Genevieve y Alex, las novias blancas de
Barack Obama
Un antiguo compañero de piso de Obama, Phil Boerner, y el escritor de su nuevo libro biográfico, David Maraniss, revelan a LA RAZÓN los secretos de juventud del presidente
Por Lara Martínez
Un hecho
mantiene en vilo a la Casa Blanca: el pasado amoroso del presidente Barack
Obama ha salido a la luz. Dos de sus antiguas novias, Alex McNear y Genevieve
Cook, han decidido hablar sobre sus experiencias junto al actual mandatario
estadounidense en un libro biográfico.
En él, David
Maraniss, periodista del «Washington Post» y premio Pulitzer, desvela la
correspondencia que intercambiaba con las jóvenes, así como los diarios
personales de Cook. Pero lejos de lo que pudiera parecer, no se las llevaba a
pares sino todo lo contrario, era bastante tímido. «Tenía cualidades positivas:
era fácil de llevar, inteligente, optimista, idealista... pero nunca fue de
muchas novias ni me contó que tuviera una en especial», declara a LA RAZÓN Phil
Boerner, su compañero de piso en Nueva York y amigo universitario durante seis
años, primero en Occidental College (California), y, después, en la Universidad
de Columbia en la Gran Manzana.
Pese a la
ausencia de mujeres en la vida de Obama, Boerner sí llego a conocer a Genevive
Cook, la hija de un diplomático australiano con la que el ahora presidente
vivió «el romance más tórrido de su juventud», según un adelanto del libro
publicado en la revista «Vanity Fair» de junio. «Coincidí con ella un par de
veces que salimos a cenar con nuestras parejas, yo y mi novia, y Obama
acompañado de Genevieve», recuerda Boerner.
El «ligue» de una noche
Se conocieron
hace tres décadas en Nueva York, ella tenía 25 años, él 22.
Se vieron por
primera vez en diciembre de 1983 en una fiesta celebrad en el apartamento de
una amiga común en East Village. Genevieve fue a la cocina en busca de vasos, y
allí se encontró a un joven solitario llamado Obama que «vestía vaqueros y
cazadora de cuero». Hablaron largo y tendido mientras compartían una botella de
«Baileys» de la que bebían a sorbos y, al final de la noche, intercambiaron sus
números de teléfono.
Por lo visto,
Cook notó desde el principio que era un chico muy reservado y maduro, es más,
al mes de conocerle escribió en su diario: «¿Cómo se puede ser tan viejo a los
22 años?». Una impresión que al parecer confirmó con el tiempo: «Me intriga. Es
tan cauteloso y comedido», anotó Genevieve. Y, según detalla el libro, la
primera vez que ella le dijo: te quiero; el respondió: te quiero también, pero
gracias».
En
declaraciones a este diario, su autor afirma que lo que más le llamó la
atención de esa relación fue que «la esencia de su relación era que Barack y
Genevieve se consideraban a sí mismos «extranjeros». Ella procedía de una
familia con peso político y social que rechazaba porque se sentía alienada por
ese mundo, y, al final, Obama terminó sintiéndose más cómodo en aquella
atmósfera». Aunque le llevó su tiempo darse cuenta de quién era y quién quería
ser.
Al principio,
el actual jefe de Estado americano vivía casi como un monje: dedicado en
plenitud a sus estudios, nada de drogas o alcohol, y, muy de vez en
cuando, alguna fiesta. «Tenía una existencia espartana», reconoce su
compañero de piso. De hecho, el sitio donde prácticamente vivía era «la
pecera», una zona acristalada de la biblioteca, en la que recuerda verle «como
un pez en un bote de agua en el que no había lugar para esconderse».
En la
palestra: un estudiante con crisis de identidad y muy reflexivo. «Ella era
blanca y él atravesaba un momento de búsqueda de sí mismo. Con un grupo de
amigos pakistaníes y una pareja blanca no había admitido abiertamente su
herencia afroamericana», relata Maraniss.
Un punto de
vista compartido por otra de sus novias, Alex Mc Near, una californiana
procedente del Occidental College que encandiló a Obama cuando era co-editora
de la revista literaria «Feast» y con la que volvió a encontrarse años más
tarde, en 1982, en Manhattan. «Estaba obsesionado con la elección de su futuro
y en cómo su pasado, niñez, color de piel, situación socio-económica y las
expectaciones de su entorno, entre otros, influían en el devenir de su vida»,
recuerda Alex. «Su carisma creció cuando se encontró a sí mismo porque siempre
tuvo características que le conducían a ello: confianza, voz poderosa...»,
explica el autor del libro.
Cuando se
convirtió en el hombre carismático de hoy, ambas relaciones se habían
estancado. En el caso de Mc Near mantuvieron el contacto por carta durante un
tiempo, después conoció a Genevieve, con la que compartió su vida hasta 1985.
El amor se acabó según explica ésta porque Obama era demasiado frío y no le
daba lo que necesitaba. «Aunque sea duro decirlo, obviamente yo no soy esa
persona. (Esa mujer negra, sutil y llena de vida que le espera en alguna
parte)», escribió en su diario.
Sin agua caliente y con poca luz
Obama y
Genevieve llegaron a convivir en un apartamento de East Village que la joven
alquiló al poco de comenzar su relación. El piso en el que realmente vivía
Obama en Nueva York junto a Phil Boerner costaba 280 euros dólares al mes, 140
a cada uno. Lejos de gozar de comodidades, muchas veces la calefacción y el
agua caliente no funcionaban. «Por ello, pasábamos mucho tiempo en el campus, y
cuando estábamos en el apartamento nos enroscábamos varias mantas para estar
calientes».
Una literata
La joven y
apasionada por la literatura Alex McNear cambió a Barack Obama por un boxeador
candiense, Bob Bozic, hijo de la editora de la revista «Playboy» en la década
de los sesenta. Se casaron en 1987 y tuvieron una hija, Vesna, que ahora tiene
20 años, vive en Manhattan y aspira a convertirse en actriz. La relación acabó
siete años más tarde y ella volvió a casarse.
Hija de un embajador
Genevieve
Hogan Cook nació en Canberra, Australia. El trabajo de su padre, Michael J.
Cook, un diplomático y antiguo embajador en Vietnam, la llevó hasta Estados
Unidos. Tras la separación de sus padres, vivió con su madre, Helen Ibbitson, y
su segundo marido, Philip Jessup. Cuando conoció a Obama trabajaba como
ayudante de profesor en una escuela de gramática. En 1988, tres años después de
romper con Obama, se casó con Mohamed Moustafa, un americano de procedencia
egipcia.
Loco por los Rolling
- Por aquel
entonces, un solo grupo musical volvía loco al actual presidente: los Rolling
Stones. Aunque también le gustaba la música ska, punk, y, sobre todo, reggae,
en especial, Bob Marley.
- Solía
desayunar por menos de dos euros en «Tom’s restaurant», que más tarde se hizo
famoso por la serie «Seinfeld». Le gustaba pedir comida china para cenar y
salir a tomar una cerveza a un bar cerca de la universidad. Y le gustaba
cocinar para su compañero de piso pollo al curry.
- Le
apasionaba ir a las playas de Newport y Venice, y surfear. También le gustaba
ver deportes en televisión, sobre todo, baloncesto y fútbol americano.
Interesante artículo.
ResponderEliminarIgual es darle fama a las exnovias, cuando ni siquiera lo merecerian.
Bien podian subir sus grabaciones a paginas de videos ex novias donde pudieran aparecer y ganar fama solitas... Pero es agarrarse de un arbol que desecharon anteriormente.