo a pesar de las reservas de otros Estados miembros. La elección de François Hollande en Francia complicará, pero no erosionará la posición de Merkel. E incluso si pierde el poder el año que viene –una perspectiva improbable a pesar de sus recientes reveses en las elecciones regionales— un líder alemán diferente continuará beneficiándose de la fuerza económica de Alemania dentro de Europa.
En el Este de Asia, los potentes resultados económicos de Corea del Sur desde la crisis financieracondujeron a algunos analistas a afirmar que debería ser añadido a los BRIC, pero siendo uno de los más antiguos y fiables aliados de EE UU su lugar está en la columna de Occidente. Se ha convertido en un centro neurálgico de la fabricación de productos de alta calidad y está en camino de pasar a sermás rico que Japón en términos de renta per cápita en los próximos cinco años. Internacionalmente, Corea del Sur respondió con contundencia y responsabilidad a la agresión norcoreana reforzando su alianza con Estados Unidos y embarcándose en una controvertida cooperación en materia de defensa con su viejo enemigo, Japón. Ha asumido además un papel activo en la defensa del orden internacional, acogiendo la cumbre del G-20 en 2010 y la cumbre de seguridad nuclear en marzo.
Turquía, un antiguo aliado de Estados Unidos y miembro de la OTAN, es el cuarto representante del ascenso del Oeste. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan ha transformado el país en un motor regional –su economía se ha más que triplicado bajo su gobierno, registrando tasas de crecimiento solo comparables a las de China–. Tras años de intentar renunciar a su identidad musulmana, Turquía está emergiendo como modelo –aunque sea imperfecto– para los demócratas islámicos en el mundo árabe. La asistencia turca es indispensable para abordar la crisis siria, y sus diplomáticos juegan un papel crucial en la mediación internacional para las negociaciones con Irán. Sí, la nueva Turquía tiene tendencia a trazar sus propias rutas, pero incluso a pesar de que Erdogan a menudo esté en desacuerdo con otros miembros de la OTAN, Ankara representa un puente desde el Oeste más que una isla separada de él.
Pero incluso aunque estos cuatro países hayan ampliado su influencia, Occidente está también disminuido a causa de cuatro países que tienen todavía que recuperarse de la crisis económica: Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón. Todos sufren tasas de crecimiento más bajas que el Occidente en ascenso y, a diferencia de Estados Unidos, no han compensado su debilidad económica con progresos decisivos en otras áreas. Gran Bretaña y Francia trataron de tomar la iniciativa con la intervención en Libia, pero la guerra solo sirvió para ilustrar sus enormes limitaciones tecnológicas, y mostró la fuerte dependencia que tienen los aliados de la OTAN de la potencia aérea estadounidense.
Gran Bretaña es la que tiene más oportunidades de unirse al Occidente en ascenso si es capaz de dar un giro a su economía. Su papel de líder del G-8 el año próximo ofrece una oportunidad para demostrar algo de su antiguo don para el liderazgo global, especialmente si es capaz de hacer avances creativos para llegar a nuevos y dinámicos actores como Turquía e Indonesia. Otro Estado, Australia, está entre los dos Occidentes –evitó una recesión tras la caída de Lehman Brothers pero no ha tenido el impacto de una potencia en ascenso en los últimos años–. Sin embargo, su posición geográfica, estrecha relación en cuestiones de seguridad con EE UU y vastos suministros de energía significan que con probabilidad pasará a tener mayor influencia en la política global.
El Occidente en ascenso es una fuerza con la que hay que contar. No es una coincidencia que el presidente Barack Obama se haya mostrado más cercano a los líderes de los países que, como Estados Unidos, están en auge que a los líderes del resto; él ha citado al presidente de Corea del Sur, Lee Myung Bak,  y  a Erdogan como dos de sus más estrechos aliados internacionales. (Parece no sentirse personalmente tan cercano a Merkel,pero el lugar central que ocupa Alemania en la crisis del euro significa que está en contacto constante con ella).
De modo que no descartemos todavía a Occidente. Las potencias ascendentes en el mundo desarrollado no siempre estarán de acuerdo, pero cuando lo estén será difícil resistírseles. Y serán importantes interlocutores para los BRICS a medida que estos se vayan introduciendo en el orden occidental.
Quizá estas potencias en ascenso necesiten unas siglas si se quiere que se las tome en serio. ¿Ha llegado el momento de que los BRICS conozcan a los GUTS de Occidente?

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